Escuela de Padres

Archive for octubre 2012

Hlda Trillanes

Finalidades

  • Favorecer el desarrollo del equilibrio y la orientación en el espacio al variar la posición del cuerpo.
  • Contribuir al logro del control cefálico. Estimular la adopción de la postura sedente con apoyo y ayuda.
  • Estimular la coordinación viso-motriz.
  • Propiciar la imitación y emisión de sonidos y ruidos.

Actividades

  • Muévale al bebé sus brazos en forma extendida o flexionada, arriba, abajo a los lados y al pecho. Muévale al bebé sus piernas en forma extendida o flexionada, arriba abajo a los lados.
  • Tome al bebé de los tobillos y flexione sus piernas sobre su vientre y presionando suavemente por unos segundos extiéndaselas.
  • Realice una trompetilla sobre el vientre del bebé para que lo apriete y lo afloje.
  • Acueste al bebé boca arriba y llame su atención hablándole y mostrándole objetos llamativos, acuéstelo boca abajo y repita la misma acción.
  • Acueste al bebé boca abajo y póngale juguetes un poco retirados para que trate de alcanzarlos, ayúdelo colocando sus manos en las plantas del bebé.
  • Acueste al bebé boca arriba y motívelo con un objeto vistoso, moviéndolo a un lado para que ruede al seguirlo y quede boca abajo. Ayúdelo y háblele (repita la misma acción colocándolo boca abajo). Tome las manos del bebé y con suavidad júnteselas (palmeando) a la vez que le canta.
  • Acueste al bebé boca arriba, dóblele la pierna izquierda al tiempo que le extiende la derecha, impúlselo a voltear hacia el lado de la pierna extendida, (repita la misma acción hacia el otro lado). Acueste al bebé boca arriba, tómelo de los antebrazos y lentamente siéntelo, acompañe la acción diciendo “arriba”.
  • Juegue con el bebé escondiéndose detrás de un pañuelo y reaparezca súbitamente, llamándole por su nombre (repita la misma acción tapando al bebé con el pañuelo).
  • Siente al bebé sobre almohadones y háblele en uno y otro oído quedamente.
  • Siente al bebé entre almohadones, acérquele objetos para que intente alcanzarlos, cuando los vaya a tomar aléjelos, al intentarlo nuevamente deje que los tome. Permita que el bebé huela la comida antes de dársela y dígale “mmm que rico”.
  • Ponga al bebé frente a usted, llame su atención para que siga todos sus movimientos al hacer una representación con sus manos o con un títere.
  • Siente al bebé sobre sus rodillas, tómelo por la espalda y juege con él, suéltelo unos segundos de vez en cuando.

Actividades de relajación

  • Acueste al bebé boca abajo sobre un balón de playa, acaríciele el cuerpo desde los hombros hasta los pies, procure que el balón no se mueva. Acueste al bebé boca arriba sobre un balón de playa, moviéndolo suavemente y manténgalo sujeto de los hombros para que se meza sobre el vaivén del balón.
  •  Acueste al bebé boca arriba, golpee ligeramente con sus manos todo su cuerpo, presione suavemente con los dedos (como amasando) todo su cuerpo, repita la misma acción boca abajo. Acueste al bebé sobre sus piernas y acaricie la espada y después todo el cuerpo, realice la misma acción con una esponja.
  • Acueste al bebé boca arriba y recorra con un objeto suave todo su cuerpo (repita la misma acción boca abajo). Cuando bañe al bebé aproveche para acariciarle los dedos de las manos y haga que chapotee golpeando el agua con sus brazos. Póngale música agradable.
  • Acueste al bebé por unos minutos sobre sábanas, toallas, superficies duras y blandas. Con un pincel pluma o algodón, acaricie al bebé las plantas de los pies, entre los dedos de las manos, la nuca, el cuello, la cara y todo el cuerpo. Coloque juguetes debajo de una manta y hágalos sonar para que el bebé identifique de donde provienen.
  • Juegue con el bebé y emita cadena de vocales (aaa, oooo, iii) y sílabas (mamama, papapa, tatata) hágalo cerca del rostro del bebé. Coloque al bebé boca abajo, ponga su mano en el estómago y con movimientos suaves súbalo y bájelo lentamente, al principio elévelo solo un poco y bájelo, vaya aumentando poco a poco la altura. Tome al bebé por las axilas y levántelo a la altura de la cara, juegue moviéndolo en el aire bamboleándolo y háblele (esta acción puede realizarla teniendo al bebé de espaldas).

Recomendaciones

Procure estar tranquilo y relajado cuando realice los ejercicios con el bebé, ya que este percibe la tensión de sus manos.

Respete sus horas de sueño y alimentación. Comience sesiones de 5 minutos y vaya prolongándolas poco a poco hasta 10 minutos, hablándole cariñosamente y sonriéndole.

«Los jóvenes son un gran negocio». Esta es la idea con la que trabajan los creativos de las grandes agencias de publicidad del mundo. Sólo hay que mirar detenidamente los anuncios de televisión para comprobar que la mayoría de ellos están protagonizados por jóvenes clónicos que visten con las mismas marcas, consumen las mismas cosas y tienen los mismos hábitos de vida. Pero no siempre fue así. En el libro No Logo, la escritora y periodista canadiense Naomi Klein repasa el mundo de la publicidad y del marketing desde sus orígenes e incluye un completo análisis de sus pros y contras. Klein asegura que fue en los primeros años de la década de los 90 cuando «los responsables del marketing comenzaron a pensar que tenían los ojos puestos en el sector demográfico equivocado». Ya no había que vender a las amas de casa sino a los adolescentes. «Sus padres podían haber cuidado su dinero, pero los hijos estaban dispuestos a pagar para ser aceptados», dice la autora.

En España, según el último estudio realizado por el Instituto Nacional del Consumo sobre los hábitos de compra de jóvenes y adolescentes de entre 15 y 29 años, el consumo juvenil está muy determinado por el control que ejerce el grupo, y es precisamente a través de las marcas como los jóvenes refuerzan su pertenencia a una tribu urbana concreta y se distinguen de los adultos. Julia Cebrián, psicóloga y psicoterapeuta, insiste en esta idea y afirma que «la adolescencia es el periodo de formación en el que las personas tienen una mayor necesidad de ser aceptados, sea en el grupo que sea: pijos, heavies, alternativos o surferos. Y es precisamente la identidad, la marca, lo que da sentido a su vida. La mecadotecnia lo que hace es mercantilizar esas necesidades».

            Jorge Roda, de 24 años, es un claro ejemplo de la tesis que mantiene la psicóloga Julia Cebrián. Este joven, licenciado en Filología, sin trabajo fijo, pero que desde muy joven se ha «buscado la vida», afirma que «durante años he sido adicto a las marcas. La ropa que me compraba, el teléfono móvil, la moto, la música que escuchaba… todo tenía que ser de una marca concreta. No miraba si era o no era bonito porque daba por hecho que por llevar una etiqueta determinada y ser caro ya era bonito. Entonces pensaba que vestir con ropa de marca era sinónimo de elegancia y que así me incluía en una determinada clase social a la que nunca había pertenecido». Sin embargo, Jorge hace ya algún tiempo que piensa que «la cultura de las marcas es una idiotez. Ahora me he rebelado contra esto y sólo me compro lo que me gusta. Incluso cuando oigo en la televisión decir que alguna persona lleva un vestido, un trajeo o una corbata de la marca tal, me pongo de los nervios».

Poder adquisitivo

El sociólogo Antonio Barbera ha asegurado que «es cierto que los chicos y las chicas no tienen una capacidad adquisitiva grande, pero son ellos los que dicen a la madre la música que hay que comprar, las natillas que entran en la nevera o la ropa que prefieren llevar… Eso lo sabe muy bien la publicidad, como también sabe que con un chaval están ganando un cliente potencial con una vida amplia por delante».

Sin embargo, Julia Cebrián opina que «también son los padres los que en muchas ocasiones transmiten ese estilo de vida a los hijos. No hay que olvidar que la marca conlleva la pertenencia a un grupo de elite con un nivel adquisitivo muy alto. En ese grupo nunca se utilizan un pantalón sino una marca. Son los propios padres los que transmiten eso como un valor cultural y una filosofía de vida. Los padres deben evitar crear esclavos de un contenido muy vacío como es el de la marca». Ya sea por transmitir una filosofía de vida o por no tener un nivel económico alto, la realidad es que también hay jóvenes, como Juan Hernández, de 16 años, que se encuentran con la oposición de sus progenitores. El padre de Juan cuenta que hace apenas unos días su hijo le pidió dinero para comprarse unos calcetines de deporte: «Pensé que los necesitaba y no le puse ningún impedimento. Saqué cierto dinero de la cartera y él se quedó sorprendido. Me dijo que con eso no tenía ni para empezar. Fue entonces cuando le dije que yo le pagaba los calcetines, pero que la marca se la pagara él».

Pese a la necesidad de los jóvenes de incluirse en un determinado grupo a través de la marca, la mayoría no reconoce ser marquista. Patricia Clemente acaba de cumplir 21 años y dice con contundencia: «Odio las marcas, nunca he llevado nada de marca. Cuando salgo a comprar busco las cosas que más tienen que ver con mi estilo de vida», aunque también reconoce que «es muy difícil distanciarse y el lógico que termines por comprar las cosas que más se llevan porque son las que están en las tiendas y te entran por los ojos».

Otra joven, Berta Vázquez, una estudiante de 22 años, es de las pocas que reconoce estar interesada por la logomanía, aunque lo justifica afirmando que «vivir de las marcas es una esclavitud absurda que no te lleva a ningún sitio. Lo que ocurre es que prefiero llevar ropa de marca no por las marcas en sí sino porque son productos mejores, de mayor calidad y diseño. Pero sí reconozco que cuando estaba en el colegio y veía a una compañera que traía, por ejemplo, la mochila que estaba de moda, yo también la quería y no paraba de pedírsela a mis padres hasta que la conseguía. Creo que la locura por las marcas es más de gente joven o de horteras».

Las marcas en las escuelas

Pero pese a que los jóvenes españoles de entre 15 y 22 años son los que más tienen en cuenta la moda, el marquismo y la publicidad a la hora de hacer sus compras, todavía queda mucho para que lleguen a los límites alcanzados por los norteamericanos. Naomi Klein dedica en No Logo un capítulo a Las marcas y la enseñanza en el que describe cómo las marcas han conseguido abrir las puertas de las escuelas de par en par y desembarcar con los productos más deseados por los más jóvenes: «La empresa Cover Concepts vende anuncios impresos en cubiertas para libros en 30.000 escuelas estadounidenses y los profesores las utilizan como forro para los libros de texto. Y cuando llega la hora del almuerzo, en muchas escuelas el menú incluye más anuncios… McDonald’s y Burger King tienen quioscos en los comedores y se anuncian en todo el colegio. Subway suministra bocadillos a centros educativos; Pizza Hut monopoliza el mercado con 4.000 establecimientos de enseñanza…». Una forma de introducir la marca desde la más tierna infancia y que, asegura Klein, crea situaciones de desigualdad, «puesto que las hamburgueserías no aceptan los vales de los niños inscritos en el programa de asistencia alimentaria nacional y los hijos de familias pobres deben contentarse con lo que haya».

Pero no todo queda ahí. El no va más en las escuelas norteamericanas son las emisiones diarias de cierto canal de televisión que «no sólo difunde las zapatillas y las golosinas de sus anunciantes entre los escolares; también vende la idea de que programa es un elemento educativo de inapreciable valor y más moderno que recursos tan poco interesantes y pasados de moda como son los libros y los profesores». Julia Cebrián insiste en la diferencia social y dice que «la marca, marca. Ni jóvenes ni adultos podemos vivir aisladamente, todos estamos marcados».

Todo el mundo el del logo del que Naomi Klein ha querido hacer un «análisis y documentar las fuerzas que se oponen a ese dominio y explicar el particular conjunto de condiciones culturales y económicas que hacen inevitable la lucha contra él», aunque asegura que «no he querido hacer un manifiesto antiglobalización, aunque no he podido dejar fuera un tema del que no nos podemos sustraer: el de la mano de obra barata».

Estimulan la imaginación, calman los nervios y mejoran la comunicación entre padres e hijos. No hay duda de que son una de las distracciones más agradables y estimulantes de la infancia.

Los cuentos ilustrados, además de resultar más amenos, les ayudan a entender mejor el argumento. A pesar de ello, también es conveniente que, de vez en cuando, leas a tu hijo libros sin dibujos para estimular su imaginación.

Durante la lectura, hazle preguntas. Le obligarás a pesar y, además, conseguirás que la actividad resulte más interactiva.

Procura leer a diario, aunque tan sólo sean 15 minutos. Cualquier momento es bueno, sin embargo, es conveniente que el niño esté relajado (tras el baño, antes de ir a dormir…)

Procura que tenga siempre libros, revistas, periódicos, etc. a su alrededor.

Permite que sea él mismo quien elija sus lecturas, aunque es posible que siempre quiera leer el mismo cuento.

La lectura aporta numerosos beneficios a tu hijo. Además de entretenerlo, ampliar su vocabulario, desarrollar su imaginación… es una importante fuente de conocimientos para él.

Ya lo dijo Groucho Marx, con su peculiar sentido del humor, “a parte del perro, el libro es probablemente el mejor amigo del hombre”. Y como tal debe acompañarnos desde que nacemos. Pero, “cómo se inculca el hábito de la lectura en los más pequeños de la casa? “Como aprenden por imitación tanto lo bueno como lo malo, si nos ven con un libro en la mano, intentarán imitarnos. El interés por la lectura surge en el seno familiar y durante los primeros años de vida”, reconoce José Ramón González López, pedagogo y miembro de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia.

            Érase una vez…

Los cuentos se convierten en un instrumento de entretenimiento ideal, se traducen en momentos en los que los padres prestan total atención a sus hijos y reportan grandes beneficios a los pequeños: “Ampliarán su vocabulario; les servirá para canalizar sentimientos de cariño, de angustia…; fomentarán su creatividad e imaginación; los relajará y divertirá; harán que se concentren y que presten atención; les ayudará a formar su personalidad; les transmitirá creencias y valores…”, explica José Ramón González.

Los libros educan, enseñan y descubren verdades y mentiras. Despiertan la curiosidad, estimulan su creatividad e incrementan su riqueza lingüística y su concentración. Son sinónimo de aprendizaje y por eso tienen que formar parte de su día a día, igual que los juegos y los juguetes. Lo ideal es que tu hijo se aficione a leer durante los diez primeros años de vida, y recuerda que, según los pedagogos, se puede aprender a disfrutar de la lectura porque es algo que se enseña y se fomenta. “Los niños deben oír cuentos desde pequeños, comenzando con libros de imágenes que puedan manipular en el baño o antes de acostarse, por ejemplo, o haciéndoles partícipes de una lectura en alto mientras ellos están jugando en casa”, recomienda José Ramón González.

            ¿La m con la a…?

Enseñar a leer a un niño requiere tener en cuenta varios aspectos: su desarrollo mental, su predisposición al aprendizaje y su madurez; es decir, hay que saber si está en condiciones de aprender a leer con facilidad. “Hay que tener en cuenta que todos somos distintos y por eso cada uno tenemos un desarrollo diferente, pero, normalmente, se puede decir que a partir de los tres años un niño está preparado para aprender a leer. No es recomendable empezar mucho antes”, advierte José Ramón González López.

            Un libro para cada niño

Ten en cuenta la forma de ser de tu hijo y cuáles son sus gustos a la hora de regalarle libros y elige los que sean más acordes a su edad. “Las imágenes juegan un papel muy importante; a menor edad, debe haber más imágenes que texto; algo que se invertirá según vaya creciendo. Los primeros dibujos deben tener un estilo sencillo y ser claros, con colores llamativos y atractivos, semejantes a los reales que conoce el crío. Y sus líneas han de ser de un solo trazo”, recomiendan los pedagogos.

            ¿Qué libro tienes que comprar?

  •  De 0 a 2 años: a esa edad deben ser de tela o de plástico, blanditos, sin puntas y con diferentes texturas. Le atraerán los dibujos simples y que ellos puedan identificar (cole, familia, casa…).
  • De 2 a 3 años: les gusta las narraciones repetitivas, con voces diversas, sonidos onomatopéyicos… y con una historia sencilla y familiar para él. Se fijan mucho en las expresiones.
  • De 4 a 5 años: fabular y rodearse de un mundo mágico es para él el mejor divertimento. Es animista, es decir, dota de vida a objetos, animales y elementos naturales, y prefiere personajes con los que pueda identificarse.
  • De 5 a 6 años:prefiere las narraciones reales que él pueda protagonizar. Participa del mundo y sufre con lo que les pasa a otros niños. La fantasía y la realidad existen en su vida.
  • De 6 a 8 años: ávido de aprender, tu hijo lee con más soltura y tiene más capacidad de asimilación… “Teniendo en cuenta sus gustos, debe leer libros con capítulos, llenos de aventura, de misterios y de historias de magia. Las imágenes aún juegan un papel importante pues le ayudan a comprender los textos, favorecen su visión de los lugares y le sirve para interiorizar lo que ha leído”, dice José Ramón González.
  • De 8 a 10 años: domina ya los aspectos mecánicos de la lectura y le interesan los cómics. Le gustarán los libros estructurados por capítulos, con introducción, nudo y desenlace, que cuentan historias de aventuras, magia y misterio protagonizadas por niños. Le suele gustar escribir diarios.
  • De 10 a 12 años: a caballo entre la infancia y la pubertad, se interesa por novelas de aventuras, también protagonizadas por un niño de su edad. Las ilustraciones empiezan a desaparecer.
  • A partir de 12 años: “Su atención es mayor, pero a esta edad es importante motivarlo. Puedes leer con él y luego escenificarlo o pedirle que te ayude a preparar la visita a algún lugar”, sugiere José Ramón González.

Un libro es un viaje lleno de aventuras, una puerta abierta a la fantasía e imaginación, donde tu hijo aprende y se educa.

CUENTO A CUENTO

• Para que tu hijo se aficione a la lectura, no debe considerara una obligación sino un hábito cotidiano que ha de formar parte de su ocio. De pequeño tendrás que ser tú quién marque cuándo, cuánto y dónde debe leer; después lo decidirá él.

• Predica con el ejemplo: es importante que vea sus padres con un libro en las manos. A los niños les encanta copiar todo lo que ven; si a ti te gusta leer, ellos harán lo mismo.

• Habilita en casa un lugar tranquilo, cómodo y bien iluminado donde pueda leer. Coloca los libros de manera que estén accesibles e intenta que lea todos los días. Antes de acostarse, puede ser un buen momento.

• Acude con tu hijo a librerías, ferias y exposiciones para acercarlo a la literatura. Dale dinero para que lo invierta en un libro, así desarrollará criterios de compra y aprenderá a distinguir qué obra merece la pena adquirir. Hacerlo socio de una biblioteca es una buena idea.

• Regálale un cuaderno donde pueda apuntar las palabras nuevas que va aprendiendo. Si no entiende alguna, búscala con él en el diccionario.

• Ten en cuenta sus gustos a la hora de elegir los libros.

• Comparte con él la lectura e implícate en ella. cuando termine de leer el cuento, pídele que te explique qué ha pasado con un personaje o que se invente el final. Según vaya creciendo, ofrecerle libros que tú estés leyendo.

BENEFICIOS DE LA LECTURA

• Su lenguaje se desarrollará con una mayor soltura, ampliará sin darse cuenta su vocabulario, se mostrará más seguro a la hora de hablar…

• Le ayudará a liberar sentimientos de alegría, de angustia, de miedo, de cariño… Los niños viven los cuentos como algo real, son felices cuando el personaje lo es y tienen miedo cuando está en peligro. Se identifican con él y tratan de imitar su comportamiento. Algo que les ayudará a afianzarse y a formar su personalidad.

• A través de la lectura asumirá roles y valores.

• Es un vehículo de creatividad y de imaginación. Los libros les sirven de base para crear sus propias historias.

• Leyendo adquieren hábitos de atención y de concentración.

• Cuando leen, se relajan y se entretienen. Mientras son pequeños, los ratos de lectura suponen para ellos momentos en los que sus padres les dedican toda su atención. “Por eso cuando tu hijo te pide un segundo cuento, le interesa más prolongar esa situación, que encuentra placentera, que escuchar otra historia”, reconoce el pedagogo José Ramón González López.

Actividad solitaria por excelencia, la lectura debe, en un principio, ser compartida para existir plenamente. Entre el autor y el lector, hay intermediarios imprescindibles: editores, libreros, bibliotecarios, críticos y, en el caso de la literatura infantil, maestros y, muy especialmente, los padres.

La lectura abre al lector las puertas del mundo, más aún, de diversos mundos, tanto reales como imaginarios. Compartir los pequeños y grandes placeres de la lectura con el niño que aún no sabe leer n que está aprendiendo es un medio para lograr valiosos beneficios inmediatos y mediatos: favorecer su desarrollo como persona, acercarlo al mondo del saber, desarrollar su fantasía, establecer una base sólida para el aprendizaje de la lectura, estructurar su mente…, por citar algunos. ¡Y disfrutar, siempre!

Leer antes de aprender a leer

Todos los estudios lo demuestran. los niños que han entrado pronto en contacto con la lectura aprenden a leer más deprisa y ron mayo, facilidad. Y no se debe a que hayan aprendido a leer antes, en casa con sus padres. Lo importante no es que dominen el código de la letra escrita, sino que tengan el deseo de hacerse con los tesoros que la lectura contiene. Y cuanto más variadas sean las lecturas compartidas (cuentos, historietas protagonizadas por personajes fijos, poesías, informaciones sobre naturaleza o ciencia, etc.), mejor comprenderán que la lectura, más que un código secreto, es una llave maestra que abre todo.

Mil y una situaciones

Hay muchas circunstancias que se pueden aprovechar para compartir una buena lectura: en el coche, camino de casa, escuchando una casete con uno o varios cuentos: en la sala de espera del pediatra, donde un cuento puede hacer olvidar el miedo a la vacuna… Pero si hay un momento realmente estelar para esa lectura compartida es, sin duda, en la cama, cuando el niño se va a dormir.

Crear ambiente

El cuento de la noche merece tener un ceremonial propio. Para empezar, necesita un tiempo exclusivo, dedicado sólo a disfrutar juntos de la lectura, sin interrupciones. Además, ambos, adulto y niño, tienen que sentirse cómodos: sentados o tumbados, siempre cerca para que contemplar las imágenes sin dificultad y para intercambiar ternura. ¿Qué leer? La elección puede hacerla el niño, aunque también es bueno que se le presente alguna propuesta, sin olvidar que puede tener el mismo valor una historia con un profundo mensaje que otra más ligera que lo ayude a evadirse y a sonar con otros mundos.

En la lectura, el adulto no solo presta su voz, sino que debe sacar el actor que lleva dentro para dar emoción y fuerza al relato. Y, siempre, leerlo de principio a fin. Con un niño de 4, 5 ó 6 años, no vale el «Continuará…»: cuando entra en la historia, necesita saber cómo acaba para encontrar un sentido al conjunto y para disipar la inquietud que las peripecias de la trama hayan podido suscitar. Si al final el niño quiere hacer algún comentario, hay que escuchar su reflexión sobre lo que acaba de escuchar. Pero el comentario debe ser espontáneo, no se puede forzar. No siempre hay algo que añadir al «Colorín colorado…»: la lectura es una actividad grandiosa, suficiente por ella misma.

Aunque no hay duda de que el alimento más adecuado para el bebé es la leche materna, si por cualquier razón no es posible optar por ella, la mejor alternativa son las denominadas leches de iniciación y de continuación, con fórmulas adaptadas a las necesidades especiales del pequeño.

La leche de iniciación está indicada para los lactantes menores de 4-6 meses. A partir de esta edad, se aconseja las de continuación, que el bebé puede tomar hasta que empiece a consumir leche de vaca (preferiblemente fresca y nunca antes de cumplir el año). Los lácteos deben aportar, además del 40%-50% de la energía diaria, el calcio que requiere su desarrollo. Para ello es necesario que tome medio litro de leche al día.

Por lo que respecta al consumo de yogur, se recomienda introducirlo en la dieta a partir de los 8-9 meses de edad, aunque los yogures preparados con leche adaptada se pueden tomar a partir de los 6 meses.

Los quesos (preferentemente frescos y bajos en grasa) pueden empezar a tomarse a partir de los 10-12 meses.

Esther Cuyás


Psicóloga infantil – Psicomotricista

Tras un verano de distensión y ocio se hace difícil, tanto para los niños como para los mayores, volver a someterse a horarios, exigencias y obligaciones. Por eso, es importante que los padres transmitan a sus hijos un enfoque positivo de lo que representa la vuelta al cole.

Cuanto más satisfactorio haya sido el período vacacional, menos dolorosa -aunque no por ello, menos lamentada- será la vuelta a las obligaciones.

Año tras año se repite la misma circunstancia y, una vez más, la naturaleza humana demuestra (la que ha de ser) su capacidad de adaptación, aunque ello le suponga un considerable esfuerzo de reajuste. Este no suele durar más de tres o cuatro días, si el ambiente familiar y escolar es el adecuado: dependerá, en gran medida, de la actitud y comportamiento de padres y educadores.

Gastos y rutina

Para los padres, la vuelta al cole supondrá nuevamente afrontar unos gastos considerables (libros de texto, uniformes,…), así como cumplir de nuevo con unos horarios, además de los propios de su jornada laboral.

Pero también podrán dedicar ese tiempo a sus ocupaciones laborales o personales, sin la preocupación de dónde «aparcar» a sus hijos, con el consiguiente sentimiento de culpabilidad o, por lo menos, de incomodidad que ello conlleva. Cada cual estará, por fin, en el lugar que le corresponde; la distensión, en este sentido, también se hará notar.

 

Tiempo de reencuentro

Para los hijos, la vuelta al cole supone, ante todo, el reencuentro con sus amigos y con la que ha sido su segunda casa la mayor parte del año.

Hay que pensar que, aunque siempre es agradable, la flexibilidad en los horarios y tareas acabaría siendo contraproducente si se perpetuase a lo largo de todo el año; sobre todo para un niño que se está formando.

De ahí que sea positivo retomar esa constancia de hábitos y horarios para dar orden y sentido a su vida. Sin duda, volverá a llegar el momento del merecido descanso, después del esfuerzo que requerirá el nuevo curso.

 

El primer día de clase

Los padres pueden ayudar mucho al niño en su primer día de clase, haciéndole sentir confianza y seguridad, fomentando su autoestima y, sobre todo, el entusiasmo por la nueva etapa escolar:

Es importante la información: explicarle detenidamente todo lo que le espera en ese primer día de clase, en ese nuevo curso…y dejar que él nos explique sus temores, necesidades, lo que piensa al respecto. Si fomentamos esa comunicación desde un primer momento, estaremos creando un vínculo comunicativo muy fuerte e importante con nuestro hijo.
- repetirle su capacidad para superar todas aquellas situaciones que se proponga.
- ojear con él los nuevos libros de texto para que se familiarice con ellos y se le despierte el interés por usarlos.
- preparar juntos la cartera y todo el material necesario para el curso.
- y, sobre todo, demostrarle nuestro amor siempre que tengamos ocasión y jamás amenazarle con el «ya verás ya… cuando vayas al cole», de manera que quede relacionado con algo negativo y desagradable.

Ante ese primer día, nuevo y desconocido, se respira cierta inquietud y nerviosismo, sobre todo entre los más pequeños; el acompañarle hasta la escuela, aunque luego vaya habitualmente sólo o con otra persona, será una buena manera de darle mayor seguridad y confianza para afrontar ese nuevo reto.

 

Con muchas ganas, pero sin prisas

Procuremos pues iniciar el nuevo curso escolar (y, por tanto, este nuevo ciclo) de la forma más saludable posible, planificándolo con sentido común, sin dejarnos llevar por la euforia de llenar de actividades las horas extraescolares de nuestros hijos. Creo que nadie duda que «un buen comienzo es un primer paso hacia el éxito».

La vuelta al cole ha de ser paulatina, progresiva, relajada en la medida de lo posible, para no sobrecargar al niño desde el principio. Ello le haría someterse a un ritmo de exigencia excesivo para ser mantenido durante todo el curso, provocando que su rendimiento «se viniese abajo».

Es importante que, día a día, el niño disponga de suficiente tiempo para hacer sus deberes pero, cómo no, también para «disfrutar» y relajar su mente del trabajo escolar exigido, mediante el juego o alguna actividad artística (música, manualidades…). Asimismo debería poder relajar su cuerpo mediante alguna actividad física. Todo esto le permitirá retomar con más ganas y fuerzas las tareas escolares y demás obligaciones del día siguiente.

Estas medidas son aplicables y necesarias para todas las edades, aunque cuanto más pequeño es el niño más necesidad tiene de ello.

 

Un momento especial

La vuelta al cole ha de ser para nuestros hijos (y también para nosotros, los padres) un momento especial que se ha de vivir con ilusión y entusiasmo por ese nuevo mundo de cosas que le esperan en el colegio: nuevos libros, nuevos conocimientos y maneras de aprender, nuevos hábitos, nuevas relaciones con sus compañeros, más autonomía y oportunidades de convivencia…en definitiva, diferentes experiencias, todas ellas muy importantes para el desarrollo.

El informe ¿Qué televisión ven los niños?, elaborado por la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (Ceaccu), ha reabierto el debate sobre la mala influencia de la «caja tonta» sobre los niños. Tras analizar la franja infantil de TVE 1, La 2, Antena 3 y Tele 5, los autores, Lola Lara y Javo Rodríguez, concluyen que los mensajes que reciben los espectadores de 4 a 12 años son sexistas, incitan a la violencia, ensalzan el culto a lo material y ridiculizan todo aquello que fomente los valores educativos. Tras detectar diez irregularidades principales, Ceaccu pide la reforma de la Ley y reclama la creación urgente del Consejo de lo Audiovisual.

La mujer, «a sus labores». Se las suele presentar débiles, miedosas y coquetas. En series como Calimero o Ace Ventura aparecen casi siempre realizando las tareas del hogar, y si trabajan fuera de casa, son unas ineptas. Frases del estilo: «Tío, conduces como una chica». «Tendré que cocinar para Ernesto mañana, tarde y noche» son algunos de los comentarios que se extraen de un total de 101 incidencias que atentan contra la dignidad de la mujer.

Pequeños antidemócratas. Descrédito del sistema político y exaltación de ideologías. El caso más escandaloso es el de un episodio de Doraimon, el gato cósmico, donde se introduce sin ninguna justificación una foto del protagonista caracterizado como Hitler.

¿Cultura? Vaya rollo…  Todas las cuestiones relacionadas con la cultura son aburridas y no despiertan la curiosidad infantil. La música clásica, la poesías o la ópera son objeto de mofa en episodios de  Pokemon o Simba en los mundiales de fútbol.

La violencia «mola». Se justifica la tortura como medio de confesión y se ensalza la venganza y la violencia como único modo de resolver conflictos. Cada tres minutos, TVE 1 emite una exhibición de agresiones, peleas, disparos, insultos… Y en algunos casos lo hace en clave de humor. También se señala la falta de tacto de algunos programas que incitan la visita a ciertas páginas web repletas de disparates, como una madre que amenaza a su hija con graparle la boca si no se calla y una niña que castra a un exhibicionista.

Aplastemos a los demás. La competitividad es uno de los valores más ensalzados. Existe una división radical entre los ganadores y los perdedores. Hasta la canción de presentación de Pokemón, Vamos a ganar, señala que la victoria es la única opción.

Concursos: ganar, ganar, ganar. De forma generalizada, en los magazines –TPH Club, Club Megatrix y Club Disney- se intercalan concursos que, lejos de fomentar actitudes de cooperación, potencian la habilidad física individual. Los concursos sobre conocimientos culturales han desaparecido.

¿Quién los entiende? Se abusa de los extranjerismos y del argot. En el club Megatrix, por ejemplo, no dejan de repetir la palabra «brutal» para definir todo lo que es estupendo. A ello hay que sumar los doblajes latinoamericanos y las incorrecciones de léxico y de sintaxis.

Contenidos sexuales. Se observa cierta concepción puritana. No se ofrece información clara sobre sexo y sí cotilleos sobre la intimidad erótica de los famosos. La homosexualidad recibe un tratamiento reaccionario. En Daniel el travieso aparece bajo el estereotipo del peluquero de señoras amanerado.

Lo que el cuerpo aguante. Se inculcan hábitos de vida poco saludables. Entre ellos, se exalta la conducción temeraria, la comida rápida y el consumo de alcohol.

TV emite más blanco. La diversidad de razas brilla por su ausencia. En Timón y Pumba, cuando aparece un gitano es para echar maldiciones, y en Walker Texas Ranger no se desperdician las ocasiones para demostrar la superioridad de la raza blanca sobre las demás.

Se trata de una comida imprescindible para los más pequeños ya que es un importante aporte nutricional para su correcto desarrollo. La merienda no debe ser, sin embargo, muy energética, ya que añadiría demasiadas calorías de la dieta y haría que los niños llegaran sin apetito a la cena. La clave está en elegir los nutrientes.

En una merienda equilibrada, los cereales (pan, galletas, cereales de desayuno, preferentemente integrales) no pueden faltar.

También es conveniente ofrecerles un producto lácteo (un vaso de leche, un yogur, un trozo de queso, etc.).

Para asegurarnos de que la merienda contenga las vitaminas necesarias, debe incluir una pieza de fruta o un zumo hecho en casa.

No es conveniente sucumbir a las prisas o a las preferencias del niño ofreciéndole productos poco saludables como toda la bollería industrial, “snacks” (patatas fritas, gusanitos…), chucherías, bebidas azucaradas, etc.

Por satisfacer su curiosidad, por conocer las diferencias con el otro sexo, por imitar a los adultos, por diversión o por descubrir su propio placer, los niños y niñas cuentan con una vida sexual más variada de lo que podría pensarse. Es una de las conclusiones que se desprenden del informe Sexualidad prepuberal, una investigación realizada por un equipo de la Universidad de Salamanca que dirige Félix López, catedrático de Psicología de la Sexualidad Infantil, y que va a ser presentado en el Congreso Internacional sobre Sexualidad que se celebra en París el próximo fin de semana.

Hasta el momento, los resultados de las escasas investigaciones que se han realizado en este campo siempre han sido limitados. En pocos casos -bien por ser un tema tabú o por complicado de interrogar a los más pequeños sobre este tipo de cuestiones sin alamarles- se sobrepasaba la discusión más allá del complejo de Edipo, es decir, del típico enamoramiento de un hijo por su madre.

Pero para este estudio se ha realizado un trabajo de campo exhaustivo. «Y es que nosotros hemos utilizado tres fuentes de información paralelas sobre la sexualidad de los menores antes de los 11 años: los padres, los educadores y los jóvenes, además de dos metodologías de aproximación -la cuantitativa y la cualitativa- y un sinfín de cuestionarios», señala Félix López.

Para su desarrollo fueron seleccionados educadores de Infantil y Primaria de centros escolares de Salamanca, Burgos, Canarias y Madrid, a los que se les entregó un amplio cuestionario. «Recibimos 115 respuestas y aparece claramente la gran riqueza de la sexualidad infantil, que se manifiesta especialmente en el contexto escolar con preguntas, comentarios y juegos. Durante la edad preescolar es cuando más comportamientos sexuales se observan. Por ejemplo hasta el 30 por 100 de los educadores afirma haber visto a uno o varios alumnos masturbándose», se señala en la investigación. Los profesores, además, cuentan que «a partir de estos años tienen mucha malicia y se esconden para estas cosas». Una educadora de Primaria añade: «Yo tengo uno de 9 años al que se le rifan las niñas, todas quieren sentarse con él».

Los padres también son otra fuente de información privilegiada. «El cuestionario tenía contenidos semejantes -dice López-, pero en este caso las preguntas se centraban de manera individual en sus hijos. Obtuvimos otras 92 contestaciones en las que se mostraban las mismas conductas. Pero también destacaban otras, con una frecuencia relativamente importante. Eran varios gestos, como tocarse los genitales delante de los demás o cuando creen estar solos, tocar el pecho o imitar besos y excitarse».

En un grupo de discusión se pudo ver que los padres no ponían para nada en duda la actividad sexual de sus hijos. En sus testimonios se hacía eco de la excitación sexual, de las conductas de seducción y del interés personalizado que veían en sus propios hijos. «Mi hija quiere llegar pronto a clase para sentarse con Juan. Yo creo que está realmente enamorada de él o algo así», cuenta la madre de una niña de 10 años. La de un niño de 7 confiesa que «al mío le encanta tocarme los pechos. Se pone pesado y lo hace muchas veces».

Recuerdos de la adolescencia

El último eslabón de la cadena está formado por adolescentes y jóvenes. Mientras los universitarios completaron 249 cuestionarios, los chavales de entre 14 y 18 años rellenaron otros 228. En este caso el contenido era más directo, en tanto abordaba los recuerdos de su propia infancia.

«Sus recuerdos demuestran que existe una constante curiosidad por la sexualidad a lo largo de toda la infancia -dicen en el informe-. Nos ofrecen un cuadro de conductas más rico que las observaciones realizadas por maestros y padres, y prueban que la conducta sexual se oculta, en buena medida, sobre todo a partir de los 6 años. Así, por ejemplo, cuando se les pide que describan con detalle algún juego de contenido sexual en el que participaron de pequeños, informan de hasta un total de 42 juegos diferentes, realizados la mayoría de las veces sin presencia de adultos».

Las cifras son claras: «El 35 por 100 recuerda haberse masturbado antes de los 11 años: el 37 por 100, haber tocado los pechos de una mujer; el 60 por 100, haber imitado besos; el 22 por 100, haber imitado el coito, y el 16 por 100, haberlo intentado». Además, en el estudio se recoge que «también el 60 por 100 confiesa haber tenido fantasías sexuales; el 54 por 100, haber demostrado interés por la pornografía; el 34 por 100, haber sorprendido conductas sexuales entre sus padres, y el 7’4 por 100 afirma haber tenido experiencias sexuales impuestas». Respecto a este último punto, se aclara que «en la edad prepuberal hay un número de víctimas semejante en los dos sexos».

Esto, junto al hecho de que el 12 por 100 recuerde su historia sexual como bastante inadecuada y el 44 por 100 se sienta culpable, pone de manifiesto que existe un número importante que no recibe una educación sexual adecuada en este campo.

No hay que olvidar, además, que todas estas conductas son interpretadas desde dos puntos de vista fundamentales. Por un lado, se trata de «averiguar lo que les motiva», y por otro, «el grado de excitación que recuerdan haber experimentado». Entre las razones que explican el primer punto destaca la curiosidad por  encima de todo y es relevante la motivación de placer que se produce en un 38 por 100 de los casos. En cuanto al segundo, en un 74 por 100 de los casos recuerdan haberse excitado, el 23 por 100 mucho, y un 9 por 10 llega incluso a considerar que llegó a alcanzar un orgasmo.

Patrones sexuales

La variable sexo es fundamental también a la hora de comprender los resultados y poner de manifiesto que existe un patrón sexual diferencial en la infancia: «Mientras entre los varones se observa mayor frecuencia de manifestaciones sexuales y mayor grado de excitación, las niñas recuerdan haberse sentido interesadas por otro tipo de conductas mucho más afectivas, como besos, caricias, seducción y enamoramiento. Entre sus motivaciones, principalmente está el juego, y en cuanto al grado de excitación sexual recordado es significativamente menor entre las mujeres. Además, se sienten más culpables, lo que puede obedecer a un doble patrón moral social».

El Instituto del Menor y la Familia de la Comunidad de Madrid presentaba hace unos días un programa de Atención al Abuso Sexual Infantil. Todas estas iniciativas son bienvenidas, pero, para Félix López, «con nuestra investigación queremos demostrar que, además de abusos, hay también una sexualidad infantil normal que no debe ser perseguida». Es más, en el exhaustivo repaso a trabajos anteriores se aprecia -tal y como señala el estudio- que «en las dos últimas décadas se han hecho cientos de investigaciones sobre los abusos sexuales a menores y casi siempre se han estudiado el mal uso de la sexualidad infantil, pero no su desarrollo normal. Y muchas veces por culpa de los abusos sexuales a menores se han dado tres efectos perversos: la persecución de las manifestaciones sexuales infantiles que son saludables y el incremento tanto del miedo al contacto afectivo y social entre adultos y menores -incluso dentro de la familia- como la idea de la peligrosidad de la sexualidad». Por eso, se concluye, «hay que prevenir los abusos y ayudar a las víctimas. Y esto debe ser compatible con el reconocimiento y aceptación de la sexualidad infantil saludable, el valor socializador de los vínculos afectivos y con el carácter positivo de la dimensión sexual humana».


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