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El instituto
Posted 23 noviembre, 2012
on:Tiempo de cambios en la vida de los adolescentes, pues se van a independizar más y van a conocer a chicos de todo tipo.
En el instituto se vana preparar para la vida profesional y les va a permitir un aprendizaje personal y social de desarrollo. Los padres han de mantener el contacto con los profesores, aunque no de forma tutelar pero sí interesada.
El profesor cumple su función educativa, pero además significa un referente para los chicos, alguien en quien confiar. Debe ostentar autoridad y para ello debe mostrarse firme, justo, pero no colega; manteniendo una distancia óptima (distante pero no inaccesible), comprensivo pero no permisivo. Su «autóritas» debe venir de la mano del saber, del conocimiento. Desde él mismo ha de buscar capacitar al alumno para que alcance su jerarquía.
Profesores y alumnos tienen derechos, pero no hay que confundirlos y caer en el igualitarismo demagógico y fatal.
En esta etapa de vida hay horas de estancia en el hogar, las hay en el instituto y también las dedicadas al ocio que se llenan de encuentros e intercambios. Es necesario constatar que las actividades en el tiempo de ocio son sanas y junto a compañeros o amigos aconsejables.
Dentro del aula la situación física de los alumnos influye sobremanera en sus resultados. Estar sentado junto al que desea desactivar la clase, que busca situaciones para generalizar la distracción e incluso la bronca, es lo opuesto a estar al lado de alguien que se muestra responsable, exige aprender, participa activamente en el aprendizaje del aula.
Como con el profesor no se puede hacer zapping, algunos alumnos chatean mentalmente o mediante sus teléfonos móviles o las miraditas y mensajes entre los alumnos (la atención se dispersa). Otros alumnos buscan convertir la clase en un espectáculo televisivo con gritos, insultos, emociones simplistas, epidérmicas y forzadas. Los episodios de indisciplina dificultan el clima de aprendizaje (lo que sucede aún más en la escuela pública).
Ciertamente es un derecho de los alumnos no dejar de aprender por culpa de sus compañeros disruptivos. Eso no significa que éstos sean expulsados, sino que deberemos generar otros espacios de formación si es que no somos capaces de conseguir su correcta integración. El derecho del alumno que quiere estudiar y aprender debe prevalecer.
Un tercer grupo opta por el absentismo (mal pronóstico). En ocasiones el absentismo escolar en el instituto se multiplica y se pasan el día en «el parque» o en «los recreativos». ¡Atención!
A veces el hijo no quiere estudiar o explica que desea abandonar el instituto, ya sea porque sus aprendizajes son escasos, por una mala motivación, por los conflictos en la familia (utilizándolo en este caso como amenaza), o debido a las influencias de compañías poco aconsejables.
España posee insoportables tasas de abandono escolar (1 de cada 4 alumnos a la edad de 14 años y 1 de cada 3 a los 16 años).
Los padres han de escuchar razones, pero desde un criterio irrenunciable, que es que ha de completar los estudios básicos, que ha de cursar hasta cumplir los 16 años y que si deja el instituto será para ponerse inmediatamente a trabajar o asistir a Garantía Social (una buena opción). Tener a un hijo en casa «sin hacer nada» es inadmisible: significa hipotecar su futuro y situarlo en grave riesgo en el presente.
La escolaridad obligatoria hasta los 16 años es un avance incuestionable, pero conlleva que algunos jóvenes (con sólo 12 o 13 años), auténticos objetores escolares, desaprovechen su tiempo y perjudiquen a sus compañeros.
Los menores llegados de otros países y nacidos en España, no motivados por nuestra educación obligatoria, tienen como consecuencias el abandono escolar y conatos de violencia en colegios, institutos y en la calle.
Más valdría que la educación fuera obligatoria hasta los 16 años, pero que pudieran formarse laboralmente, manipulativamente, de manera menos abstracta (tuvimos antecesores en los aprendices, la formación labora, la garantía social), ya que esto les permitiría sentirse útiles, integrados y con un pronto y fácil acceso profesional.
Los centros educativos han de realizar acuerdos con los servicios sociales de los Ayuntamientos para erradicar el absentismo escolar. Será necesario seguir incrementando el número de plazas de garantía social, de formación prelaboral, de manera que los jóvenes aprendan actividades como hostelería, carpintería, jardinería, mecánica, electrónica… (considero que desde los 14 años la educación obligatoria habría de flexibilizarse).
No se trata de generar «castas» distintas, sino formas de aprendizaje diferentes, pues si se sienten a gusto con lo que realizan podrán motivarse y formarse con proyección de futuro.
El matonismo, la indisciplina, la desidia en la escuela nos abocan al fracaso, a la falla educativa, lo que, unido al absentismo escolar, lesiona la calidad democrática.