Escuela de Padres

Archive for julio 30th, 2013

En los años 80s, los jóvenes profesionales bien vestidos dieron origen a frases como «Está bien, sí -Almorcemos juntos» «Tengo un pequeño espacio en mi agenda» y «pasemos un poco de tiempo de calidad». Se puso de moda creer que no era la cantidad de tiempo que usted pasaba con sus hijos lo que importaba, sino la calidad de ese tiempo. Altos ejecutivos urbanos se convencían a sí mismos de que si programaban en sus agendas un «tiempo energizante» para sus hijos, y lo llenaban con actividades intensas y de calidad, entonces estarían cumpliendo adecuadamente sus obligaciones de madres o padres. Pero tristemente, el «tiempo de calidad» a menudo no es más que una excusa falsa para darles a sus hijos menos tiempo del que realmente necesitan.

Una de las maneras más evidentes que sus hijos utilizan para medir la calidad de tiempo que usted pasa con ellos es observando la cantidad de ese tiempo. Esto realmente tiene mucho sentido. Después de todo, cuando usted ama a alguien, desea pasar todo el tiempo posible con esa persona. Así que, si sus hijos tienen la impresión de que usted no quiere estar con ellos, es lógico que piensen que usted no los ama en realidad, sin importar lo que pueda decirles o comprarles. Sus hijos quieren su presencia, no sus presentes.

(Sin embargo, es importante recordar que no hace ninguna diferencia el tiempo que pase con sus hijos, si al hacerlo, les da la impresión de que realmente no desea estar con ellos o que le aburre su compañía. Su hijo puede sentirse abandonado aún cuando usted esté presente todo el tiempo).

Cuando alguien a veces pregunta en una conversación momentánea: «¿Cómo estás?», la respuesta es: «Bien gracias». Esa es la respuesta normal, aun cuando la verdad sea otra. Muy pocos de nosotros mostramos nuestras emociones. La mayoría necesitamos mucho coraje, y mucho tiempo para sentirnos suficientemente seguros para contarle a alguien nuestros pensamientos más profundos, sentimientos y problemas. La confianza no se construye rápidamente. Los asuntos profundos y las preguntas importantes, las cosas que en realidad importan a los hijos, se ven interrumpidos por la presencia del padre. De hecho, los niños acostumbran hacer las preguntas más profundas en los momentos más raros e inapropiados.

Las conversaciones importantes no surgen mediante un llamado o en forma programada. Sentar a su hijo frente a usted, con el propósito de entablar una «charla de tiempo de calidad» sobre sus problemas, puede ser muy intimidante para él y rara vez produce los resultados esperados. Pero de vez en cuando, en un ambiente «neutral» y menos amena- zante para ellos, el cual puede ser el momento en que usted hace el té, repara los estantes, practica natación o hasta cuando ve televisión, sus hijos, de forma natural, preguntarán sobre todo tipo de temas inesperados e importantes. Después de pasar una hora ayudándole a armar una pieza de un mueble, diseñado para armarse en cinco minutos, su hijo o hija, inesperadamente, le contará la causa de su disgusto en la escuela la semana anterior, le dirá que desea hacer con su vida o le contará sobre los chicos o chicas de mayor edad que le ofrecieron drogas al salir de la discoteca. Los padres que invierten cantidad de tiempo con sus hijos, obtienen la oportunidad de entablar una conversación de calidad con ellos.

La mayoría de las mejores conversaciones que he tenido con mis hijos sobre profesiones, racismo, intimidación, amor, fracaso, éxito, honradez, relaciones afectivas, dinero, justicia, entre muchas otras, han iniciado de esta forma. Con solamente estar cerca de sus hijos les enviará el mensaje, «Me siento bien cuando estoy contigo. Disfruto tu compañía. Estoy feliz de que estés aquí…» Cuando los hijos reciben este tipo de mensajes se sienten con confianza de hacer preguntas íntimas o hablar sobre aspectos personales sin temor a ser rechazados.

La realidad es, en la mayoría de los casos, que la calidad está presente únicamente cuando se ha invertido cantidad de tiempo. Es similar a cultivar un jardín. Crear un hermoso jardín requiere mucho tiempo y esfuerzo. Se debe preparar el terreno, sembrar semillas, arrancar cizaña, sembrar pastos, regar plantas, podar árboles y sujetar cercas. Claro está, usted puede contratar a alguien para esta labor, pero para obtener resultados óptimos no se pueden tomar atajos. Alguien tiene que hacer este difícil trabajo. ¡Sin suficiente tiempo, no hay calidad! Aunque usted se haga el ciego para no ver «la jungla» frente a su puerta principal o trasera, un jardín abandonado es evidente para todos los demás.

La labor de criar a un hijo requiere más tiempo del necesario para cultivar un jardín. A diferencia de su jardín, los niños son muy quisquillosos respecto a las personas que los cuidan. Para los padres que trabajan, en especial las madres o padres solteros, las guarderías infantiles y centros donde dan atención a niños son muchas veces indispensables. No obstante, a pesar de que esos centros pueden proporcionar a los padres muy ocupados algunas horas para trabajar o relajarse, nunca sustituirán el tiempo que necesitan para estar con sus hijos. De modo que, no podemos recoger a nuestros hijos de la guardería con la idea de que han recibido su «dosis diaria recomendada» de contacto humano. El hecho de tener que dejar a los hijos bajo el cuidado de niñeras competentes y profesionales en el cuidado de niños, en vez de reducir la necesidad de los padres de pasar tiempo con sus hijos, hace aun más importante la necesidad de encontrar ese tiempo.

Steve Chalke


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