Escuela de Padres

Archive for agosto 2nd, 2013

Cada padre desea darles a sus hijos el mejor comienzo posible en sus vidas. Si esto no tuviera importancia para usted, no estaría leyendo esto. El hecho de estarlo leyendo y de ha- ber llegado a este punto, demuestra que le importa. Pero la pregunta de los sesenta y cuatro mil dólares defInitivamente es: «¿Qué es lo mejor para su hijo, y que hará para ofrecérselo? ¿Qué desea usted para su hijo? Todos queremos que nuestros hijos sean felices, pero ¿qué es la felicidad? ¿Es acaso una educación costosa y de primera calidad que garantice su ascenso a la cima de la profesión elegida?, ¿es darles cada juguete que puedan desear?, ¿es tenerles un guardarropa con lo último de la moda para que sean populares entre sus amigos, o es quizás darles toda la libertad que quieran? ¿O es en conjunto algo más?

Su concepto de felicidad le dará forma y color a la vida de su hijo, por lo tanto es de vital importancia que lo haga bien. Pero, ¿qué es la felicidad?, y, ¿cómo podemos propor- cionarles a nuestros hijos felicidad y asegurarnos de que se sienten felices?

Muchos padres piensan que la felicidad se obtiene cuando se triunfa en la vida. Anhelan que sus hijos alcancen la cima del éxito y permanezcan allí. Sin embargo, existe un problema con esto. Desafortunadamente, al igual que usted, sus hijos a lo largo de sus vidas se verán aceptados o rechazados de acuerdo a la manera en que se comporten. La disponibilidad de la mayoría de las personas que conocen se basará en lo que sus hijos puedan entregarles u ofrecerles. Es una historia familiar. Desde la primaria, los chicos de la escuela eran «nuestros mejores amigos para siempre» si les dábamos dulces o calcomanías, hasta las celebridades rodeadas por sus seguidores. Así es como funciona el mundo, pero es una lección que nos cuesta aprender. La verdad es muy evidente: muchas personas nos aprecian solo cuando somos personas «exitosas». Aunque sea difícil de aceptar, nuestros hijos descubrirán poco a poco que la mayoría de las personas solamente se interesan en su aspecto, sus habilidades, sus contactos o su dinero; en resumen, se interesan en ellos porque tienen algo que desean.

La tarea de cada padre es ser la excepción a esta regla. Su responsabilidad es amar y aceptar a su hijo no por sus logros, sino por quien es realmente, sin condiciones y asegurarse de que él o ella lo sepan. Los padres deben ser capaces de decirles a sus hijos: «Te amo porque te amo, yeso es todo».

Es este amor incondicional o «sin reservas», el que todos necesitamos para ser felices. Si nunca recibimos este amor, nos pasamos toda la vida esforzándonos constantemente en agradar a los demás y así conseguir que nos amen; nos paraliza el temor de hacer algo accidentalmente que provoque que esas personas nos dejen de amar y que luego nos rechacen. Efectivamente, usted puede tener dinero, fama, poder, un nivel social alto y éxito, pero si no se siente amado y aceptado incondicionalmente, no se sentirá satisfecho y nunca será verdaderamente feliz.

¿Cuántas estrellas de rock, actores de cine o deportistas famosos cree usted que han tenido dinero, fama, poder, alto nivel social y éxito, y que a pesar de todo no son felices? El problema radica en que si nosotros no hemos conocido el amor incondicional, podemos confundir con gran facilidad las tres necesidades básicas del ser humano, que son amor, seguridad y significado, con sexo, dinero y poder. Los resultados de esta confusión son siempre desastrosos.

En casos extremos, no sentirse amado incondicionalmente puede conducir a enfermedades trágicas como la anorexia y la bulimia. En el año 1994, la Fundación Joseph Rowntree reportó que los niños que se sentían rechazados por sus padres tenían más probabilidades de ser sexualmente promiscuos al llegar a la adolescencia que aquellos que crecieron en hogares seguros. En otras palabras, si sus hijos no se sienten seguros de que usted los ama incondicionalmente, probablemente buscarán amor en otras partes. La mayor parte del tiempo, acabarán buscando en los lugares equivocados y se conformarán con un amor condicional cuyo precio es muy alto.

Steve Chalke


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