Archive for agosto 11th, 2013
Planteo que aunque por un breve espacio de tiempo, los primeros, años de vida, debemos proteger la felicidad consustancial a no tener derechos ni deberes. A partir de esa edad nos marcaremos metas, pero sin olvidarnos de disfrutar.
Buscamos la felicidad conscientes de la necesidad para alcanzarla del otro. Somos un injerto de neurobiología y sociedad.
Inevitablemente llega el día en que todo cambia. El cataclismo interior se produce cuando el niño es consciente de que morirá. La angustia soterrada lo acompañará de por vida.
En este deambular hay quien provoca la ocasión y quien atribuye su designio al azar.
Los agonías, los victimistas, los consumistas y los infantilizados resultan vulnerables y cansinos, proclaman la búsqueda de la felicidad como imperativo, mal asunto.
No se trata de evitar el mal-estar; sino de integrar todos los estados emocionales optimizándolos. La responsabilización, el generar autocontrol y la competencia son irrenunciables.
Existe la tendencia a distorsionar la realidad y a atribuir el sufrimiento emocional a los desajustes, a la sociedad, al sistema, al entorno, a los políticos, a la biología y a la genética. La mayoría de los problemas y los disgustos nos los propiciamos nosotros mismos.
Debemos emplear la lógica y la imaginación para superar los obstáculos de la vida.
Lo menos que podemos ser es lo que somos, y las emociones son parte fundamental del individuo.
Emociones que requieren un proceso de aprendizaje, reflexión, tiempo, ensayo y error. Emociones que aportan significados a la vivencia.
Equilibrio emocional inestable pero mucho mejor que los estados anímicos alternativos, extremos y desequilibrantes. Eduquemos y eduquémonos para resolver contratiempos.
Creo que nadie miente en su soledad.