Escuela de Padres

El llanto del bebé es de un valor inestimable; es una conducta refleja, pero se transforma en la más precoz comunicación del niño con el ambiente. Tiene un efecto profundo sobre los adultos y específicamente sobre las madres.

Está emitido en tal nivel y es tan variado en sonidos que es imposible tanto ignorarlo como acostumbrarse a él. Nadie parece soportarlo; bien está atender al bebé, aceptar su llanto y no perder los nervios.

Puede ser de diversos tipos:

• Cuando son verdaderos gritos enérgicos, suele acontecer que el bebé tiene hambre, por lo que desaparecen en cuanto se le pone al pecho o se le acerca el biberón.
• Los quejidos de protesta intermitentes, que cesan en cuanto el adulto se acerca, le habla o lo coge en brazos, significan que quiere mimos.
• Si el lloriqueo comienza despacio y aumenta si intentamos distraerlo, probablemente es que tiene sueño.
• Si algo le duele es cuando emite un lamento prolongado que se continúa con una contención de la respiración para estallar de nuevo en otro llanto.

El niño precisa llorar y reír; le sirve de catarsis.