Escuela de Padres

La importancia de poner normas y límites en su educación

Posted on: 9 agosto, 2015

Para que los niños aprendan a controlar su conducta y a mejorar la convivencia con los demás necesitan ciertas reglas. Lejos de coartar su libertad o limitar sus inquietudes les ayudarán a desarrollar un sistema de valores que les será de vital importancia en la adolescencia.

Establecer una serie de normas y límites es una de las principales estrategias educativas que nos permitirán disfrutar de un buen ambiente familiar y, al mismo tiempo, aumentar la autoestima de nuestros hijos. Gracias a ellas, podremos educarles dentro de un sistema de valores propio y ayudarles a ganar confianza en sí mismos. Conocer las «reglas del juego» les ayuda a mejorar su conducta y a controlar su comportamiento dentro de unos límites sanos, lo que, a medio y largo plazo, aumenta su capacidad para sentirse más satisfechos de ellos mismos y disfrutar de la vida. Tan importante como establecer las normas a seguir es saber comunicarlas. los niños que conocen cuál son las reglas y dónde están los límites saben mejor lo que pueden y no pueden hacer, un aprendizaje que les permitirá, en un futuro, tomar decisiones por sí mismos. Los adolescentes más conflictivos e incapaces de cumplir hasta las normas más básicas suelen, de hecho, tener la autoestima baja, ser impulsivos y mostrarse inseguros ante sus decisiones.

Nuestros hijos no nacen conociendo las normas. Es nuestra responsabilidad como padres ir planteándolas a lo largo de su desarrollo. Hemos de acompañarle en ese proceso para que, poco a poco, aprendan a establecer los límites por sí mismos. No es ningún camino de rosas. Muchos niños están tan acostumbrados a que se les concedan todos sus caprichos que no saben gestionar su frustración. Como no es lo mismo una rabieta de un niño de 3 años que la de uno de 16, hay que sentar las bases desde bien pequeños.

Disciplina positiva, así se pone en práctica

  • Con la máxima claridad posible. Ten claras las razones por las cuales has decidido fijar una nueva regla. Una vez establecida, explica a tu hijo esos motivos de forma positiva y constructiva. Para evitar malentendidos, trata de formular mensajes concisos y cortos. «El sábado por la tarde, tienes que llegar a las ocho» es más claro y concreto que «el sábado no llegues más tarde las ocho».
  • Sin contradicciones. Consensuar las normas con tu pareja es imprescindible. Si cada uno interpreta la regla de un modo distinto, ésta no será efectiva. Tu hijo/a dejará de cumplirla porque verá que uno de los dos no la comparte y lo aprovechará a su favor.
  • En el momento adecuado. A la hora de fijar una norma o reajustar un límite, ten presente la edad de tu hijo/a y la meta que persigues. Es bueno establecer una nueva regla cuando veas que está sobrepasando un límite -pegar a su hermano, gritar, etc.- o cuando quieras que asuma un nueva responsabilidad.
  • Aplica la constancia. Una vez se ha establecido una norma, exige su cumplimiento y, si es necesario, explica las consecuencias que comportará saltarse esa regla. Si la norma queda clara y tú y tu pareja cumplís con vuestra palabra, tu hijo/a interiorizará y, poco a poco, convertirá ese cambio de actitud en un hábito. Valora sus progresos y fija castigos razonables, proporcionales a la gravedad de su conducta.
  • Con sentido común. Las normas han de ser estables en el tiempo, sólo se cambiarán o se rectificarán cuando hayan dejado de ser adecuadas, por la edad del niño o porque se dan unas nuevas circunstancias (en verano, por ejemplo, se puede flexibilizar la hora de llegar a casa, el modo de hacer los deberes, etc.).
  • Busca su colaboración. A partir de cierta edad, intenta hacerlo partícipe: «¿Te parece justo?», «¿estás de acuerdo?», etc. Cuando los niños ven que pueden colaborar en la fijación de una norma y que se tiene en cuenta su opinión, se sienten más implicados en su cumplimiento.

No basta con fijar reglas, hay que ¡cumplirlas!

Con la educación de nuestros hijos, no nos podemos despistar ni un solo segundo.

  • Mantén las normas pase lo que pase. Las reglas no han de variar en función de si nuestro hijo/a las cumple o no. Si él/ella ve que se sale con la suya y que tiene el poder de la situación, no se esforzará en mejorar su comportamiento.
  • Supervisa su cumplimiento. Hemos de hacer un seguimiento para ver si las normas se cumplen o no. Para algo las hemos puesto, ¿no? Si no ejerces ese control, tu hijo/a se las saltará a la primera de cambio y eso dará pie a problemas.
  • Si al refuerzo positivo. Es muy importante decir a nuestros hijos las cosas que hacen bien y valorar sus progresos. Ese gesto les motivará a seguir haciéndolo bien, aparte de demostrarles que estamos pendientes de ellos. Si sólo nos fijamos en lo que hacen mal, es posible que acaben haciendo las cosas mal para llamar nuestra atención. Reforzarles de forma positiva sólo trae beneficios. Recuerda, eso sí, que lo obligatorio se refuerza, no se recompensa. Si cumplen con su tarea, un «estoy orgulloso de ti» bastará para sacarles una sonrisa de satisfacción. No tenemos que comprarles, ni pagar nada a cambio.
  • No pierdas los papeles. Los padres no tenemos que ser «colegas» de los hijos. No olvides cuál es tu rol y trabaja para tener una buena relación con ellos, basada en la confianza y la comunicación.

Francisco Castaño Mena y Pedro García Aguado

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