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Sabores escondidos
Posted 12 agosto, 2015
on:Si por él fuera, comería macarrones y pollo rebozado a todas horas. Pero las espinacas o la merluza también tienen que formar parte de su dieta. Existen fórmulas para lograrlo. Es cuestión, simplemente, de «dar la vuelta a la tortilla».
A partir del año y sobre todo a los 2 y 3 años, tu hijo puede empezar a poner mala cara a ciertos platos, sobre todo los de verduras y pescados. «Hay que buscar estrategias que permitan que pruebe alimentos distintos y sea él quien haga su selección final», explica Rosa Roura, nutricionista infantil.
Y conviene hacerlo con tres premisas fundamentales: no forzarle nunca, predicar con el ejemplo y no ofrecerle siempre lo mismo. Los expertos afirman que es necesario que un niño haya probado al menos diez veces un alimento antes de confirmar que no le gusta de verdad.
¿Intolerancia o manía?
De entrada, comprueba con el pediatra que detrás de su rechazo no haya una causa justificada. Las intolerancias y alergias a alimentos afectan a un 5% de los niños, aunque la mayoría las superan antes de comenzar la escuela. Las reacciones suelen ser cutáneas (inflamación de cara, garganta o boca, erupciones o picazón) o gastrointestinales (diarrea, vómitos, cólicos). Si dudas, llévalo a tu pediatra. Si no se dan estos síntomas, tal vez su negativa a probar algo nuevo se deba a que no le convence su olor, sabor, textura o color.
¡Odia las verduras!
A muchos niños de esta edad no les gusta el verde. Los expertos creen que se debe al sabor amargo del calcio presente en verduras como espinacas, col o acelgas. Hay que introducirlas de una en una y empezar por las de sabores fáciles, como el calabacín, la calabaza o la zanahoria.
Una buena técnica es que sean el complemento de otros productos que sí les gustan. La mejor opción: las salsas, en especial la de tomate, a la que puedes añadir casi cualquier verdura, y el puré de patatas.
Otra idea: rebozarlas con huevo y harina. O recurrir a croquetas, empanadillas, canelones o buñuelos, que pueden «esconder» infinidad de verduras. E incluso a una pizza casera, que puedes preparar con los niños. «Pocas cosas les motivan más que comer lo que han ayudado a cocinar», explica Rosa Roura.
Piensa en utilizar moldes con figuras para dar forma a las verduras. Y apunta estas combinaciones: purés y cremas con un huesito encima; judías verdes junto a un huevo duro, espinacas con bechamel; un poco de brécol con mayonesa…
No soporta las legumbres
Sus propiedades las hacen imprescindibles. «Pueden ser plato principal pero también pueden colarse en forma de ensalada», propone la nutricionista. De todas, las más sencillas de introducir en su alimentación son las lentejas. Comienza acostumbrándole al sabor: prepara un caldo, pero retíralas y deja disuelta solo la fécula que desprenden. Más adelante, tras varios caldos, podrás incorporarlas en forma de puré.
Las lentejas rojas no tienen piel y son una opción estupenda para comenzar por su sabor dulce y su color más llamativo. El humus de garbanzos, para que unte con pan o incluso con tiras de zanahoria, es infalible. Y siempre puedes preparar hamburguesas con casi cualquier legumbre.
Le cuesta tomar fruta
Hay muchos niños que no aceptan todas las frutas. «El único gusto innato es el dulce. Todos los demás son adquiridos», recuerda Rosa Roura. Si tu hijo rechaza las que tienen un sabor un poco ácido, una buena idea es equilibrarlo añadiendo una base de yogur natural (cuando ya pueda tomarlo). Y también puedes añadir media zanahoria cocida cuando las tritures, lo que le dará una textura mucho más suave.
La decoración es importante: sirve las compotas y los purés en copa (de vez en cuando puedes añadirle unas virutas de chocolate o un poco de helado).
Para darle frutas en trocitos, utiliza variedades de distintos colores y crea dibujos sobre el plato (por ejemplo, una cara con fresas y plátano) o apuesta por las brochetas varias. Y recurre a la fruta como guarnición o complemento de otros alimentos (en forma de compota, introduciendo una manzana en un asado de pollo, haciendo emperador a la naranja…).
Rechaza el pescado
Si quieres que lo acepte, has de ser original en la presentación. No olvides que el pescado blanco tiene un sabor más suave que el azul y que si lo rebozas, empanas o preparas al horno, le resultará más agradable que hervido o al vapor. Puedes camuflarlo de mil maneras: con salsas (bechamel, verde, tártara), en la paella, en ensaladas o en empanadillas, croquetas, albóndigas, buñuelos, lasaña, canelones o en una estupenda tortilla. Dale la vuelta.
Consejos para que coma mejor
- Si no quiere probar algo no insistas, inténtalo más adelante. O ponlo de vez en cuando en tu plato y espera a que te pida probarlo.
- Comed en familia para que vea que el menú es el mismo para todos.
- Respeta sus gustos. Es normal que no le guste todo, y sus preferencias pueden cambiar a medida que crece.
- Cocina junto a él, y más esos alimentos que rechaza.
- Elabora platos con color y variedad de formas y deja que coma con los dedos.
- Ponle raciones pequeñas y déjale repetir.
- Si no quiere terminar el plato no le obligues, retíralo sin más (pero no lo cambies por otro alimento).
- Sé positiva y ten paciencia.
La leche tiene mil posibilidades
Si a tu hijo no le gusta la leche, no te preocupes, hay muchos trucos par que la tome. Por ejemplo, añadir medio vasito cuando prepares un puré de frutas o verduras, utilizarla como ingrediente en salsas para aderezar sus platos de pasta, añadir un chorrito al hacer la tortilla…
También puedes recurrir a platos que se elaboren con leche como ingrediente casi principal: unas natillas, un flan o un batido de su fruta favorita. Y si aún así toma poca y quieres que no le falte calcio, ofrécele alimentos como queso fresco, quesitos, helados de crema…
David Ruiz