Escuela de Padres

Archive for agosto 16th, 2015

La comunicación es el primer pilar de la educación. Como padres, debemos procurar tener un buen trato con nuestros hijos para, de esta manera, generar un vínculo afectivo con ellos.

Las familias que se relacionan de una forma positiva tienen menos conflictos. Y es que una buena comunicación nos permite establecer normas y límites de forma sana, entender a nuestros hijos y hacer que ellos nos entiendan a nosotros, además de ayudarles a madurar con mayor seguridad. Hay que tener en cuenta que comunicar no es informar ni interrogar. Es un proceso de interacción entre dos o más personas en el que se comparte información tanto en una dirección como en la otra. Por ello, deberíamos revisar nuestra forma de relacionarnos con nuestros hijos. Seguro que tenemos muchas cosas que mejorar, pero para ello hemos de reflexionar y pensar qué es lo que no hacemos bien e intentar cambiarlo.

Buscar el lugar y el momento adecuados

Para disfrutar de un buen ambiente familiar, es necesario que busquemos espacios y situaciones que nos permitan hablar con calma (como, por ejemplo, en las horas de las comidas, durante los viajes en coche, al acompañarlos al colegio…) para, de esta forma, escucharlos, entenderlos y, sobre todo, compartir cosas.

Es preciso, además, que entendamos que ellos no tienen las mismas preferencias que nosotros. Aunque a los padres nos gustaría que nos contasen cómo ha ido el colegio o el instituto, qué han hecho con sus amigos, dónde han estado, etc., es muy probable que ellos prefieran hablar de otros temas, como su juego preferido o una serie de la televisión. Siempre hemos de estar dispuestos a hablar con nuestros hijos y prestar atención a cualquier cuestión que sea importante para ellos, no únicamente a lo que coincida con nuestros gustos e intereses.

Las claves para potenciar el diálogo

Para comunicarnos correctamente es importante tener muy claro lo que tenemos que decirle a nuestro hijo/a, pero también hemos de considerar otros factores.

  • Utiliza un tono de voz serio, bajo y tranquilo. Por muy enfadado/a que estés, trata de no gritar ni utilizar palabras malsonantes.
  • Mantén el contacto visual con tu hijo. Intenta no hacer otras cosas cuando le estás comunicando algo.
  • Habla con calma. Si lo haces muy rápido, puede que no te atiendan ni te entienda.
  • Muchas con tu postura corporal que estás relajado y predispuesto a atenderle. Evita las actitudes excesivamente «pasotas» o, todo lo contrario, demasiado tensas o agresivas.
  • Escúchalo de forma activa. Cuando tu hijo/a te responda, presta atención a sus razones.
  • Asiente con la cabeza o verbalmente cuando te hable. Así, le estarás demostrando tu interés.
  • No descargues tu enfado con él. Si te notas muy alterado/a, es mejor esperar, ya que es posible que hagas y digas cosas de las que te arrepientas después.
  • Explícate con claridad. Cuando quieras comentarle algo, trata de hacerlo de forma clara y concisa. Sobre todo, no le hables de varios temas a la vez, cada cosa a su tiempo. Tampoco debes generalizar. Es mejor decirle, por ejemplo, «hoy has estado demasiado tiempo conectado» que «te pasas el día enganchado al ordenador».
  • Dile como te hace sentir el problema. Si estás enfadado/a, triste, etc.
  • Pide a tu hijo que también exprese su punto de vista y respeta su opinión. Aunque no estés de acuerdo con sus ideas, deja que se explique. No debes adelantarte con frases como, «ya sé que me vas a decir que…»
  • Anímale a que exteriorice sus emociones. Para crear empatía, trata de ponerte en su lugar con expresiones como «yo también estaría enfadado/a en tu lugar», «comprendo que estés triste con esta situación», etc.
  • Recuerda siempre la edad de tu hijo y su capacidad para entender las cosas. Ha de comprender todo lo que queramos transmitir.
  • No lo etiquetes. El problema es el suceso, no él/ella. Si, por ejemplo, le dices que es un vago/a, lo más probable es que no sea capaz de analizar las razones por las que tú le has dicho eso. En lugar de ello, déjale claro que su problema no es que sea un vago/a, sino que no hace los deberes.
  • Prepárate ante la posibilidad de escuchar cosas que no te gusten. En estos casos, no has de cortar la conversación ni recriminarle nada. Si lo haces, con el tiempo, perderá la confianza y dejará de contarte cosas.

La mejor actitud ante las discusiones

Si se presenta una discusión, es importante no actuar de forma impulsiva. Hay que mantener al calma y saber muy bien qué hacer.

  • Antes de comunicarle algo a tu hijo, piensa durante unos segundos lo que le vas a decir, así conseguirás transmitir el mensaje de una forma más precisa y lo entenderá mejor.
  • Puedes no compartir su opinión, pero eso no te autoriza a no escucharla ni entenderla. El respeto mutuo os ayudará a mejorar vuestra relación y aumentará la confianza.
  • El ejemplo es la mejor enseñanza. Si quieres que tu hijo sea educado durante la conversación, tú debes dar el primer paso. Bajo ningún concepto debes insultarlo, culparlo, ridiculizarlo o lanzarle amenazas.

Francisco Castaño Mena y Pedro García Aguado


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