Escuela de Padres

Archive for agosto 20th, 2015

El contacto piel con piel es esencial para los bebés, sobre todo para los prematuros que verán reducida su estancia en el hospital.

¿Qué es?

Los cuidados madre canguro consisten en que madre e hijo estén en contacto piel con piel ininterrumpidamente, reforzando de este modo el vínculo afectivo entre ambos. Esta práctica se basa en el principio de que los recién nacidos no deben separarse de sus madres. Los beneficios que ofrecen aún son muy importantes en los prematuros, para los que no hay mejor incubadora que el calor del cuerpo de su madre, o de su padre, si por algo la mujer no pudiera hacerlo.

¿En qué consiste?

El bebé se coloca entre los pechos de la madre, en posición manita, con la cabeza ligeramente extendida para poder mantener abiertas las vías respiratorias.

En el paritorio, nada más nacer, se dejará al bebé descansar sobre el pecho desnudo de la madre. Así, en contacto piel con piel, mantendrá la temperatura corporal y podrá realizar el agarre espontáneo al pecho. Que la lactancia materna tenga un inicio natural y respetuoso suele aumentar las posibilidades de que esta sea placentera para ambos y prolongada en el tiempo.

En el hospital o en casa, los padres irán aseados, pero sin perfume, y en el caso de las mujeres, sin sujetador. Se buscará la posición más cómoda, tanto para la madre o el padre como para el bebé, así como un ambiente tranquilo con temperatura agradable.

El bebé estará desnudo, solamente llevará puesto el pañal y un gorrito, porque el calor que le aporta el cuerpo de sus padres es suficiente.

¿Cuánto tiempo debe practicarse?

Se recomienda permanecer en esta posición durante 50 minutos, siendo preferible prolongarlo hasta más de dos horas al día.

Evidentemente, requiere una predisposición para hacerlo por parte de los padres, y un buen estado de salud, especialmente de la madre, la cual, según cómo haya sido su parto, puede que tengan secuelas que le impidan hacerlo.

También se aconseja mantenerlo el máximo tiempo posible, hasta el año a poder ser, sobre todo en bebés prematuros, porque es el plazo suficiente para corregir alteraciones auditivas, visuales o de neurodesarrollo que el bebé haya podido sufrir.

¿Qué le aporta al bebé?

Estos niños estabilizan sus constantes vitales (ritmo cardíaco, respiratorio, temperatura corporal, glucemia, estimulación inmunológico, tolerancia al dolor…) antes que aquellos que están en la incubadora, porque las acompasan con las de su madre.

La lactancia materna también se ve favorecida, porque el contacto piel con piel promueve la producción de leche. Además, en esta posición, los bebés pueden mamar mejor y más a menudo.

En cuanto al sistema inmune, de la leche materna obtienen, además de anticuerpos, una gran cantidad de elementos que los protegen. Y es que lo niños que fueron amamantados y tuvieron un mayor contacto piel con piel suelen tener menos problemas de salud en un futuro.

En esta posición, también están más relajados, haciendo que sus hormonas preparen el estómago para una mejor absorción de alimento, y lo que se traduce en una mayor ganancia de peso.

Al reducir la sobreexcitación, los periodos de sueño y su desarrollo neurológico se ven igualmente favorecidos.

En contacto piel con piel, lloran menos, lo que disminuye el nivel de hormonas del estrés. Así, establecerán fácilmente el vínculo de apego con la madre que a la larga supondrá una mayor estabilidad emocional.

¿Cómo favorece a los prematuros?

Esta técnica permite brindar a los recién nacidos prematuros y de bajo peso al nacer las condiciones óptimas para su adecuado desarrollo.

El calor corporal favorece el vínculo materno/paterno con su hijo y facilita la lactancia materna.

Este contacto se puede hacer mientras el niño permanece ingresado si el hospital lo permite. La Organización Mundial de la Salud lo recomienda, e incluso ha elaborado una guía dirigida a lo profesionales que tratan con este tipo de recién nacidos.

La posición vertical los ayuda a regular la respiración, a la vez que se disminuyen el número de apneas.

Favorece el tránsito intestinal, con lo que se reducen los episodios de reflujo gastroesofágico (vómitos) y facilita una mejor digestión.

Disminuye la actividad motora y muscular, favoreciendo el ahorro energético y, en consecuencia, el aumento de peso.

Fortalece su sistema inmune, lo que le evita sufrir posibles infecciones hospitalarias.

Disminuye el tiempo que necesitan estar ingresados.

Dr. Ruth García


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