Escuela de Padres

Archive for septiembre 16th, 2016

Las características fundamentales del juego en la infancia están basadas en los siguientes principios:

– El juego debe aceptarse como un proceso, no necesariamente con un resultado pero capaz de tener alguno si lo desea el participante.

– El juego no es la antítesis del trabajo: ambos son parte de la totalidad de nuestras vidas.

– El juego es necesario para los niños pero también para los adultos.

– El juego siempre está estructurado por el entorno, los materiales o contextos en que se produce.

– La exploración constituye un paso preliminar a formas más retadoras del juego que, en el entorno escolar, probablemente estarán dirigidas por el profesor.

– Un juego adecuadamente dirigido asegurará al niño un aprendizaje a partir de su estado actual de conocimientos y destrezas.

– Los padres tienen derecho a esperar que el juego en las escuelas se organice de un modo Significativo y distinto del practicado en casa y en otros sitios. Si pueden ver que esto es así es más probable que le otorguen valor e importancia.

– El juego es potencialmente un excelente medio de aprendizaje.

A través del juego el niño va experimentando y dando significación a todo aquello que vive, selecciona aquellos aspectos de la realidad que le son útiles, comprende el esfuerzo de producción que requiere el elaborar las cosas, e interioriza lo vivido. El desarrollo de una postura crítica, la orientación personal ante los hechos, la emergencia de valoraciones, e incluso la expresión de opiniones y actitudes, son algunas consecuencias del proceso educativo de la actividad lúdica.

En definitiva, analizando desde un punto de vista productivo al juego podemos afirmar, siguiendo a Llull, que el juego es algo superfluo e inútil, pero resulta muy necesario desde una perspectiva sociocultural, puesto que se trata de una expresión más de la existencia humana; y para el niño, además, es un medio de conquistar progresivamente su autonomía personal.

El juego, actividad por excelencia de la infancia, es vital e indispensable para el desarrollo humano. El juego temprano y variado contribuye de un modo muy positivo a todos los aspectos del crecimiento. Está estrechamente vinculado a las cuatro dimensiones básicas del desarrollo infantil: psicomotor, intelectual, social y afectivo-emocional. (Garaigordobil, 2005)


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