Escuela de Padres

Archive for septiembre 30th, 2016

La adolescencia es una etapa entre la edad infantil y la madurez Este termino se utiliza para señalar toda la etapa de transición o sólo la primera parte de ella (12-16 años), también se habla de pubertad para la faceta biológica de la etapa, adolescencias para la psicológica y juventud para la social.

Los cambios fundamentales se inician hacia los 11 años, con un retraso en los chicos de 1-2 años con respecto al sexo femenino. Estos cambios fisiológicos son la maduración esquelética, el aumento de capacidad torácica, el perfeccionamiento cerebral, el cambio fundamental en el sistema neurovegetativo y el aumento y estabilización de peso. En el adolescente se presenta la opción de aceptar un nuevo esquema corporal.

Los tradicionales criterios de madurez biosexual (primera menstruación, primera eyaculación, máximo crecimiento en talla, aparición de pelo pubiano) ceden paso al del análisis de orina con hormonas gonadotrópicas. La intervención de las hormonas es definitiva; tanto las de crecimiento como las sexuales. De estas últimas proceden los caracteres sexuales primarios y los secundarios (pilosidad corporal, alargamiento de las cuerdas vocales, engrosamiento del panículo adiposo, etc.).

Todos los cambios biológicos de la madurez física suscitan un nuevo interés por la sexualidad y agravan el problema de integrar esos impulsos con los otros aspectos de la personalidad. A este proceso de la personalidad se le denomina socialización sexual. Consta de cinco componentes

1) Escoger una preferencia por el objeto sexual;

2) Asumir una identidad sexual;

3) Aprender los papeles propios del sexo

4) Entender la conducta sexual;

5) Adquirir las destrezas y conocimientos sexuales.

La socialización sexual normalmente culmina en sentimientos positivos respectos a la propia sexualidad y a la capacidad de traducirlos en una conducta correcta y eficaz.

Durante este proceso el muchacho al tiempo púdico, desvergonzado y curioso obsesionado. La iniciación sexual se la hacen los compañeros a la mayoría de los adolescentes y a gran parte de las adolescentes.

Siguiendo a Piaget en cuanto al desarrollo cognitivo esta etapa es la de las operaciones formales, la de la lógica formal, la del pensamiento hipotético-deductivo: la capacidad de plantearse posibilidades, de experimentarlas sistemáticamente y la de producir leyes o principios. Se inicia con la colaboración de los demás. Esta es indispensable para la inteligencia llegue al último punto de su desarrollo.

Si el niño reflexionaba sobre situaciones concretas, presentes, hacia los 11-12 años el adolescente comienza a poder razonar sobre elementos hipotéticos. Estas operaciones mentales formales se realizan sobre las mismas operaciones concretas pero no son ella su objeto sino las proposiciones que las expresan. Piaget las reduce a seis:

1) Suposiciones, por el gusto de discutir.

2) Plantea y verifica hipótesis;

3) Búsqueda de propiedades generales;

4) Concibe la posibilidad de lo infinito y de lo comprensible;

5) Tiene conciencia de su propio pensamiento y es capaz, de volver sobre él;

6) Puede tratar con amplitud relaciones complejas, relaciones de relaciones.

Siguiendo con este mismo autor el desarrollo afectivo en la adolescencia se afirma mediante la doble conquista de la personalidad y de su inserción en la sociedad adulta, existiendo un perfecto paralelismo con la elaboración de las operaciones formales y la finalización de las construcciones del pensamiento.

La personalidad implica la cooperación: La autonomía de la persona se opone a veces a la ausencia de reglas (el yo) y a la heteronomía, o sumisión a las coacciones impuestas por el exterior. La personalidad se inicia pues a partir de la infancia y no puede construirse más que al nivel mental de la adolescencia.

El egocentrismo de la adolescencia, tanto su aspecto intelectual como afectivo, proviene de las oscilaciones propias de esa descentralización del yo. El adolescente se sitúa como un igual de sus mayores pero se siente distinto, diferente a ellos, debido a la nueva vida que se agita en él. Quiere superarlos y sorprenderlos, transformando el mundo. Esto es lo que hace que sus planes de vida estén llenos simultáneamente de sentimientos generosos, proyectos altruistas o fervor místico y de inquietudes megalomanías o un egocentrismo consciente.

El adolescente lleva a cabo su inserción en la sociedad de adultos mediante el pensamiento y la imaginación: proyectos, programas de vida a menudo teóricos, planes de reforma social o política etc…

La auténtica adaptación a la sociedad se llevará a cabo cuando cambie su papel de reformador por el realizador.

El adolescente descubre el amor. Incluso en el caso de que el amor encuentre un objeto vivo, en realidad se trata de una especie de proyección totalmente ideal en un ser real, y de ahí provienen las decepciones tan repetitivas como sintomáticas de los flechazos.

La sociabilidad de la adolescencia se afirma, a menudo desde el principio, mediante la vida en común que llevan a cabo los jóvenes. Las sociedades de adolescentes son sociedades de discusión al contrario que las infantiles cuyos objetivos esenciales era el juego colectivo. Entre adolescentes el mundo es reconstruido en común, a veces puede llevarse a cabo una crítica mutua de las respectivas soluciones, pero existe un total acuerdo de la absoluta necesidad de promover reformas. Después vienen las sociedades mas amplias como por ejemplo los movimientos juveniles, en los cuales se despliegan los intentos de reorganización positiva y los entusiasmos colectivos.

Las amistades del adolescente a menudo son más importantes para el crecimiento que las relaciones familiares. Las familias deben hacer ajustes ante la creciente independencia. Las rebeliones con los compañeros sirven para ofrecerles el apoyo emocional que necesitan para afrontar los múltiples cambios de su vida y para reducir la independencia respecto a sus padres.

Los compañeros también sirven de modelo y audiencia entre sí en el ensayo de nuevas conductas. Los grupos de compañeros de la misma edad ayudan al adolescente a formarse la identidad del grupo.

Desentrañando la naturaleza de la amistad para el adolescente descubriremos otros valores, entre ellos destaca la sinceridad. Esta cualidad es señalada como la más necesaria en el amigo. El adolescente es sincero aunque no siempre actúa con sinceridad porque las reacciones del adulto o del entorno le inhiben.

Quiere ser sincero y exige la misma sinceridad respecto a él. Otras cualidades necesarias en el amigo son: fidelidad, amor y comprensión.

Los principios morales, los valores éticos en general experimentan una revisión en la adolescencia: de hecho se da una separación clara entre criterio y conducta moral. Los psicólogos del desarrollo coinciden en señalar un período de incertidumbre moral con deseos de autojustificación entre los 14-16 años. A partir de los 16 desaparecen los sentimientos de culpabilidad inauténtica y se esclarecen las ideas éticas.

El preadolescente es recto en sus juicios éticos, pero le motivan más el sentimiento, los juicios afectivos que la razón (juicios sintéticos); ésta va sustituyendo a aquel a medida que la adolescencia avanza. Entonces aparecerán los juicios injustos producidos por actitudes egoístas fruto del entorno social.


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