Escuela de Padres

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¿Darán en el clavo?

Muchos padres están cansados de que les digan que la tecnología está afectando el buen desarrollo de sus hijos. Pero también, los padres y madres de la era digital están conscientes de que este creciente fenómeno puede hacerlos cometer ciertos errores.

La verdad es que los valores centrales de crianza no han cambiado tanto con el tiempo. Los padres quieren que sus hijos sean felices y alcancen sus metas. Es por esto que un grupo de investigadores de Harvard resumieron 6 prácticas o estrategias para conseguir que tus hijos crezcan sanos y felices, aun rodeados de tantas distracciones:

 

1. Pasa el tiempo con tus hijos:

 Cindy Neilson 

Es la base de todo esto. Trata de estar el mayor tiempo posible con ellos. Pregúntales sobre ellos, sus actividades y día a día. Esto los hará ser únicos y estar conscientes del amor y preocupación que sientes por ellos.

 

2. Si importa, dilo en voz alta:

 Parents Magazine

Según los investigadores, la mayoría de los padres sí se preocupan de sus hijos, pero hay veces que ellos necesitan oírlo. También puedes preguntarle a sus profesores o entrenadores cómo van sus tareas o trabajos en grupo para saber más de ellos.

3. Muéstrale a tu hijo cómo hacer deporte

 Sarah Miller

Acompáñalos en los procesos de toma de decisiones. Por ejemplo, si quiere dejar de hacer un deporte u actividad, pregúntales por el motivo y ve su compromiso con el equipo. Y guíalos a lo que sea mejor para ellos.

4. Haz que la amabilidad y gratitud sean características de la rutina diaria

Jennifer Smolkowicz

Los estudios dicen que cuando las personas tienen el hábito de expresar gratitud, son más cooperadoras, generosas, compasivas y menos rencorosas. Además de ser más felices y saludables. Así que es bueno que los padres les den responsabilidades, les pidan que ayuden a sus hermanos o que simplemente den las gracias.

5. Pon atención a las emociones destructivas de tu hijo

Jamie Reimer

Los especialistas dicen que la capacidad de cuidar a los demás puede generar que los niños se sientan abrumados y expresen pensamientos negativos. Y, dicen que es bueno que los padres ayuden a los niños a nombrar esas emociones y guiarlos para que se enfoquen en ser individuos caritativos. También es bueno establecer límites claros y razonables.

6. Muéstrale a tus hijos más círculos sociales

Casi todos los niños empatizan con los círculos de amigos o familiares pequeños. El truco es incentivarlos a que se preocupen de las personas que están afuera de sus círculos. Puedes lograr esto si los entrenas a ser buenos escuchadores, y tratar de que se pongan en el lugar de otras personas. En cuanto a la empatía, puedes mostrarle ejemplos de las noticias o entretención.

El estudio finaliza con una conclusión para los padres:

“Criar a un niño respetuoso, ético y preocupado ha sido y siempre será un trabajo duro. Pero es algo que todos nosotros podemos hacer. Y no hay trabajo más importante o gratificante” 

“Gritar es mucho más sencillo que dialogar, es por ello que recurrimos frecuentemente a este recurso, el cual a la larga se convertirá en un hábito difícil de erradicar. Solamente son excusables, cuando de forma instintiva las utilizamos ante una amenaza o peligro en el que nos vemos envueltos o bien puede afectarles a nuestros hijos.

Como lo prometido es deuda a continuación les resumo nueve alternativas como apoyo para aquellos momentos en los que la paciencia y el agotamiento nos vencen.

1. Reflexionar  tratar de tranquilizarse, tal vez tuviste un día pesado, o las cosas no están como nos gustaría que estuvieran, reflexiona…. si realmente estas castigando  el acto de tu hijo o es una forma de desahogo personal. Canalizar la frustración, ira o  rabia en otra actividad, es muy útil para evitar gritarles. Hacer deporte, es una actividad  benéfica para ti y los tuyos, o bien buscar otras actividades que sirvan. Aunque el deporte siempre es un buen catalizador que nos permite sacar esos excesos de tensión física y psicológica además de quemar calorías.

2. Empatía ponerse en su punto de vista y buscar los motivos de su actuación. A lo mejor desde tu posición no es justificable su acto, pero sí desde la suya, y hay que tener en cuenta que los niños viven el “aquí y ahora” sin contemplar las consecuencias.

3. Comunicación Esto debe tenerse en cuenta para valorar sus actos, e intentar, siempre de forma relajada, acercar su punto de vista al nuestro y viceversa.

4. Saber escuchar por más pequeños que sean son personas y entienden, por lo tanto, merecen ser escuchados con atención antes de reprocharles nada. Esto además les enseña, que para la solución de conflictos, un método válido es el diálogo.

5. Apoyo de pareja (cuando sea el caso), habiendo planificación y equilibrio entre los limites y las normas de la casa. La alianza y la unión entre los dos miembros de la pareja es fundamental. En caso de conflicto es recomendable que actúe el que está más tranquilo, éste ayudará a sacar la situación con calma.

6. Ser democrático.

7. Humildad como padres no siempre tenemos que tener la verdad absoluta, por ello cuando nos equivoquemos es bueno reconocerlo delante de el. Esto les ayudará y enseñara a reconocer errores.

8. Bajar el tono de voz susurrarles o hablar en voz baja les puede desconcertar, y ayudará a que se motiven a prestar atención.

9. Motivar si quieres que tu hijo te obedezca, refuerza con elogios todo aquello que hace bien, corrige con diálogo todo lo que hace mal y enséñale siempre cuál es la forma correcta de hacerlo.

En ocasiones seguir estos consejos es mucho más cansado que alzarles la voz en un momento determinado, pero las consecuencias son mucho peores. Educar requiere de un esfuerzo consciente en el que con frecuencia será necesario revisar nuestras actitudes, aprender a conocernos mejor y a conocer, entender y descubrir a nuestros hijos, modificar hábitos a veces muy arraigados. Eduquemos sin gritos.

El último libro del psicoterapeuta y filósofo, Piero Ferruci, «Nuestros maestros los niños» ya ha sido traducido a 11 idiomas. Allí él dice: «Ha hecho falta tiempo, pero al final me he dado cuenta: la relación con mis hijos pasa a través de la relación con mi mujer. No puedo tener con ellos una buena relación si mi relación con ella no es buena». La experiencia clínica de Ferruci le ha demostrado que «cada ser humano es el resultado de la relación entre dos individuos: su padre y su madre. Y esa relación sigue viviendo dentro de nosotros como una armonía bellísima o como una laceración dolorosa.

La relación entre nuestros progenitores -dice Ferruci- nos constituye en lo que somos. Y esto es verdad también en la época de la familia dormitorio, de los progenitores single, de la fecundación artificial, de la manipulación genética, de los vientres de alquiler, de los bancos de espermatozoides… Un niño siente con todo su ser la relación entre sus progenitores, sea cual sea, la siente en sí mismo. 

Si la relación está envenenada, el veneno circulará por su organismo. Si la atmósfera no es armoniosa, crecerá en la disonancia.

Si está llena de ansias e inseguridades, también su futuro será incierto» . La conclusión entonces parece clara: si quieres ser un buen padre, sé un gran marido. Si quieres ser una buena madre, sé una gran compañera para tu marido. Esto que parece simple, en la práctica no lo es.

¿Por qué? Ferruci responde en primera persona, con gran humildad: «A veces he olvidado esta realidad. He tenido demasiada confianza. Sabiendo que nuestra relación va bien, la he dejado allí». Abandonada la relación a su propia suerte, pronto aparecen los disgustos, las recriminaciones. Cuando un matrimonio reacciona a tiempo y recupera lo bello de su amor, los primeros en darse cuenta son los hijos. Y cuenta su propia experiencia, después de una temporada en que, obsesionado por escribir sus libros, comenzó a levantarse a las 5 de la mañana y a pasar el día rabiando por el ruido y las interrupciones: «Comencé a sentirme deprimido, algo no andaba bien. Al fin comprendí lo que sabía pero no quería admitir. El orden de mis prioridades estaba equivocado. Decidí devolver a Vivien, mi mujer, un marido que no se cayera de sueño. Después ocurrió algo sutil y sorprendente. Mejoró la relación entre Emilio [su hijo] y Vivien. No es que fuese una relación mala, pero había algo que no me gustaba. A menudo Emilio era descortés con ella y hablaba conmigo como si Vivien no existiera, ignorándola como el machista más encallecido. Después lo he entendido: Emilio me mostraba cuál era mi actitud hacia Vivien… Era yo quien la transformaba en una sombra. Por fortuna me di cuenta a tiempo». 

¿Cómo mantener y mejorar constantemente la relación conyugal? Este autor italiano es un gran romántico y cree que la fuente de amor para los esposos radica en el recuerdo de sus mejores momentos. «Al contrario de lo que muchos piensan, yo creo que el hecho de enamorarse es el instante más auténtico de la relación entre dos personas; es cuando ellas ven que todas las posibilidades se abren ante ellas, cuando tocan la esencia y belleza del amor… Ante los ojos de mi mente desfilan nuestros momentos más luminosos: el primer paseo juntos, la decisión de casarnos una tarde de septiembre, Vivien que acude a recibirme al aeropuerto un día de lluvia. el concierto durante el embarazo de Emilio… Todo eso es el origen, la fuente: el lugar en que todo va bien y es perfecto. Resulta positivo regresar de vez en cuando a los orígenes y beber de aquella fuente de agua pura».

Saber cómo les fue realmente en el colegio a tus hijos hoy es un tarea que actualmente se ha convertido en toda una odisea.

Si les preguntas directamente ¿cómo estuvo la escuela?, lo más probable es que te contesten: “bien”, “nada especial”, “aburrida”, y si tienes un poco de suerte, superarán la barrera del monosílabo y te dirán un corta frase como: “la profesora me regañó”. El problema es que la conversación automáticamente termina cuando comienzas a ahondar un poco más en el asunto.

En el siguiente listado, aparecen interesantes preguntas que pueden ayudar a saber un poco más sobre la vida de tus hijos en el colegio. 

No son preguntas perfectas, pero al menos colaboran a que respondan en oraciones enteras y llevan a conversaciones interesantes y a divertidas respuestas.

1. ¿Qué fue lo mejor que pasó hoy? (¿Qué fue lo peor que pasó hoy?)

2. Cuéntame algo que te hizo reír hoy.

3. Si pudieses elegir, ¿Con quien te gustaría sentarte en clases? (Con quien NO te gustaría sentarte en clases? ¿Porqué?)

4. ¿Cuál es el lugar que más te gusta del colegio?

5. Cuéntame una palabra extraña que hayas escuchado hoy (O algo extraño que alguien haya dicho)

6. Si llamara a tu profesora hoy, ¿qué me diría sobre ti?

7. ¿De que manera ayudaste a alguien hoy?

8. ¿De que manera alguien te ayudó hoy?

9. Cuéntame algo que hayas aprendido hoy.

10. ¿Cuál fue el momento más feliz de hoy?

11. ¿En que momento te aburriste hoy?

12. Si apareciera una nave espacial en tu sala para llevarse a alguien, ¿a quién querrías que se llevara?

13. Si pudieras jugar con alguien que nunca has jugado antes, ¿Quién sería?

14. Cuéntame algo bueno que haya pasado hoy.

15. ¿Cuál fue la palabra que más dijo tu profesora hoy?

16. ¿Que cosas crees que debieses hacer más o aprender más en el colegio?

17. ¿Que cosas crees que debieses hacer menos o aprender menos en el colegio?

18. De tu curso, ¿Con quién podrías ser más simpático?

19. ¿Cuál es el lugar en el que más juegas durante el recreo?

20. ¿Quién es la persona más divertida de tu curso? ¿Por qué es tan divertido o divertida?

21. ¿Cuál es tu parte favorita de la hora del almuerzo?

22. Si mañana pudieses ser el profesor ¿Qué harías?

23. ¿Hay alguien en tu curso que necesite un receso?

24. Si pudieras cambiarte de puesto con alguien de tu curso ¿A quién escogerías? ¿Porqué?

25. Cuéntame 3 ocasiones en las que usaste tu lápiz hoy en el colegio.

La manera en que las preguntas están planteadas le da a los niños una forma tranquila y no amenazante de expresar algunas cosas, por lo que se puede conocer en mayor profundidad la vida de tus hijos en la escuela, y así, trabajar a favor de los problemas que sutilmente podrás detectar.

Visto en Huffington Post 

Estamos tan obsesionados por crear la burbuja del bienestar adulto que se nos ha olvidado la importancia de sembrar la autoestima en nuestros niños.

Es muy importante que nuestros pequeños crezcan en un mundo de adultos equilibrados, pues será lo mejor que les podamos transmitir. Sin embargo, si nos paramos a pensar sobre esto, no nos costará mucho darnos cuenta de que hacemos que nuestras carencias sean visibles.

Así es que los niños, como los animales, perciben nuestros miedos e inseguridades y las hacen suyas con gran facilidad. Ante este panorama, lo cierto es que debemos de esforzarnos porque esto ocurra en menor medida. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?

En primer lugar teniendo en cuenta que somos su mejor ejemplo a seguir, por lo que debemos fomentar nuestro autocuidado. En segundo lugar con nuestra forma de actuar y de tratarles, así como en los valores que les inculcamos, es decir, en cómo los educamos.

No queremos niños que tengan que ser perfectos porque no queremos cultivar la soberbia;queremos niños que se quieran y confíen en sí mismos y en su potencial. A continuación os damos12 claves que no fallarán:

1-Es importantísimo tenerlos en cuenta y dedicarles nuestro tiempo de manera exclusiva.

Debemos considerar lo que el niño nos solicita y nos reclama. Además, si estamos paseando con ellos no deberíamos de ir mirando nuestro teléfono móvil, pues el niño nos dedicará miradas y momentos que nos perderemos.

2-Corrige sus errores pero desde el cariño.

Sin gritos y con paciencia, el niño es una esponja que absorberá lo bueno y lo malo. Hazle entender que aprendéis juntos y que el intercambio es mutuo.

3-Fomenta su autonomía dándoles responsabilidades.

Déjales tomar pequeñas decisiones en cuanto a sus relaciones o hábitos diarios. Por ejemplo, pueden cocinar contigo o preparase ellos su almuerzo, ayudarte a secar y recoger los platos, poner la mesa, elegir la ropa que se quieren poner…

4-No les compares.

Ni con sus hermanos ni con sus amigos. No compares a un niño con nadie, y tampoco lo hagas con adulto. Nadie es mejor ni peor que nadie, todos somos diferentes.

5-No le etiquetes como “torpe”, “malo”, “tonto”.

Esto no ayuda para nada a crecer con un autoestima saludable. Cuando el niño haga algo mal hay muchas maneras de decírselo: no está bien que pegues a tus hermanos, no tienes que romper los juguetes o tenemos que trabajar bien las mates.

6-Tampoco lo hagas como “listo” “bueno” o “inteligente”.

El niño no comprenderá en qué se fundamenta que te refieras a él de esa forma. En su caso, puedes decirle: qué bien has hecho las tareas, qué bien has recogido o me encanta verte pintar. Es decir, juzga sus comportamientos pero no a los niños. 

7-Establece unos límites claros y sé consistente con ellos.

Es decir, si no recoges tus juguetes no iremos al parque; el niño querrá negociar esto pero no valen medias tintas, si le has puesto una condición razonable tienes que hacerla valer, pues de lo contrario no se lo tomará en serio. Firmeza.

8-Valora el esfuerzo, no los resultados.

No te centres en si ha sacado un sobresaliente o un aprobado, lo importante es que el niño haya sido constante y se haya esforzado, refuerza esto.

9-No exageres tus halagos y sé concreto.

Esto es, dile lo que ha hecho bien y porqué te ha gustado para que el niño sepa lo que te agrada.Has recogido muy bien tus coches de juguete y los peluches es sustancialmente diferente a Eres muy ordenado.

Es importante que comentes con otras personas ante el niño sus logros y su esfuerzo, pues le hará sentir útil e importante.

10-Valida sus emociones.

Si el niño llora es probable que se haya hecho daño, dale la importancia que tiene. Evita decirle:¡No pasa nada! Sí que pasa, algo le hace sentir mal y es importante que le demos la relevancia pertinente.

11-No le sobreprotejas, fomentarás la inseguridad y la dependencia.

No hagas guardia y los vigiles a cada rato, pues generarás niños burbuja. Los niños no se rompen y necesitan una dinámica que les genere oportunidades para desarrollarse de forma constante, no para estancarse.

12-Reserva momentos para cada uno de los niños que tengas alrededor.

Intenta buscar un espacio individual para cada uno, pues el hecho de ser importantes y protagonistas durante unos minutos o unas horas es muy reforzante para ellos. Haciéndolo les muestras que para ti es clave dedicaros el uno al otro de vez en cuando, importándote cómo se siente y buscando generar novedosos intercambios.

Raquel Aldana

El trato amoroso, basado en la confianza, el respeto y el dialogo es el mejor camino para corregir a los hijos.

Un niño es disciplinado cuando se siente bien consigo mismo, cuando se le respeta su forma de ser, se le establecen unas normas firmes y se le reconocen las acciones adecuadas.

El mal comportamiento puede ser un intento de los niños por enfrentarse lo mejor que pueden al mundo cuando no tiene claro qué se espera de ellos o siempre logran lo que quieren. Esta actitud puede ser una forma de decirles a los adultos que los ayuden, que les establezcan normas.

Los padres dudan entre ser autoritarios o permisivos. La agresión física y verbal, los castigos muy severos y la autoridad impuesta no dan resultados positivos. Un niño criado de esta forma puede acumular resentimientos y rabias que perjudican sus relaciones interpersonales y hacen de él un adulto inseguro de sí mismo, temeroso y posiblemente violento. La complacencia total forma seres dependientes, inmaduros, personas que no toleran la frustración, que quieren resultados inmediatos, poco persistentes en la búsqueda de sus objetivos, inconstantes en sus relaciones.

AL CORREGIR A NUESTROS HIJOS TENGAMOS EN CUENTA

  • Dar a conocer a los hijos las consecuencias de sus acciones.
  • Al corregir a sus hijos sea firme y no severo.
  • Ser claro en la razón del castigo y aplicarlo una vez se produzca el motivo.
  • Indicar el camino correcto.
  • No establecer lo que no se puede cumplir.
  • No amenazar con el abandono o retirar el afecto.
  • Advertir y no amenazar.
  • Cumplir con las promesas ya sean premios o castigos.
  • No castigar impulsivamente o cuando se está fuera de control.
  • No usar castigos que humillen o avergüencen.
  • Aplicar el correctivo justo según la edad de su hijo y el grado de la falta.

Los correctivos que producen culpa o angustia en los padres no son buenos.

Si desde pequeños les mostramos a nuestros hijos límites claros, en la adolescencia negociaremos con ellos sobre bases sólidas y podremos mantener una comunicación abierta.

Pegarles a los niños es utilizar la fuerza contra personas que además de indefensas, ven en ese adulto que los lastima la mayor posibilidad de amor y comprensión.

No esperemos a que nuestros hijos obedezcan siempre en la primera oportunidad en que los corregimos o que aprendan las normas con tan sólo pronunciarlas. Un único ensayo no basta. Ellos (y nosotros) aprendemos por repetición.

Si le pegas a tu hijo para que aprenda, le estás enseñando:

  • que golpear está bien si eres el más fuerte
  • que puede resolver las diferencias golpeando al otro
  • que la violencia es un forma aceptada de ejercer control o de enseñar
  • que quien te ama tiene derecho a lastimarte

Una «nalgada a tiempo» enseña que:

  • Los problemas se arreglan a golpes
  • Es normal lastimar a quienes amas
  • Los errores merecen un castigo
  • Hay que obedecer por miedo, no por convicción

Acuérdate que un grito, un insulto o una palabra que lo descalifica o lo humilla es para ellos igual que una paliza.

 Cfr. Elena López. Rev. Hacer Familia.

EXISTEN MUCHAS MANERAS DE TRANSMITIR CARIÑO A NUESTROS HIJOS E HIJAS. DECIRLES «TE QUIERO», POR EJEMPLO, ES UNA DE ELLAS. PERO NO LA ÚNICA. LOS ABRAZOS, LAS CARICIAS O NUESTRA ATENCIÓN INDIVIDUALIZADA TAMBIÉN SON IMPORTANTÍSIMOS A LA HORA DE REFORZAR SU PERSONALIDAD. EN NUESTRAS MANOS ESTÁ QUE SEAN PERSONAS CONFIADAS Y SEGURAS DE SÍ MISMAS EL DÍA DE MAÑANA.

Acurrucarse

Pasar un ratito acurrucados mientras leemos un cuento, o vemos una peli (si son más mayores) es una experiencia que seguro no olvidará nunca. Podemos proponer que elijan ellos. En el caso del cuento, es un buen sistema para que se vayan a la cama. Incluso desearán que le digamos “que es hora de irse a dormir”.

Achuchones

Aunque no haya un motivo concreto para hacerlo. A la salida del cole, por casa, en los columpios… Lo importante es que por el contacto físico perciba lo mucho que le quieres. En la adolescencia, no es tan sencillo, pero ¡ataca! Además, si sufre de timidez, gracias a tu iniciativa le costará menos ser afectuoso con otros.

«¿Me quieres?»

Aprovecha estas preguntas para explicarle lo mucho que significa para ti. No se trata de aburrirles con grandes disertaciones sino más bien contarles pequeñas anécdotas que le demuestren lo que le quieres. (Con cuánta ilusión esperabais su nacimiento, la cara que pusisteis cuando le viste por primera vez…) Estas historias serán vehículo perfecto para transmitirle todo el afecto que necesita.

Un secreto…

… y cuando tengas a mano su oreja susúrrale eres el niño (niña, chico…) de __ años que más quiero del mundo. Pero ¡ojo! es nuestro secreto y no se lo puedes contar a nadie. Así, no sólo estará feliz porque le cuentas cosas maravillosas al oído, sino que se creará una complicidad entre ambos que será realmente beneficiosa para vuestra relación.

Juega

El Juego es una buena forma de expresarle nuestros sentimientos. A lo que sea… Lo importante es que paséis un tiempo juntos. Así, además de enseñarle a jugar y a respetar las reglas podrás transmitirle todo tu cariño mientras te dejas “pillar” o le encuentras después de buscarle durante un ratito, o reconoces que en esto te supera porque con los mayores, también. Una buena partida al Uno o la consola, no tiene precio.

 

¡No faltes!

A sus acontecimientos. Es más, procura llegar pronto y ¡en primera fila con cámara incluida! Sentirá que en ese momento no hay nada más importante para ti que su persona. Luego, podéis utilizar las fotos para hacer un álbum entre los dos. Así podréis comentarlo y recordar esa fecha tan especial siempre que lo deseéis. Y, si los mayores rezongan, ni caso. En el fondo lo agradecen.

El paño de lágrimas

Es en los malos momentos cuando más necesita de tu cariño. Si está triste, pregúntale qué pasa y ofrécele toda tu ternura. Quizá sólo es una simple discusión. No le quites importancia. Ofrécele todo tu apoyo y anímale a solucionar la situación. Y si no quiere contártelo, no te agobies. Mírale a los ojos y dile: estoy aquí para lo que necesite. Siempre. Lo sabes ¿verdad?

Una tarde en la cocina

Puede ser una buena excusa. Hacer una tarta juntos o preparar su cena preferida con su ayuda, le harán sentir útil y querido. Además, qué mejor lugar que los fogones y la cocina para compartir interesantes secretillos. Aprovecha la situación y establece las bases de una buena comunicación.

El arca del tesoro

Enséñale donde guardas las cosas o dibujos que te regaló. Le llenará de orgullo y alegría. Sobre todo si al enseñárselo le vamos contando pequeñas anécdotas de aquella época: Cómo esperabas con ilusión que llegase tu Día para recibir su regalo, lo que dijeron los demás… Así comprenderá lo importante que es en tu vida.

 

Al enemigo… desprevenido

Si os cruzáis u os encontráis por la casa, pégale un abrazo y un beso diciéndole algo como «¡pero qué cosa más guapa, madre!» puede obrar auténticos milagros en los pequeños y “sana protesta” en los mayores. Igual nos sorprenden a nosotros con algo parecido cuando menos nos lo esperemos.

Una galería

Organiza una galería de fotos en algún lugar de la casa con las que vaya teniendo cada curso. Así, los invitados podrán verlo y hacer comentarios. ¡No hay nada que más les guste que sentirse importantes, aunque sólo sea durante unos minutos!

Crear «ambiente»

Procura crear en casa un ambiente de ternura generalizado. Que sientan que su familia se quiere es tan importante como que les digamos lo mucho que nos importan. Si observa cómo nosotros nos decimos palabras cariñosas a diario y nos apoyamos mutuamente, no dudará en entrar en el juego participando activamente y manifestando con total libertad sus sentimientos hacia nosotros.

Aprovecha los días más largos

Cuando las tardes son más largas, iros a pasear. Este puede ser un rato para charlar sobre “las cosas importantes de la vida” (sus amigos, sus juegos, sus sentimientos…) Son cosas que dejan su poso. Hacer recados, ir de compras…

Perdón Público

Las discusiones familiares son algo normal. Si oye pelear, que también vea cómo os pedís perdón. Así, no se sentirá angustiado pensando que ya no os queréis o, lo que es peor, que es culpable de la tensión. Y aprenderá a pedirlo y a otorgarlo.

Mírale

Cuando te hable, deja lo que estés haciendo y mírale a los ojos. Mantén una expresión que anime y respóndele con cariño. Esto, tan simple, le hará mucho bien: Sabrá que te importa, que sus cosas están muy por encima de cualquier tarea o la tele. Es protagonista, tu principal prioridad en este mundo.

A reírse juntos

Cualquier excusa puede ser buena: Un chiste, unas cosquillas… Necesitan reírse para expresar su felicidad, pero también necesitan ver cómo en su casa habitualmente os reís. Para ellos es sinónimo de equilibrio, amor y estabilidad.

Aplaude y aclama

Cuando te diga «mira qué he hecho», míralo. Aplaude y aclama: «buen trabajo». Igual sólo es un monigote de plastilina, pero sentirá que estamos orgullosos de su ingenio y aumentará su seguridad. Y no dudará en seguir hacia delante con gran aplomo: Al fin y al cabo, tú ¿no piensas que es una persona maravillosa?

Déjale al margen

No le inmiscuyas en tus preocupaciones. No puede ayudarte y lo único que se provoca es que sufra. Si los problemas económicos, personales o del trabajo te agobian, procura aparcarlos en un rincón de tu cabeza. Un rato en su compañía leyendo «Caperucita» o cantando por enésima vez puede que hasta te venga bien.

Con un poco de azúcar

Todos pasan por malos momentos. Una pelea o un mal día en el cole… El mejor bálsamo es la sonrisa de mamá o papá. No se trata de que le quitemos importancia a su «gran dilema» sino de que le ofrezcamos la tranquilidad suficiente. Le ayudemos a relajarse. Mañana no se acordará de lo que le preocupaba, pero sí recordará siempre la paz que le transmitimos ese día cuando tanto lo necesitaba.

Dale su tiempo

Lo que más aprecia un hijo o hija es la atención “exclusiva”. Si le dedicas cada día un momento sólo para él y sabe que es sólo suyo, se sentirá en el cielo. Es muy importante cuando hay hermanos. Favorece la convivencia y reduce los celos. Intenta organizarte de forma que hagas algo al día sólo con cada uno… y si no, de vez en cuando.

PARA PENSAR

En la infancia y la adolescencia es muy importante sentirse queridos. ¡Bueno! En la infancia, en la adolescencia y en todas las edades… Así que en la medida en que les mostremos el afecto, les acostumbraremos a expresarlo.. ¡ y a nosotros también nos vendrá bien!

Pero, para que la cosa no quede sólo en buenos propósitos, podemos intentar realizar un pequeño “autoexamen” cada noche. Así, podemos descubrir cuántas veces a lo largo del día hemos “ejercido” el cariño y el afecto.

Seguro que, a veces, nos sorprenderemos a nosotros mismos al contar siete, ocho veces. ¡Nos ponemos un notable!

Otras igual no llegamos al “suficiente”. Pues ya sabéis: ¡A recuperar!

Total, mucho no nos costará ¿A quién no le gusta un cariño?

Estimado profesor: Él tiene que aprender que no todos los hombres son justos, no todos son verdaderos, pero por favor decirle que para cada villano hay un héroe, que para egoísat, también hay un líder dedicado.

Enséñele que para cada enemigo, allí también habrá un amigo. Enséñele que es mejor obtener una moneda ganada con el sudor de suf renet que una moneda robada.

Enséñele a perder, pero también para aprender a disfrutar de la victoria, hablale de la envidia y sácalo de ella, dale a conocer la profunda alegría de la sonrisa silenciosa, y a maravillarse con los libros, pero deja que él tamién aprenda con el cielo, las flores en el campo, las montañas y valles.

En las bromas con amigos, explíquele que más vale una derrota honrosa que una victoria vergonzosa.

Enséñele a creer en sí mismo, incluso si está solo frente a todo el mundo. Enséñele a ser suave con los gentiles y ser duro con los duros, enséñale a nunca entrar en un tren, solo porque otros entraron.

Enséñele a escuchar a todos, pero en la hora de la verdad, decidir solo, enseñarle a reír cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar las multitudes que claman sangre y a luchar sólo contra todo el mundo, si piensa que es justo.

Trátelo bien, pero no lo mime, ya que sólo en la prueba de fuego se sabe que el acero es real. Déjelo tener  el coraje de ser impaciente y a tener coraje con paciencia.

Trasmítale una fe sublime al creador y fe también en sí mismo, porque sólo entonces puede tener fe en los hombers.

Sé que pido mucho, pero vea lo que peude hacer, querido profesor.

Abraham Lincoln, 1830

Marisol Muñoz-Kiehne, PhD y Rona Renner, RN

Mientras disfrutamos la temporada festiva, es importante preguntarnos si le estamos enseñando a nuestros niños los valores que creemos son importantes para vivir una vida responsable y significativa.

Vivimos en un mundo de alta velocidad y con muchas exigencias. Los medios de comunicación bombardean a los niños con mensajes que son a menudo opuestos a lo que valoramos. Éstos animan a los niños a querer más, comer más, ser “sexy”, y ser irrespetuosos hacia los adultos, y los niños pasan horas en el teléfono y en la computadora, expuestos a estos mensajes.

Es difícil enseñarle a los niños que no pueden tener todo lo que quieren, o lo que tienen sus amistades. El estimularles a apreciar lo que tienen, a disfrutar la naturaleza, y a ahorrar para algo especial toma tiempo, atención, y paciencia.

Es trabajo de los padres, familiares y maestros dedicarle tiempo a los niños, y no usar el dinero o los regalos como sustitutos de la atención. El tiempo juntos es el mejor regalo que podemos darle a nuestros niños.

Los adultos comunicamos nuestros valores por medio de nuestras expectativas, palabras, y acciones. Los niños ven lo que hacemos, y si nos ven mostrando generosidad hacia otros, aprenderán a ser generosos. Si nos ven agradecidos por las pequeñas cosas, no serán codiciosos. Si exigimos que usen buenos modales, aprenderán a decir “por favor” y “gracias.”

Guías:
1. Enseñar con nuestro ejemplo, siendo respetuosos y notando lo bueno en las personas. Cuando veamos una película juntos, hablemos sobre los valores de los personajes.
2. Cenar como familia lo más posible, y conversar sobre eventos comunitarios y culturales.
3. Agradezcamos a nuestros niños por ayudar con los platos, o por visitar a la abuela. No los halaguemos solamente por su desempeño en la escuela o los deportes.
4. No esperemos que nuestros niños sean perfectos. Disculpémonos cuando cometamos errores.
5. Expresemos nuestras opiniones, pero respetemos las diferentes. Aprendamos obre culturas y religiones diferentes a las nuestras.
6. Cuando nos sea posible, llevemos a nuestros niños al trabajo con nosotros.
7. Resolvamos conflictos sin lastimarnos. Cuando estemos enojados, calmémonos antes de disciplinar a nuestros niños.
8. Sentémonos metas como familia, anotémoslas, y discutamos cómo las alcanzaremos. Tal vez durante la temporada festiva trabajemos en un albergue, u horneemos galletitas para un vecino solitario.
9. Besemos a nuestros niños a la hora de dormir. Digámosles cuán importante son en nuestras vidas.
10. Escuchemos con nuestros oídos, ojos y corazón. ¡Apreciemos nuestra familia!

Por nuestros niños, decidamos qué es importante para nosotros, y acordemos qué hacer en el año entrante para añadir más significado a nuestra vida familiar, según nuestros valores.


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