Escuela de Padres

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¿Seré capaz? ¿Me dolerá? ¿Irá todo bien? Conforme se acerca la fecha, aumentan las dudas y temores. Pero tan malo no debe ser, cuando muchas repiten, ¿verdad?

Yo soy muy deportista -cuenta Ana-. Hablando del parto con una amiga que ya era mamá, me dijo que me lo tomara como un entrenamiento, como cuando te preparas para una carrera. Todos los días salía a andar, hacía ejercicios para embarazadas… Me planteé el parto como un día en el que lo tienes que dar todo, pero sabiendo que estás preparadas y puedes. Y fue mucho más fácil de lo que pensaba.

Mamá, eres capaz

Prepararse físicamente es clave para acudir a la cita más importante de tu vida en buena forma. Pero también lo es la preparación mental: «Lo que más me cuesta con las embarazadas que vienen a mi consulta -explica la fisioterapeuta especializada en maternidad Paulina Ávalos- es ponerlas en contacto con su esencia animal, recordarles que las mujeres de todos los tiempos han parido hijos, a veces solas, y que todas llevamos en nuestros genes la forma de hacerlo. Solo hay que aplicarse en facilitar ese proceso natural y maravilloso que es un parto».

Información, pero de la buena

Partiendo de esta base, de que somos capaces, lo segundo más importante es estar bien informadas y hacernos expectativas razonables de cómo es un parto, cuánto puede durar, qué puedo esperar del hospital y el equipo médico que estará conmigo, cómo puedo prepararme en casa con mi pareja… En este sentido, los cursos de preparación son una de las mejores opciones, porque ofrecen estrategias para afrontar los temores que van asociados no sólo al parto, sino a las diferentes etapas de la maternidad.

«A mí lo que me asusta es no saber reconocer que estoy de parto, no llegar a tiempo al hospital», cuenta Camila. «A mis 36 semanas de embarazo todavía no he sentido ninguna contracción y cuando pregunto a otras mujeres, cada una me responde una cosa: que si dolor de regla, que si ganas de ir al baño… ¡y algunas no sintieron nada de nada y ya estaban dilatadas! La verdad es que me encantaría que mi ginecóloga se viniera a vivir conmigo estos días…».

Lo cierto es que los partos en ascensores, casas o en plena calle que a veces se ven en la tele se producen en casos tan excepcionales que por eso salen en las noticias. Y tampoco responde exactamente a la realidad la imagen peliculera de la embarazada que rompe aguas en medio de supermercado y tiene que salir corriendo al hospital porque parece que va a perder el bebé por el camino. La mayoría de los partos no empiezan así (incluso a veces, la bolsa se rompe en el momento del expulsivo) y a las futuras mamás suele darles tiempo a ducharse tranquilamente y salir para el hospital sin prisas durante la etapa de la dilatación.

Historias para no dormir…

Tan importante como recurrir a información de calidad es protegerse de las historias sobre malos partos que algunas amigas, familiares y conocidas se empeñan en contarnos: «Pues yo estuvo 12 horas en dilatación y al final la cosa acabó en cesárea», «a mi prima no le funcionó la epidural», «a la vecina del quinto le tuvieron que dar no sé cuantos puntos». Historias que, por supuesto, entran dentro de lo posible, pero , ¿por qué nos tiene que pasar eso a nosotras?

«A mí lo que me asusta es pensar que algo pueda salir mal, que el parto se complique y podamos tener algún problema el bebé o yo», comenta Natalia. En realidad, en España el 90% de los partos se desarrolla sin ningún tipo de complicación. Y en el caso poco probable de que surgiera algún problema, estaremos en un centro adecuado para solucionar en el momento cualquier eventualidad que pudiéramos tener nosotras o el bebé y rodeados de un equipo médico preparado para atendernos.

Que me respeten

La mayor concienciación de las embarazadas en pro de un parto respetado ha sumado un nuevo temor a sus preocupaciones. «Llevo todo el embarazo preparándome para tener un parto natural y me preocupa que en el hospital quieran acelerarlo innecesariamente», dice Nuria.

En los últimos años se ha avanzado muchísimo en el parto respetado. No solo las mamás están más informadas y son más exigentes, los hospitales y profesionales médicos cada vez son más conscientes de la importancia de desmedicalizar los nacimientos. Ahora podemos elegir maternidad y presentar un plan de parto en el que mostremos nuestras preferencias a la hora de dar a luz.

Aquí es fundamental la colaboración del acompañante, pues será el encargado de, en caso necesario, hacer valer en la medida de lo posible las peticiones incluidas en el documento.

Y hablando de la pareja, ¿ellos también tienen miedo? «Por supuesto -responde Oscar-, a mí lo que más me preocupa es no saber cómo ayudar». El papel del acompañante en el parto es importante, pero no hace falta ser un experto en el tema para hacerlo bien: «Durante el nacimiento de mi segundo hijo estaban tan concentrada en el proceso que lo veo todo como un sueño -dice Lúa-. De hecho, lo que más recuerdo es la mirada de mi marido, siempre a mi lado, su mano agarrando la mía, fuerte. Es un recuerdo precioso».

Mamás, papás, madres primerizas o experimentadas, todas se enfrentan al momento del parto con incertidumbre y mayor o menor grado de miedo. Afrontarlo y plantarle cara con un «¡yo puedo!» es lo que nos hará llegar a ese momento único preparadas y conscientes de que, pase lo que pase, el premio es poder conocer a esa persona con la que llevamos soñando nueve meses.

¡Impresionante! No existe otra palabra que describa mejor el lugar donde el bebé puede crecer y desarrollarse seguro: la bolsa amniótica o bolsa de aguas. Es su primer hogar, un refugio donde está a salvo de infecciones, golpes del exterior y en el que puede mover, por primera vez, sus piernas y brazos, como si estuviera flotando en el espacio.

La bolsa de aguas está compuesta por dos membranas: una externa, llamada corion, formada por células derivadas de la placenta, y una interna, llamada amnios, que se forma a partir del tejido embrionario. A partir del tercer mes de embarazo, ambas capas se unen y le proporcionan al feto un espacio seguro y estéril para que crezca a sus anchas. Y puede parecerlo literalmente: son tan elásticas que pueden expandirse hasta el doble de su tamaño.

¿Qué hay en el interior de la bolsa?

Pue sel líquido amniótico, transparente, inodoro y de sabor ligeramente salida, en el que flota plácidamente. Su papel es ayudar al feto a mantener una temperatura estable, desarrollar los pulmones, favorecer el movimiento de sus músculos y huesos, y evitar que el cordón umbilical le oprima el cuerpo.

La cantidad de líquido varía a lo largo del embarazo: de 20 ml en la semana 7ª, a 400 ml en la semana 20ª y a casi un litro en la semana 36ª. Si no fuera por él, las paredes del útero serían incapaces de amortiguar el más mínimo tropezón. Además, ofrece al ginecólogo datos importantes, es decir, que tanto si disminuye en exceso (por debajo de 500 ml) como si aumenta demasiado (más de 2 litros), puede ir asociado a malformaciones fetales o diabetes materna. El especialista controla estos valores a través de las ecografías y, ante cualquiera de estas circunstancias, valorará si conviene adelantar el parto o vigilar a la madre  y esperar.

Protagonista de las pruebas diagnósticas

La bolsa amniótica juega un papel muy importante en la biopsia corral y en la amniocentesis, las dos pruebas con las que se diagnostican o descartan defectos congénitos:

biopsiaLa biopsia corral se realiza entre las semanas 9ª y 12ª de gestación, tomando una muestra de las vellosidades del corion, que forman parte de la placenta. Se puede realizar por el cuello uterino (utilizando un catéter delgado) o a través del abdomen (con una fina aguja), según sea la posición del feto.

amniocentosis

La amoniocentesis se realiza entre la 15ª y la 18ª semana de gestación. Se hace introduciendo una aguja fina y larga en el abdomen de la madre, guiada por el ecógrafo, para extraer unos 15 ml de líquido amniótico. En la capa interna de la bolsa hay células productoras de colágeno, que se encargan de reparar la fisura que ha producido la punción. Pero no es una reparación instantánea, por eso se recomienda que la madre guarde reposo durante 5 días tras su realización.

¿Y cómo respira el bebé ahí dentro?

El pequeño inquilino recibe el oxígeno que necesita a través de la placenta. Sin embargo, sí inspira el líquido amniótico por la traquea y los bronquios, y lo expulsa con movimientos muy similares a los que se hacen al respirar. Es el modo en que sus pulmones se entrenan para poder realizar su trabajo bien, cuando el bebé nazca.

¿Se puede donar la bolsa?

Sí, sí se puede, pero es necesario que el parto sea por cesárea programada. Además no todos los hospitales tienen banco de este tejido, por lo que conviene informarse antes en la Organización Nacional de Trasplantes, si en tu maternidad es posible hacer la donación.

¿Y qué hacen con la bolsa? Pues la cortan en forma de parches, que se conservan congelados a -80º durante dos años en un Banco de Tejidos. Es muy rica en colágeno y en células madre y tiene propiedades antiinflamatorias por lo que se suele utilizar para tratar enfermedades oculares graves o lesiones de la piel.

¿Cómo sé si he roto aguas?

Cuando se «rompe aguas», es decir, la membrana se rasga dejando salir el líquido del interior, no duele nada, solo se nota un hilo de líquido que recorre las piernas y que algunas madres han confundido con «un escape de pis». Para distinguirlo se pueden hacer dos cosas:

Recoger el líquido en una toalla blanca y ver si tiene un color amarillento, de orina.

Realizar ejercicios de Kegel, sosteniendo el músculo de la base de la pelvis apretado. Si el líquido cesa de gotear, es muy probable que sea orina.

Si no es pis, hay que observar el color del líquido: si es transparten y no se tienen contracciones dolorosas, no es necesario salir corriendo a la maternidad, pero si es verde o amarillento, o tiene sangre, sí (el bebé puede no estar bien).

Es una enfermedad que puede aparecer en el embarazo, es silenciosa y no permite que el bebé se desarrolle. Cuando existen pérdidas de embarazo recurrentes, ésta puede ser una de las razones. Solo hay que realizarse un examen no invasivo que lo detecta a tiempo para empezar el tratamiento diario. ¿Por qué no se indica el estudio para detectar este trastorno entre los controles obligatorios? La importancia de un diagnóstico precoz.

Para una mujer que está buscando un hijo, las dos rayitas en el test de embarazo casero (o el signo positivo, porque en realidad ya los hay más sofisticados y pensados para la ansiedad de ese momento en que lo menos que podemos hacer es identificar si hay una o dos rayitas) es de las mejores noticias que seguramente podrá recibir.

Ahora, cuando el destino parece empeñarse en que este hijo no llegue, ale otro de la pérdida de un embarazo, o de un parto prematuro con las complicaciones que eso significa, se le suma la duda del porqué.

Es verdad, y las estadísticas lo indican, que un porcentaje de embarazos no prosperan por lo que se conoce como aberración cromosómica, una falla en el momento en que se unen la información genética del óvulo y el espermatozoide, que el propio organismo detecta y desecha.

Y pese a que otro gran porcentaje de abortos espontáneos tienen una causa (y muchas veces una solución), la medicina a veces parece empecinarse en dilatar estudios y, por ende, diagnósticos y en definitiva, soluciones.

Los trastornos de la coagulación son uno de esos casos en los que el criterios médico recomienda hacer el análisis para detectarlos recién cuando la mujer haya perdido dos o más embarazos.

¿La causa? «Porque la trombofilia no representa un problema de salud pública en que la relación costo-beneficio justifique hacer el estudio a todas las mujeres. Además de dos pérdidas consecutivas de embarazos, deben evaluarse otros criterios para estudiar a la mujer para trombofilias», aseguran los especialistas. Lamentablemente se detecta luego de varias pérdidas de rutina. Si bien esta enfermedad no afecta a la mamá, por eso se le dice que es una enfermedad silenciosa, el bebé no llega a desarrollarse más allá de los 3 meses de gestación porque no pasa alimento por los conductos que están con trombosis.

Dado este cuadro de situación el médico realiza estudios y se detecta, en muchos casos, la trombofilia. Existe un simple tratamiento diario donde se receta una inyección en la panza, que se aplica la mamá a ella misma, y eso soluciona la trombofilia, llegando a un parto feliz y saludable. Estos estudios no se realizan como protocolo de rutina en todas las mamás embarazadas durante el primer trimestre. Y su detección y tratamiento es relativamente nuevo, desde hace pocos años atrás.

El Dr. Javier Casavilla, ginecólogo y obstetra, nos responde al siguiente cuestionario para saber un poco más qué se trata.

¿Qué es la trombofilia?

Las trombofilias son desórdenes de la coagulación de la sangre con tendencia a la hipercoagulabilidad (formar coágulos o trombos).

Estas tendencias son frecuentes, ya que alrededor del 10% de la población es portador de este rasgo.

Pueden ser totalmente asintomáticas, pero se asocian a un mayor riesgo de trombosis tanto en hombres como en mujeres.

El riesgo de trombosis en mujeres aumenta durante el embarazo y el puerperio, durante la toma de anticonceptivos orales que contengan estrógeno, con el uso de hormonas que se usan en la estimulación ovárica en los tratamientos de fertilización asistida y con el uso de terapia de reemplazo hormonal durante la menopausia.

Este trastorno sanguíneo produce coágulos o trombos que interrumpen parcial o totalmente la circulación sanguínea dando como resultado un trastorno de la oxigenación.

Es entonces la inadecuada circulación lo que determinan todas las manifestaciones de la trombofilia. Además de la trombofilia obstétrica cabe aclarar que existe como una enfermedad clínica que puede producir trombosis arterial dando un infarto agudo de miocardio, accidente cerebro vascular, o venosa produciendo una trombosis venosa profunda o un tromboembolismo pulmonar.

Se clasifica en: congénitas o adquiridas por alguna enfermedad, por ejemplo el lupus eritematoso sistémico.

¿Se deben realizar estudios antes de quedar embarazada?

Solo se debe investigar cuando hay antecedentes que hicieran pensar la probabilidad de una trombofilia. No son estudios de rutina.

¿Por qué es importante un diagnóstico temprano y certero?

Es muy importante el diagnóstico certero porque además de prevenir un infarto o ACV en pacientes jóvenes también se previenen casos de síndrome antifosfolipidico, los cuales, con tratamiento se llega a un 85% de éxito y sin tratamiento solo se alcanza el 20%.

¿Qué estudios hay para detectarla?

Para la trombofilia congénita se realizan estudios como:

Dosaje de antitrombina

Dosaje de la proteína C

Dosaje de la proteína S libre, investigar la presencia de polimorfismo de factor V o polimorfismo de la protrombina.

Para la trombofilia adquirida se realizan estudios como:

Dosaje de anticuerpo anticardiolipina

Dosaje de anti B2 glicoproteína 1, anticoagulante lupico.

¿Las pérdidas recurrentes en el embarazo tienen que ver con la trombofilia?

Sí, el 15% de los casos de aborto recurrente se deben a esta enfermedad.

¿Qué otras consecuencias tiene en la mujer embarazada?

Las posibles complicaciones son: aborto recurrente, parto prematuro, desprendimiento prematuro de la placenta normoinserta, hipertensión arterial durante el embarazo, restricción de crecimiento intrauterino pudiendo llegar a producir la muerte fetal.

¿Qué controles deben realizarse durante y después del embarazo?

Un equipo multidisciplinario debería controlar intensamente a este tipo de pacientes, obstetra, hematólogo, inmunólogo, ecografista.

¿Qué tratamientos se pueden realizar?

Se basan fundamentalmente en evitar la trombosis y se administra aspirina/heparina a través de inyecciones diarias en la panza que la mamá se las puede aplicar a ella misma.

Estas inyecciones diarias en la panza, ¿tiene alguna contraindicación?

La heparina de bajo peso molecular es la que se utiliza normalmente. Por eso no tiene contraindicaciones fetales por no atravesar la placenta.

¿El parto puede ser natural o se programa cesárea?

El parto puede ser natural si no existen otras contraindicaciones para el mismo.

El insomnio priva del descanso, mental y físico, y esto repercute directamente en el accionar diario de las personas. La mujer es más propensa a sufrir este trastorno que se caracteriza por la dificultad de iniciar o mantener un sueño reparador. Te contamos algunos consejos prácticos, alimentos sedantes.

Los trastornos del sueño ocurren en alrededor del 12 al 25% de la población, aunque en la actualidad estos porcentajes se ven aparentemente incrementados debido al vertiginoso ritmo de vida, en especial de las sociedades occidentales.

Sin ninguna duda, el insomnio -el más común de este amplio grupo de trastornos- priva del descanso mental y físico y esto repercute directamente en el accionar diario de las personas. Es un trastorno frecuente en las primeras etapas de la vida adulta o en la edad media de la vida.

Se ha visto también que las mujeres son más propensas que los hombres, y que el uso de psicofármacos para su tratamiento aumenta con la edad.

Tanto el movimiento de la Tierra sobre su eje como el giro que realiza alrededor del sol ejercen un claro efecto sobre el organismo y, por ese motivo, éste busca como adaptarse a ello. Y, lo consiguiente mediante conductas cíclicas, lo que se denomina «ritmo circadiano» o «reloj biológico», esto si bien es controlado por factores internos; sincroniza sus tiempos mediante una señal externa: la luz.

¿Qué hacemos mientras dormimos?

Contrariamente a lo que se piensa, durante el sueño no se «apagan» las funciones del organismo ni el cerebro entre en un estado de reposo absoluto. Dormir es una compleja actividad cerebral de carácter cíclico, que refleja la sucesión de vigilia y sueño a los que está sometido nuestro cuerpo. Una vez iniciado el sueño, no es homogéneo durante todo el tiempo que dormimos.

Respecto a la alimentación propiamente dicha, numerosos estudios muestran que las comidas pueden actuar como moduladores de los ritmos crono-biológicos o circadianos. Tanto la calidad como la cantidad de comida puede, por lo tanto, ayudar a conciliar el sueño o, por el contrario, a mantener la vigilia. En este tema nos adentraremos más adelante.

En general, se suele pensar que lo más importante es la cantidad de horas dormidas pero en realidad la esencia está en la calidad del sueño. Si se duermen pocas horas pero durante el día el rendimiento físico e intelectual es bueno, no hay motivo para preocuparse. Además, cada persona necesita un número distinto de horas de sueño, el promedio se sitúa entre 7 y 8 pero, sin embargo, hay que guiarse por la necesidad propia que tiene cada persona para sentirse bien durante la jornada diaria.

A medida que transcurren los años, las horas de sueño se reducen por cuestiones fisiológicas.

Insomnio

La tensión mental a causa de preocupaciones, el exceso de trabajo o el desempleo, la alegría o la sobreexcitación, los sentimientos reprimidos de enojo y resentimiento, la constipación o estreñimiento, la dispepsia (digestión lenta), el abuso de bebidas «estimulantes», las comidas abundantes durante la noche o bien irse a dormir con hambre y fumar, son algunas de las causas más comunes del insomnio.

En el embarazo se suma la ansiedad por el bebé por nacer, la incomodidad de las posturas para dormir por la panza (que cambia las posiciones habituales para dormir), los miedos por el parto, etc. hacen que la futura mamá se desvele algunas noches.

También la naturaleza es sabia y es un momento de ensayo de las futuras noches de vela que pasará la mamá con su bebé recién nacido.

Existen alteraciones bioquímicas, por ejemplo, a bajos niveles de glucosa en sangre (hipoglucemia nocturna) lo que es causa frecuente de lo que se conoce como «insomnio de mantenimiento» (despertares frecuentes). Ello se debe a la liberación de hormonas reguladoras de la glucosa como la adrenalina, el glucagón y la hormona de crecimiento.

En la mayoría de las personas, los problemas de insomnio son generalmente ocasionados por malos hábitos de sueño y, rara vez, por una enfermedad.

Sin embargo, si se presenta frecuentemente dificultades para conciliar el sueño, es necesario someterse a una evaluación neurológica o psiquiátrica para hacer un adecuado diagnóstico; ya que el insomnio es un síntoma clave de depresión.

Comida e insomnio

La comida a la que hay que prestarle más atención es la cena y lo mejor es que sea frugal. Y que, a propósito, suele ser la comida a la que se le da mayor trascendencia debido al reencuentro familiar.

Si bien es importante por este motivo, hay que aprender a disfrutar de los efectos haciendo de la cena un momento de relajación, y socialización con la pareja e hijos, aplicando la moderación en la comida.

Lo ideal, entonces, tanto para facilitar la digestión como para conciliar el sueño, es realizar una cena sencilla y liviana, evitar irse a dormir inmediatamente luego de comer, por lo menos esperar 2 horas y sustituir las bebidas excitantes como las colas y el café (también las que contengan guaraná o ginseng), por zumos de frutas y vegetales y tisanas con efecto digestivo y sedante como son: pastaflora, valeriana, tilo, azahar, melosa, mejorana, lúpulo y lavanda.

Leche y cereales: ¡ideales anti-insomnio!

Los cereales (integrales) son fuentes de hidratos de carbono de absorción lenta, con un importante valor de saciedad, ya que garantizan la liberación lenta del azúcar en la sangre.

Los hidratos de carbono son excelentes inductores del sueño por dos motivos: porque provocan la liberación paulatina de energía y porque favorecen la producción de serotonina. Las versiones integrales, además son fuente de magnesio y vitamina B6 sumamente necesarios también porque intervienen en la conversión de triptofano a serotonina.

El ácido fólico o vitamina B9 presente en los cereales para desayuno y en algunos yogures enriquecidos, alivia el «síndrome de piernas inquietas» o de «movimiento involuntario de miembros», un trastorno que también puede ser causa de insomnio.

En cuanto a la leche, la misma posee triptofano al cual se le atribuye el efecto sedante.

Pero su acción puede verse potenciada por la presencia de otros componentes como el calcio y la vitamina B12.

A su vez, el calcio (de la leche) y el magnesio (de los cereales) juegan un rol sinérgico y son necesarios para el equilibrio de nuestro sistema nervioso.

Por último es importante destacar que los medicamentos deben emplearse como último recurso. Los de venta libre pueden tener efectos secundarios, incluyendo efecto «resaca» a la mañana siguiente. nunca te automediques, ¡menos estando embarazada!

Si estos consejos generales no te dan buenos resultados, es recomendable hacer una consulta médica para buscar otras opciones terapéuticas.

Una tendencia que toma más auge por los beneficios que tiene tanto para la madre como para el bebé.

¿Se imaginaría usted con contracciones, lista para dar a luz a su bebé, teniendo de fondo la música que más le gusta y no precisamente en su casa sino en una clínica? Pues bien, con el objetivo de brindar una experiencia memorable y más placentera durante el trabajo del parto a la mujer, el Hospital Meissen, de Bogotá, puso en marcha esta iniciativa que pretende favorecer a mujeres de escasos recursos.

Según Leonardo Morales, médico, psiquiatra y musicoterapeuta, director del Hospital Meissen, «hasta diciembre pasado se había trabajado con ocho mujeres, mientras se ponían en práctica todos los protocolos de seguridad para su aprobación: asepsia, manejo del dolor y de la respiración. Buscamos humanizar más el parto, donde la mujer se sienta acompañada, viva una experiencia con mayor significado para ella, dentro de su ambiente, a las cosas que más importan y significan en la vida y con mayores posibilidades de satisfacción».

Además, porque en esta entidad se trabaja con mamás de alto riesgo, es decir, con posibles complicaciones en el parto: el 17 de ciento de ellas son adolescentes, y el resto son las mismas adolescentes años después. Aunque se requieren otros programas sociales para afrontar esta situación, se puede decir que este es un bálsamo en medio de las dificultades y un aporte para mejorar la calidad de vida de la madre y la de su bebe.

Se pretende vincular a la mayoría de las gestantes que deseen tener a sus bebés en este hospital, se animen a asistir a las consultas, cuenten con la posibilidad de desplazarse y conozcan las bondades de la música a la hora de dar a luz, siendo esta una experiencia recurrente en países de primer mundo y que por estos días coge fuerza en Colombia.

Para acceder al programa (que aún no tiene nombre) las mamás deben asistir a algunas clases musicales durante el embarazo. Inicialmente, se les indaga por su historia musical: el ritmo que más le agrada, su cantante favorito, qué le gustaba bailar y qué ruidos le molestan.

Luego, el experto en musicoterapia, y quien dirige las sesiones de las restantes, realiza ejercicios con melodías suaves y tranquilas, también con canciones tradicionales de cuna y otros ritmos, como música clásica y boleros. En medio de la clase se tocan diferentes instrumentos musicales, siendo la viola uno de los predilectos.

Para el momento del parto, la mujer decide la o las melodías que desearía escuchar. Para este año se pretende capacitar a profesionales de la salud de empresas públicas y privadas en este tema.

Melodías para nacer

Liliana Medina, máster en musicoterapia y violista de la Orquesta Sinfónica de Colombia, asegura que desde hace aproximadamente 30 años iniciaron las investigaciones de musicoterapia en el parto, pero «en el país es algo nuevo»,

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Lo que se ha demostrado es que en la mujer disminuye la ansiedad, tiene mejor manejo del dolor, la relaja y mejora la experiencia del nacimiento y del parto. Ayuda a localizar la respiración y a tener una mejor conciencia del cuerpo. Fortalece el vínculo entre madre e hijo.

A su vez, activa el cerebro de manera diferente, porque facilita el aprendizaje y estimula ambos hemisferios del cerebro, logrando que las zonas que se relacionan con el dolor lo hagan pero no de una manera dolorosa. Por ende, reduce el uso de medicamentos y le permite vivir su parto de manera placentera.

En las primeras etapas del parto la madre entra en éxtasis total. Se ha demostrado que a través de la voz de la madre se puede relajar y dilatar el canal del parto.

Según el doctor Rodrigo Riaño, psiquiatra del Politécnico Grancolombiano, la música «beneficia la producción de endocrinas y aporta serenidad a la mujer. Favorece que ella mantenga un ritmo pausado en su trabajo de expulsión del bebé. La música genera emociones positivas a la madre y le ayuda a recuperar la energía entre una contracción y otra, aparte de que también evita la depresión posparto».

Es clave aclara que en la fase de expulsión no interviene la música, ya que hay que ser respetuoso con la madre y el bebé que nace.

El origen

El ginecólogo francés, Fréderick Leboyer, en la década de los años cincuenta, habló sobre el canto carnecita, introducido y transmitido a la sociedad occidental, que indicaba que mientras las madres cantan ellas consiguen centrarse en sí mismas y en el momento en que están viviendo. El canto les ayuda a sentir la intensidad del trabajo de parto, fortalecer la pelvis y disminuir el dolor.

Tatiana Quinchanegua

Aunque hasta el momento no existe una contraindicación médica con respecto a los efectos negativos para la mamá y el bebé, el riesgo de caídas es un factor determinante.

Es recurrente ver a las divas de Hollywood embarazadas con exagerados tacones durante las pasarelas de los estrenos de películas o entregas de premios, lo mismo famosas modelos nacionales e internacionales, lo que lleva a preguntarse si usar estos zapatos podría acarrear problemas en la gestación. Pues bien, según el doctor Carlos Zorro, ginecólogo y subespecialista en reproducción humana, son pocos los estudios que evidencian efectos negativos en el desarrollo del feto o de la gestante por el uso de los tacones, pero el ideal es evitar portarlos de manera rutinaria porque se incrementan las posibilidades de caídas que pueden ser riesgosas para el desarrollo del bebé a partir del cuarto mes, debido a que el peso en la madre es mayor.

Lo mismo opina el doctor José Luis Duplat Lapides, jefe del laboratorio de marcha del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt: «Durante el embarazo, concretamente, el aumento de peso y los cambios en el volumen y la distribución del peso corporal hacen más riesgoso el uso de zapatos de tacón alto,  particularmente por el aumento de la posibilidad de sufrir una caída». Por otro lado, la inflamación que se produce en los pies aumenta el dolor y la intolerancia a los zapatos estrechos, característica común a la mayoría de zapatos de tacón.

Según el doctor Duplant, «desde el punto de vista ortopédico, el uso de tacones no es recomendable en ninguna circunstancia». Usar frecuentemente zapatos con tacón alto casa dolor de los pies en muchas mujeres. Además, puede deformar los dedos; particularmente el hallux (dedo gordo del pie) y desarrollar un juanete. A su vez, caminar con el tobillo empinado produce acortamiento de estructuras posteriores del tobillo, principalmente del tendón de Aquiles, lo que hace que una mujer que los usa regularmente al caminar con zapatos bajitos o descalza, le duela.

En estudios hechos en laboratorios para el análisis de la marcha, se comprueba que caminar con tacones hace más cortos los pasos y aumenta el consumo de energía. Se ha documentado que estos zapatos producen cargas anormales en tobillos y rodillas, lo que podría favorecer un eventual daño de estas articulaciones con el paso del tiempo. Los zapatos de tacón alto son inestables y tienen una superficie de apoyo reducida, lo que aumenta el riesgo de sufrir esguinces o torceduras del tobillo y caídas.

Recomendaciones del calzado

En realidad, las mismas que en cualquier otra circunstancia: los zapatos recomendados tienen el tacón bajo y son lo suficientemente anchos en la punta como para no exigir que el pie se deforme. Un zapato adecuado es cómodo desde la primera postura. No está bien que deban «amansarse» con el uso.

Para Duplat, «los zapatos de tacón alto no deberían usarse. Sin embargo, la presión social hace que ese precepto no se pueda cumplir, al menos en los países occidentales, por lo que la recomendación es usar los más bajos posibles».

Tatiana Quinchanegua

Lo sabemos, puede ser desesperante. Pero en parte depende de cómo te lo tomes. Pon en práctica estas ideas de una madre que ha pasado dos veces por la experiencia y lograrás llevar mejor la situación.

Judith Malone, profesora en la Western Reserve University (EEUU), lleva veinte años estudiando los efectos que produce la inactividad durante la gestión. Y, curiosamente, son muy parecidos a los que experimentan los astronautas cuando pasan días flotando en el espacio: reducción de la tensión cardiaca, activación de la función renal, disminución de los niveles de catecolaminas y alteraciones de los de melanina y serotonina… Y si estás en cama, el impacto emocional de pasar mucho tiempo en un espacio reducido.

Si tienes que hacer reposo en tu embarazo (absoluto o relativo, en el que puedes levantarte para asearte e ir al baño), experimentarás estos efectos. Lo positivo -lo sé por experiencia- es que se trata de un tiempo limitado y que puedes recurrir a diversas pautas para llevarlo mejor.

Mantén una rutina

Planea el día con actividades (desayuno, aseo, lectura, llamadas telefónicas, visitas, etc.) y trata de seguirlas. Te ayudará a sentir que eres tú quien controla la situación.

Piensa en positivo

Es normal que estés preocupada (si estás en reposo es porque existe algún tipo de complicación) e incluso que te sientas culpable. Yo experimenté estos dos sentimientos y descubrí que no me llevaban a nada. Trata de mantener una actitud positiva, intenta visualizar la carita de tu bebé y piensa que en estos meses puedes crear una fuerte conexión con tu hijo.

Come correctamente

Ni muy poco ni demasiado; debes ajustarte a tu actual situación. En contra de lo que cree, Judith Malone explica que lo normal cuando se mantiene reposo es perder peso. Por esta razón, conviene buscar el equilibrio de nutrientes en tu dieta, realizar cinco colaciones al día, aliarte con los alimentos ricos en fibra y beber al menos un litro de agua al día para evitar el estreñimiento.

Cuida tu imagen personal

Aunque no vayas a salir, sentirte guapa mantendrá a punto tu ánimo. Vístete con ropa cómoda, holgada y de tejidos naturales (los sintéticos dan calor y pueden provocar irritaciones si estás mucho tiempo en la misma posición).

Hazte amiga del sol

Fundamental: asegúrate de que el lugar en el que descansas la mayor parte del día esté cerca de una ventana. La luz natural te ayudará a sintetizar la vitamina D, aumentará los niveles de serotonina y disminuirá los de melanina (causante del insomnio).

Practica un hobby

Aprovecha este tiempo para dedicarte a eso que siempre habías querido aprender: dibujar, escribir… o hacer punto. Sí, esta actividad vuelve a estar de moda y es una terapia natural contra el estrés: disminuye la frecuencia cardíaca  y respiratoria y gracias a la repetición automática de movimientos y a la concentración que requiere, logra que no pienses en otra cosa y tengas una meta: hacer unos patudos, una toquilla…

Fomenta tus relaciones

Puedes hacer a través de foros y comunidades, pero también es importante que recibas visitas en casa. Tú decides cuándo y quién: un día a la semana con tus amigas, una noche para compartir, una película… Eso sí, no prepares nada: es cuestión de relajarte, no de cansarte organizando comidas y cenas.

Muévete (si puedes)

No hagas nada antes de consultarlo con el tocólogo. Si el reposo no es absoluto es posible que te prescriba una tabla de ejercicios isométricos (contracciones musculares controladas con la respiración) para ayudarte a mantener el tono muscular, que comienza a atrofiarse tan sólo 48 horas después de iniciar el reposo, y algunas rotaciones para piernas y brazos. Con ellos llegarás en mejor forma al parto y aumentarás tú bienestar emocional y físico.

Duerme lo justo

Está demostrado que los ciclos circadianos que controlan las horas de vigilia y sueño se alteran cuando la persona debe guardar reposo en cama. Intenta mantenerte activa mentalmente y no dormir mucho por el día o no descansarás bien de noche.

Buscar la comodidad

Ahora es esencial que la cama sea cómoda. Pon un cubrecolchón viscoelástico, que reparte el peso para eliminar puntos de presión concretos. Y con una almohada larga, de las de maternidad (o de lactancia) descansarás mejor cuando te tumbes de lado.

Reduce las visitas al baño

Habrás notado que cada dos por tres tienes que hacer pis. Es un mecanismo del organismo para no sobrecargar los pulmones y la cabeza con fluidos cuando se pasan muchas horas tumbada. Hasta que tu cuerpo se vaya ajustando, reduce el consumo de alimentos diuréticos (melón, peras, lechuga, espárragos…)

Haz clase preparto

Busca cursos no presenciales como los que ofrecen la clínica Maternum o el de la doctora Josefina Ruiz (www.preparacionparto.es)

Eva Calvo
Asesor: J.I. Zúñiga, tocoginecólogo

El punto de referencia para calcular la fecha del nacimiento del futuro hijo es la última regla (un dato fiable en mujeres que menstrúan con exactitud y no tanto en otras más irregulares). A partir de sumar al primer día de la última regla siete días y restar a esta fecha tres meses del calendario, se contarán 280 días (diez meses lunares de 28 días o, lo que es igual, 40 semanas). Por ejemplo, si el primer día de la última regla fue el 6 de agosto, la fecha probable del parto será el 13 de mayo.

El ginecólogo cuenta la edad del embrión o del feto en semanas y se basa también en las ecografías.

Las madres mayores tienen más posibilidades de sufrir retrasos en la fecha del parto por falta de elasticidad de los músculos uterinos.

Los meses elegidos por la mujer para dar a luz son mayo, septiembre y octubre, pues permiten unir el permiso de maternidad con las vacaciones veraniegas, para poder de este modo prolongar el tiempo que pasa junto al recién nacido.

Salvo que se prevea un parto difícil, que conlleve cesárea, es conveniente que el padre asista al parto; es la vivencia única e inolvidable de ver en directo, de sentir el nacimiento del hijo mientras compartes este difícil y bello  momento con la pareja y madre. Creo que esa presencia vincula fuertemente al padre y al hijo ulteriormente.

El padre que quiera participar en la crianza de su hijo hará bien en empezar antes de que éste nazca. Los padres que viven día a día el embarazo de su mujer y que presencian el parto y participan en él llevan mucho adelantado, porque desarrollan un fuerte sentimiento de conexión y amor para con su hijo.

Es cierto que el momento es difícil y escandaloso por la sangre, pero merece la pena y, obviamente, la mujer agradece la comparticipación.

Resulta benéfico asistir a las clases de preparación al parto con su mujer y aprender a dominar los nervios, acompañar a la madre desde el momento de la dilatación, tranquilizarla, hacer lo que te indique, cogerle las manos cuando ella lo precise y, primordialmente, darle ánimos, teniendo cuidado de no interferir en la labor de los médicos.

El trasplante de sangre del cordón umbilical es actualmente la técnica más esperanzadora en la lucha contra la leucemia en niños. En muchos hospitales se puede donar el cordón umbilical después de dar a luz.

La madre ha de firmar una autorización el día del parto (antes de este momento). No supone ningún riesgo para la madre o para el bebé. Se efectúa después de nacer el niño y al ser separado de la madre. Son las matronas quienes se encargan de realizarlo.

Si se desea donar el cordón del bebé para salvar la vid de otros niños, hay que ponerse en contacto con algún centro de transfusión sanguínea, con algún hospital o clínica, o con la Fundación José Carreras.


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