Escuela de Padres

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El recién nacido tenemos que inscribirlo en el Registro Civil de la localidad donde haya nacido o donde residan los padres. Es obligatorio y ha de realizarse entre las 24 horas y los 8 días siguientes al parto. En caso de fuerza mayor, hay 30 días. Para ello necesitaremos la siguiente documentación:

• El libro de Familia.
• El DNI de la madre y el padre.
• El impreso que os han entregado en el hospital para registrar al bebé.
• Si el niño no se inscribe en la localidad en la que ha nacido, los padres tendréis que adjuntar además un certificado aclarando que no se ha llevado a cabo dicho trámite en el lugar de su nacimiento.

La inscripción en el Registro Civil será efectuada por la madre o el padre indistintamente: si están casados y lo inscribís donde ha nacido no tenéis por qué ir los dos pero si no hay unión formalizada o si lo inscribís en una localidad distinta a la de su nacimiento tendréis que ir juntos.

El nombre del bebé

A la hora de elegir el nombre del bebé tenemos que tener en cuenta los siguientes requisitos:

  • No se pueden poner más de dos nombres simples o uno compuesto.
  • Están prohibidos:
    •  Los nombres que perjudiquen objetivamente a la persona.
    • Los diminutivos o variantes familiares y coloquiales que, según la norma, no hayan alcanzado sustantividad propia.
    • Los que tenga uno de los hermanos- salvo que este hubiera fallecido-, ni su traducción usual a otra lengua.
    • En 2013 entró en vigor una nueva ley por la que se puede elegir el orden de los apellidos.

Gestiona tu baja de maternidad

Las madres trabajadoras tienen derecho a tomarse 16 semanas de baja maternal.

Se puede coger antes del parto sin problemas pero se resta al conjunto. Lo que es obligatorio por ley es que la mujer se tome las seis semanas inmediatamente posteriores al parto. Con el resto se puede hacer lo que desee: cederlas al padres, tomarlas a tiempo parcial, etc.

Teniendo en cuenta que la baja maternal española es una de las más cortas, para ampliar este periodo podemos acordar con la empresa unir las vacaciones a la baja, por ejemplo, acumular las horas de lactancia, etc.

BAJA POR MATERNIDAD

1 niño: 16 semanas
2 niños: 18 semanas
3 niños o más: 20 semanas

BAJA PATERNIDAD

Los padres trabajadores tienen derecho a un permiso por paternidad de 15 días. Es totalmente independiente a la de la madre. Es voluntaria (se puede renuncia a ella).
Este periodo se puede disfrutar hasta nueve meses después del nacimiento del niño en medias jornadas o durante días completos.

Empadronamiento del bebé

El alta por nacimiento en muchos ayuntamientos se hace automáticamente una vez que se recibe comunicación desde el Registro Civil, pero a menudo los padres prefieren solicitar el alta ellos mismos ya que se suelen retrasar.

Se realiza en el ayuntamiento donde estén empadronados los padres. Al menos uno de ellos debe estar inscrito en el mismo domicilio que el recién nacido.

Los documentos necesarios son el Certificado del Registro Civil o el Libro de Familia y el trámite puede ser realizado por el padre, la madre o un tercero con autorización.

En algunos ayuntamientos existe la posibilidad de hacerlo por correo, descargando el impreso por internet.

“En cada niño nace la humanidad” Jacinto Benavente

En el tema de los nombres, todas las opciones están permitidas o casi. Hay que admitir que a los padres no les falta imaginación cuando tratan de ser originales aún a riesgo de ser recriminados algunas veces. Os ofrecemos una lista de nombres prohibidos en gran parte del mundo.

  • Ikea
  • Rolls Royce
  • Akuma
  • Viernes
  • Pluto
  • Vagina y Clítoris
  • Apple
  • Hitler
  • Brfxxccxxmn…
  • Superman
  • MJ por Michael Jackson
  • Duke
  • Ovni
  • Cristo
  • Metadona
  • 4real
  • Mona Lisa
  • Arroba
  • Fish&Chips
  • Mesías
  • Violence
  • Rambo
  • Mafia no fear
  • C, M, T, Q…
  • Mini-Cooper
  • Piña
  • Lucifer
  • GSM
  • Babor y Estribor
  • Nutella

El doctor Mariano Royo Sans, director médico del Instituto Oftalmológico de Madrid y presidente de la Fundación para el Cuidado de la Visión, explica en qué consiste esta infección que contraen algunos niños al nacer, cuáles son sus síntomas y cómo se trata.

¿Cómo contraen los recién nacidos conjuntivitis?

Pueden contraerla a través de su madre, si está infectada, antes del parto o durante el mismo. Y después del nacimiento, por otras muchas causas. Cuando el niño nace pasa de un medio estéril, dentro del útero, a uno lleno de microorganismos. Lo normal es que estos microorganismos comiencen a crecer en el bebé y pasen a formar parte de su vida: son los microorganismos saprofitos, que no causan enfermedades habitualmente. Otros, por el contrario, pueden hacerlo, y frente a ellos son especialmente vulnerables los niños prematuros, debido a que su sistema inmunológico no está completamente formado.

¿En qué consiste esta infección?

Es la inflamación, infecciosa o no, de la conjuntiva. La conjuntiva es la capa semitransparente que recubre el ojo por delante (lo blanco del ojo) con excepción de la córnea. Aparece en el primer mes de vida y representa entre el 2% y 8% de las conjuntivitis en los niños.

¿Se puede decir que todas las conjuntivitis son iguales?

No. Existen varios tipos, dependiendo de la causa que las produzca y, por lo tanto, cada una tiene sus peculiaridades. Por ejemplo, las bacterianas son muy contagiosas.

¿Cómo las podemos diferenciar?

Existe una considerable coincidencia entre los síntomas que presentan las múltiples causas de la conjuntivitis neonatal. A cualquier recién nacido con conjuntivitis deben realizársele pruebas de laboratorio para confirmar el diagnóstico. 

La conjuntivitis química ya no es frecuente. Se produce por la instilación de nitrato de plata y aparece a las pocas horas de vida, apreciándose un enrojecimiento intenso de la conjuntiva tras la instilación. 

La variedad más común entre los recién nacidos es la conjuntivitis por clamidias, que se adquiere en el momento del parto si hay infección en la vagina de la madre (el 13% de las embarazadas tienen clamidias en el cuello del útero durante el primer trimestre del embarazo), aunque puede manifestarse a las tres o cuatro semanas de vida. Se produce una intensa reacción inflamatoria con aparición de un aspecto de empedrado en la conjuntiva y, a la vez, existe secreción mucopurulenta (legañas) e inflamación de los párpados

Las conjuntivitis bacterianas, producidas por estafilococos, estreptococos y bacterias coliformes, se contraen también en el momento del parto, ya que estos gérmenes se encuentran con mucha frecuencia en la vagina materna. Aparecen entre el cuarto y el sexto día después del parto: comienzan en un ojo y a los dos o tres días se manifiestan en el otro. Se caracterizan por la aparición de edema discreto de los párpados y conjuntiva, así como por la escasez de secreción (pocas legañas). 

La conjuntivitis gonocócica se creía erradicada, pero en la actualidad han aparecido casos y se está incrementando su frecuencia. Es la más grave y puede llegar a afectar a la córnea, dejando opacidades que posteriormente dificultan la visión. Es un proceso hiperagudo con abundante pus e inflamación de conjuntiva y párpados, que están pegados y resulta difícil separar. 

La conjuntivitis vírica se produce por el virus del herpes simple tipo II (vaginal). Afortunadamente, es poco frecuente, pero puede causar un severo daño ocular, ya que suele afectar a la córnea, causando a veces úlceras que dan lugar a opacidades que dificultan la visión. Aparece a partir de la segunda semana después del parto. 

Las conjuntivitis alérgicas no son infecciosas, aparecen en los dos ojos, son estacionales y se dan en niños de más edad. No hay mucha inflamación. Los síntomas fundamentales son picor, lagrimeo y enrojecimiento de la conjuntiva palpebral. 

Otro problema que puede afectar a los niños recién nacidos, el más frecuente después del primer mes de vida, son las obstrucciones lagrimales. Insisto en el primer mes de vida, porque antes de este tiempo la glándula lagrimal es inmadura y no produce lágrimas, así que, aunque el niño llore, no hay lagrimeo. Por tanto, aunque exista obstrucción, no se puede detectar. 

El tracto lagrimal sirve para evacuar la lágrima del ojo y la canaliza hasta la nariz por donde pasa a la garganta y de ahí al tracto digestivo. El conducto lagrimal no siempre es permeable en el momento del nacimiento. Durante el embarazo se va canalizando y, cuando nace el niño, en ocasiones aún no lo está del todo: quedan células que lo taponan (como las hojas de los árboles pueden obstruir las tuberías del agua), haciendo que la lágrima refluya por el borde del párpado y aparezca lagrimeo. Además, la lágrima se estanca en el saco lagrimal y puede causar una infección que da lugar a una secreción espesa que hace que el ojo tenga aspecto ‘pegajoso’, pero sin inflamación de los tejidos de alrededor (párpados y conjuntiva). Este tipo de problema suele solucionarse espontáneamente, cuando se acaba de permeabilizar el conducto nasolagrimal. En última instancia, se puede recurrir al sondaje lagrimal para poner fin a la obstrucción y, por consiguiente, al lagrimeo constante del niño.

¿Aproximadamente, cuánto tiempo duran estas afecciones?

Las conjuntivitis es difícil que remitan sin el tratamiento adecuado, y esto solo se puede hacer si se han diagnosticado correctamente. Lo acertado es acudir al especialista cuando los primeros síntomas aparecen, aunque también es verdad que podemos recurrir en un primer momento a ciertas medidas ‘caseras’, como la limpieza con suero fisiológico de los ojos y la aplicación de un delicado masaje circular en la zona lagrimal, si de lo que se trata es de obstrucciones lagrimales.

¿Cómo se tratan?

Una vez identificada la naturaleza de la conjuntivitis, se deberá aplicar el correcto tratamiento con un colirio antibiótico, no siendo conveniente la automedicación, porque un antibiótico mal aplicado no solo no cura el proceso sino que puede crear resistencias y hacer luego más difícil la curación. Los corticoides solo se utilizan en raras ocasiones, ya que pueden agravar las infecciones tanto por bacterias como las producidas por virus. Si el problema es originado por obstrucción lagrimal, el suero salino y el masaje comentado anteriormente suelen ser curativos, reservando el sondaje lagrimal para los casos resistentes a esta medida.

¿Hay forma de prevenirlas?

Las conjuntivitis, sí; las obstrucciones, no. Las medidas de prevención mejores son el correcto diagnóstico y tratamiento de las infecciones de la vagina materna, la limpieza esmerada de las manos y no utilizar pañuelos (que suelen ser fuentes de infección y transmisión) cuando realicemos la limpieza de los ojos del bebé. Hay que utilizar en su lugar gasas impregnadas en suero salino (no algodón que puede dejar restos que acaben dentro del ojo). 

La instilación de nitrato de plata en recién nacidos ya no se realiza por la conjuntivitis química que acarrea. En su lugar, se instila pautadamente un colirio antibiótico en los bebés de riesgo, es decir, en aquellos cuyas madres tengan contaminación vaginal o simplemente se sospeche que así pudiera ser, aunque ya estén en tratamiento. Más información: http://www.iomadrid.com

Cuidados del ojo del recién nacido

→ Si el bebé se toca los ojos con las manos, cubrirlas con las mangas de la ropa para evitar que se pueda hacer daño con las uñas (no se pueden cortar durante los primeros 10 o 15 días). 
→ Limpieza de las manos de las personas que tocan al bebé. 
→ Si los párpados se pegan, ablandar la secreción con suero antes de separarlos. 
→ Lavar con gasas estériles empapadas en suero fisiológico.

Durante los días en los que se produce la caída del cordón, se deben realizar una serie de cuidados del ombligo del bebé para evitar posibles infecciones. Tras el parto, el cordón umbilical se corta para separar al bebé de la placenta, quedando un pedacito de ese cordón adherido al ombligo. Generalmente, dicho trozo de cordón se desprende por sí solo en la tercera semana después del parto. En el momento del corte, el cordón tiene un color blanquecino; conforme van pasando los días, se va deshidratando y adquiriendo una tonalidad cada vez más oscura hasta que cae.

Caída del cordón umbilical del recién nacido

Puede ocurrir a partir del cuarto día del nacimiento, pero se puede prolongar hasta dos o tres semanas después. Si se retrasa más, es recomendable acudir al pediatra. Tras su caída, el ombligo del bebé adquiere un color morado, que irá desapareciendo a medida que vaya cicatrizando.

Cuidado y limpieza del ombligo del bebé

Durante los días en los que se produce la caída del cordón, se deben realizar una serie de cuidados higiénicos para evitar posibles infecciones:
• Mantener seca la zona del cordón para evitar infecciones. 
• Limpiarlo con alcohol o los productos cicatrizantes que indique el pediatra. 
• El cordón umbilical debe estar en contacto con el aire; para ello se dobla el pañal de modo que no cubra el área umbilical. 
• No deben aplicarse en la zona ni cremas ni polvos de talco.
• No se debe acelerar nunca su caída, debe caer por sí solo.

Complicaciones en el cordón umbilical

Generalmente la caída del cordón umbilical se desarrolla con total normalidad, pero a veces surgen algunas pequeñas complicaciones a las que se debe prestar atención, y que requieren una visita al pediatra:
• Son signos de infección que el cordón umbilical tenga secreciones purulentas amarillo-verdosas, emane un olor desagradable o esté muy rojo e inflamado. 
• Si el cordón sangra algo en los primeros días después del parto, se presiona unos minutos para que deje de hacerlo. Si el sangrado continúa, hay que consultar al médico.
• En ocasiones, tras la caída del cordón, el ombligo puede permanecer rojo y tener pequeñas secreciones. Se soluciona aplicando gasas con alcohol, que ayudan a cicatrizar la zona en pocos días.

El contacto piel con piel es esencial para los bebés, sobre todo para los prematuros que verán reducida su estancia en el hospital.

¿Qué es?

Los cuidados madre canguro consisten en que madre e hijo estén en contacto piel con piel ininterrumpidamente, reforzando de este modo el vínculo afectivo entre ambos. Esta práctica se basa en el principio de que los recién nacidos no deben separarse de sus madres. Los beneficios que ofrecen aún son muy importantes en los prematuros, para los que no hay mejor incubadora que el calor del cuerpo de su madre, o de su padre, si por algo la mujer no pudiera hacerlo.

¿En qué consiste?

El bebé se coloca entre los pechos de la madre, en posición manita, con la cabeza ligeramente extendida para poder mantener abiertas las vías respiratorias.

En el paritorio, nada más nacer, se dejará al bebé descansar sobre el pecho desnudo de la madre. Así, en contacto piel con piel, mantendrá la temperatura corporal y podrá realizar el agarre espontáneo al pecho. Que la lactancia materna tenga un inicio natural y respetuoso suele aumentar las posibilidades de que esta sea placentera para ambos y prolongada en el tiempo.

En el hospital o en casa, los padres irán aseados, pero sin perfume, y en el caso de las mujeres, sin sujetador. Se buscará la posición más cómoda, tanto para la madre o el padre como para el bebé, así como un ambiente tranquilo con temperatura agradable.

El bebé estará desnudo, solamente llevará puesto el pañal y un gorrito, porque el calor que le aporta el cuerpo de sus padres es suficiente.

¿Cuánto tiempo debe practicarse?

Se recomienda permanecer en esta posición durante 50 minutos, siendo preferible prolongarlo hasta más de dos horas al día.

Evidentemente, requiere una predisposición para hacerlo por parte de los padres, y un buen estado de salud, especialmente de la madre, la cual, según cómo haya sido su parto, puede que tengan secuelas que le impidan hacerlo.

También se aconseja mantenerlo el máximo tiempo posible, hasta el año a poder ser, sobre todo en bebés prematuros, porque es el plazo suficiente para corregir alteraciones auditivas, visuales o de neurodesarrollo que el bebé haya podido sufrir.

¿Qué le aporta al bebé?

Estos niños estabilizan sus constantes vitales (ritmo cardíaco, respiratorio, temperatura corporal, glucemia, estimulación inmunológico, tolerancia al dolor…) antes que aquellos que están en la incubadora, porque las acompasan con las de su madre.

La lactancia materna también se ve favorecida, porque el contacto piel con piel promueve la producción de leche. Además, en esta posición, los bebés pueden mamar mejor y más a menudo.

En cuanto al sistema inmune, de la leche materna obtienen, además de anticuerpos, una gran cantidad de elementos que los protegen. Y es que lo niños que fueron amamantados y tuvieron un mayor contacto piel con piel suelen tener menos problemas de salud en un futuro.

En esta posición, también están más relajados, haciendo que sus hormonas preparen el estómago para una mejor absorción de alimento, y lo que se traduce en una mayor ganancia de peso.

Al reducir la sobreexcitación, los periodos de sueño y su desarrollo neurológico se ven igualmente favorecidos.

En contacto piel con piel, lloran menos, lo que disminuye el nivel de hormonas del estrés. Así, establecerán fácilmente el vínculo de apego con la madre que a la larga supondrá una mayor estabilidad emocional.

¿Cómo favorece a los prematuros?

Esta técnica permite brindar a los recién nacidos prematuros y de bajo peso al nacer las condiciones óptimas para su adecuado desarrollo.

El calor corporal favorece el vínculo materno/paterno con su hijo y facilita la lactancia materna.

Este contacto se puede hacer mientras el niño permanece ingresado si el hospital lo permite. La Organización Mundial de la Salud lo recomienda, e incluso ha elaborado una guía dirigida a lo profesionales que tratan con este tipo de recién nacidos.

La posición vertical los ayuda a regular la respiración, a la vez que se disminuyen el número de apneas.

Favorece el tránsito intestinal, con lo que se reducen los episodios de reflujo gastroesofágico (vómitos) y facilita una mejor digestión.

Disminuye la actividad motora y muscular, favoreciendo el ahorro energético y, en consecuencia, el aumento de peso.

Fortalece su sistema inmune, lo que le evita sufrir posibles infecciones hospitalarias.

Disminuye el tiempo que necesitan estar ingresados.

Dr. Ruth García

Cambiarle el pañal nos permite rebajar unos instantes el ritmo frenético del día a día para demostrarle cuánto lo queremos.

Sabemos que los bebés se alimentan y crecen felices no solamente gracias a la comida, sino que también se nutren del contacto directo piel con piel, de amor y de cariño, de la comunicación estrecha que comparten con nosotros. Pero, a veces, el día pasa deprisa y hemos estado tan ajetreados que apenas hemos tenido tiempo de mirarlo a los ojos. Es esa misma prisa la que, en algunas ocasiones, nos lleva a olvidar el enorme valor que tiene ese contacto cercano, esa nutrición afectiva… ¿Por qué no aprovechar cuando le cambiamos el pañal para detener unos minutos el reloj y pararnos, al fin, frente a nuestro hijo con toda nuestra presencia? Con nuestros ojos, nuestra sonrisa, nuestra voz y nuestras manos totalmente disponibles, esas manos que le proporcionan la seguridad emocional que necesita para crecer en armonía.

Cuidar los detalles

Es importante tener todo lo necesario a mano (el nuevo pañal, las toallitas…) y asegurarnos de que la estancia esté caldeada, sobre todo si estamos en esta época del año que hace tanto frío. Cuidar esos detalles será clave para mantener el bienestar del pequeño, sin tener que interrumpir bruscamente esos instantes y pudiendo alargar nutritivamente el a veces mecánico «cambio del pañal», siendo capaces de convertirlo en unos instantes de unión, complicidad, placer…

Si disponemos de tiempo suficiente como para dedicarle un ratito de caricias, nos quitaremos el reloj, los anillos y las pulseras, e intentaremos calentarnos las manos con unas friegas antes de tocar directamente su piel. Podemos usar un aceite de almendras o de caléndula, a poder ser ecológicos, o bien otras cremas que consideremos adecuadas para la piel de nuestro hijo, pero nuestras manos serán igualmente bienvenidas si no usamos producto alguno.

El tacto es un poderoso medio para el desarrollo fisiológico, psicológico y emocional del bebé. Es un nutrientes que beneficia tanto al bebé como a nosotros porque estimula y fortalece el vínculo establecido, así como la escucha mutua.

También podemos aprovechar para compartir con nuestro hijo lo que justo en ese momento deseamos expresarle, desde contarle por qué hoy nos sentimos de esa determinada manera o si algo nos inquieta hasta realizar cómicas interacciones acerca de lo que nos gusta esa sonrisa, ese piececito o esa barrigota…

Esto solo son ideas. Tú, como cada madre, encontrarás aquella manera en la que te sientas más cómoda; será única y maravillosa, será vuestro propio modo de compartir la intimidad de esa situación.

Respetar sus deseos

Es importante que antes de empezar le pidamos permiso preguntándole si nos deja hacerle un amasijo en las zonas que vamos indicando con nuestros dedos. Observando su respuesta sabremos si le apetece y nos da permiso, si está cansado o si justo entonces necesita otra cosa, como mamar o que lo cojamos aúpa. Las respuestas pueden parecernos sutiles al principio: un bostezo, vuelve la cabeza, una mirada hacia otro lugar… cuando no se siente muy receptivo. Sin embargo, nos muestra una leve sonrisa o una mirada fija cuando está disponible…

Estas son buenas oportunidades para cultivar en nuestro hijo el respeto profundo por su propio cuerpo, la comunicación cercana y el vínculo entre nosotros.

¿Ha empezado a ocurrirle de repente? ¿Los vómitos son «en escopeta» justo tras la toma? Puede que tu hijo sufra estenosis hipertrofia de piloto, un problema que exige una visita urgente al médico.

Tu bebé lleva ya dos o tres semanas en casa, come bien y gana peso y tú te sientes mucho más segura a la hora de cuidarlo. Pero de pronto, surge una dificultad: el niño empieza a vomitar después de cada toma, lo hace «en escopeta» (es decir, de golpe y en gran cantidad) y expulsa todo lo que ha comido, quizá acompañado de algo de mucosidad.

No te agobies: lo que le ocurre a tu hijo no es tan infrecuente. Se llama estenosis hipertrófica de piloto, lo que significa que esta zona del estómago, la que lo separa del intestino, es más estrecha de lo normal e impide el paso de los alimentos.

Por qué le sucede

No te culpabilices, no se debe a que estés cuidando mal a tu bebé. En realidad el origen de este problema es congénito y si los vómitos no han aparecido hasta ahora, dos o tres semanas después del nacimiento, es porque el píloro se ha ido estrechando progresivamente. Eso sí que sea congénito no debe impedir que te pongas en marcha ya para solucionarlo. Piensa que si tu hijo pasa tiempo sin tolerar ningún alimento, corre un riesgo importante de sufrir deshidratación y desnutrición. Así que llévale a urgencias para que allí le hagan las pruebas oportunas y determinen si tu pequeño padece estenosis de píloro.

¿Cómo se corrige?

Incluso en el caso de que sea así, no te dejes vencer por el desánimo. Este problema se soluciona mediante una sencilla operación quirúrgica que corrige casi el cien por cien de los casos. La intervención dura una hora, exige anestesia general y seguramente el bebé deberá permanecer hospitalizado unos días. Después todo volverá a la normalidad y tu peque empezará a comer sin problemas, lo que hará que olvides los momentos de preocupación.

Pruebas necesarias

Cuando lleves a tu bebé a urgencias, el médico le hará varios chequeos:

  • Palpará su abdomen: en ocasiones aparece un bulto en la zona.
  • Comprobará su aspectos: si tu hijo sufre estenosis de piloto, estará pálido, llorará mucho y su piel tendrá aspecto seco y descarado.
  • Realizará un contraste (le dará una sustancia para ver si pasa al intestino o no), una radiografía, una erogaría y un análisis de sangre.

Carlota Vallejo

Nada como un chupete para calmar el llanto, los nervios, la ansiedad y la necesidad de succión del bebé. Y tiene la gran ventaja de que, a cierta edad, con más o menos colaboración, se puede retirar.

El chupete ayuda al bebé con un instinto de succión, le calma y le reconforta en los momentos previos al sueño y antes de las tomas. Debido a la facilidad con la que lo niños se encariñan de él, conviene tener dos o tres en uso, por si alguno se pierde. Recuerda que hay que cambiarlo cada dos meses, que antes del primer uso todos los chupetes deben ser esterilizados y que lo recomendable es ofrecérselo al bebé cuando esté instaurada la lactancia materna (segundo mes) y mantenerlo hasta el año. A partir de esa edad hay que ir retirándolo progresivamente, hasta que sólo lo use para dormir, e intentar que prescinda de él hacia los 2 años.

Por partes

El chupete está formado por un escudo o disco aireado (para evitar que la piel se irrite por la acción de la baba), por una tetina de látex o de silicona que puede ser plana (o anatómica simétrica) o bien ortodoncia (asimétrica, similar al pecho materno) y por un aro o anilla (los nocturnos no) sujeto a un botón central. Las partes han de estar perfectamente unidas las unas a las otras. Los chupetes deben cumplir la norma EN 1400:2013+A1 y estar libres de BPA (bisphenol A).

Belinda Santamaría

La decisión es personal, por supuesto. Pero si todavía no tienes una postura clara ante el tema, quizá estos argumentos (a favor y en contra) te ayuden a decidirte.

Los motivos para el NO… A lo largo de la mayor parte de la Historia los bebés han dormido juntos sus madres. En parte porque no tenían otra opción y en parte porque les resultaba práctico. La principal razón que aducen los expertos que creen más conveniente que el bebé duerma solo en su cuna (compartiendo o no habitación con los padres) es que el colecho puede suponer un riesgo para su salud: hablan del peligro de «aplastarlo», de que quede atrapado entre las sábanas, de que pase demasiado calor y aumente el riesgo de muerte súbita…

El doctor Juan Casado, por ejemplo, dice en El gran libro de la Pediatría que «en los primeros meses puedes dejarle dormir en tu habitación, pero en su cuna, nunca dentro de tu cama…». Por su parte, la Asociación Española de Pediatría respalda esta idea: «La forma más segura de dormir para los menores de seis meses es en su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus padres. El colecho es una práctica beneficiosa para el mantenimiento de la lactancia, pero también se considera un factor que aumenta el riesgo de muerte súbita, por lo que no debe ser recomendado en lactantes menores de tres meses».

Y las razones para el SÍ… Los partidos del cohecho aseguran que al dormir en la misma cama que su mamá los niños reciben mayor sensación de seguridad, porque están en contacto con su piel. Y además es estupendo para la lactancia, ya que maman más a menudo, lo que hace que su ciclo de sueño sea algo diferente: los bebés que practican el cohecho pasan menos tiempo en la fase más profunda del sueño, que es cuando parece que existe más riesgo de muerte súbita. Este es el argumento principal de los defensores del colecho cuando se les habla del mayor riesgo de muerte súbita en bebés que duermen con sus padres. Por otro lado, comentan que para las mamás es muy práctico dormir con el bebé, ya que tienen que levantarse menos veces cuando éste las reclama y en la mayoría de las ocasiones pueden calmarlo y seguir durmiendo en seguida. Unicef habla así de esta práctica en su informe junto a la Foundation for the Study of Infant Deaths: «Si está amamantando, lo más probable es que le sea más cómodo dormir con el bebé en la misma cama…»

En todo caso, si practicas el colecho estas precauciones son esenciales:

  • La cama debe ser amplia, el colchón firme y la ropa de cama, la misma para el bebé que para la mamá para asegurar una correcta temperatura. La cabeza del bebé nunca debe quedar cubierta y hay que asegurarse de que no pueda caerse ni verse atrapado entre el colchón y la pared.
  • Las mamás tienen un vínculo con el bebé que, sobre todo al principio, los papás no poseen. Por eso es preferible que si se practica el colecho el bebé se acueste junto a la madre.
  • El colecho está contraindicado si el adulto fuma o toma alcohol o fármacos que causen un sueño pesado.

Sandra Sánchez

Llora más de lo que imaginas, no es tan guapo como esperabas, cuidarlo no resulta tan fácil como creías… Calma, pronto le entenderás y te sentirás feliz.

Después de nueve meses esperando y del agotador parto, por fin estáis en casa con vuestro bebé. Se supone que tendrías que ser la mujer más feliz del mundo y no es así… o no exactamente. «Si preguntas, la mayoría de las madres te dirán que pese a la enorme felicidad, los primeros días son duros y que no se imaginaban que iba a ser tan difícil cuidar del bebé. ¡Se sienten desbordadas! Y a veces con algo de frustración, porque creían que las cosas iban a ser de otro modo», dice la comadrona Imma Sàrries.

Todo tiene explicación. El puerperio es un momento vulnerable, el bebé llora mucho… Te enfrentas a un montón de cosas nuevas, y si a eso le sumas que estás con sueño y recuperándote del parto, es normal que te parezca difícil. Sin embargo, pronto te verás cambiando pañales casi con lo ojos cerrados y el llanto de tu hijo, qué te demanda, dejará de ser un misterio para ti.

Olvídate del bebé que imaginabas, sigue leyendo para descubrir  que la mayoría de las cosas que te agobian tienen explicación y empieza a disfrutar de tu hijo.

Llora mucho

Quizá sí. Los bebés lloran una media de tres horas al día; algunos incluso el doble. Es fácil entender que eso desespere a cualquiera. Llorará cuando tenga hambre, frío, sueño… o quiera vuestros mimos. Por mucho que te angustie, debes entender que es la única forma que tiene de expresarse y comunicarse contigo.

Así que ten paciencia. Poco a poco aprenderás a entender sus lloros y todo será mucho más sencillo. «Y un consejo que siempre doy: olvídate de pensar demasiado, actúa por instinto… ¡funciona!», dice Imma Sàrries.

Algo que agobia mucho es un lloro agudo en el que el bebé parece quedarse sin respiración (por supuesto, eso no pasa). Un truco para cortarlo: soplarle en el triángulo de boca, barbilla y nariz.

Es un poco feúcho…

Tras el parto, tu hijo no es ese bebé sonrosado que esperabas. Es más, tiene algunas rarezas que te sorprenden. Por ejemplo, quizá su cabeza esté apenada y las orejas como dobladas. Es todo completamente normal, responde al proceso del parto y en unos días desaparecerá.

También puede presentar unos granitos rojos (es el acné del recién nacido, totalmente inocuo y se va solo) y la piel un poco amarillenta. Esto último, llamado ictericia, suele verse a partir del tercer día y dura entre 15-20 días. Consúltalo con el pediatra, seguramente te recomendará exponerle a la luz del sol (nunca al sol directo) unos minutos al día. Por último: quizá tenga los genitales enrojecidos y abultados. Es por las hormonas que le has transmitido durante el embarazo y en unos días estarán normales.

No sé cómo dormirle…

Al principio, los bebés tienen unos intervalos de sueño de 2-4 horas. Esto ocurre porque aún no distinguen correctamente entre noche y día. Tenlo presente para elegir la habitación donde ponerle a dormir. En todo caso, colócale boca arriba o de costado (boca abajo está totalmente desaconsejado por la relación de esta posición con el riesgo de muerte súbita) y evita almohadas y edredones. Ten en cuenta que durante la primera fase del sueño muchos bebés mueven los globos oculares, respiran irregularmente, incluso agitan las extremidades… A veces se despiertan ligeramente. no le pasa nada ni está intranquilo, es una fase normal del sueño.

¿Por qué no mira bien?

Puede que al bebé le cueste fijar la mirada, incluso que bizquee un poco. También pasará. Su campo de visión es muy limitado pasados los 25 centímetros; para ayudar a que poco a poco vaya empezando a fijar la mirada, acércate a su carita y sonríele.

Además, quizá presente los ojos rojos e hinchados. Puede estar causado por el esfuerzo del parto (pronto remitirá) o por el lagrimal obstruido. Lo común es que dejen de estarlo espontáneamente en días o semanas. Ah, y ten en cuenta que su color de ojos no es aún el definitivo.

Bañarle no es tan sencillo…

En principio, el procedimiento del baño no es difícil: el agua a 37 grados, la habitación a temperatura agradable, sujetar la cabeza y hombros con una mano y con la otra irle mojando con una esponja y jabón neutro (o solo con agua). El problema es que muchos bebés lloran al contacto con el agua y esto, evidentemente, estresa un poco. Además, es normal que aún no te sientes muy segura de cómo agárrarle… Esto cambiará conforme pasen los días (recuerda que puedes empezar a bañarle aunque no haya perdido el cordón).

Mientras, intenta revertir la situación y convertir esta actividad en un rato de juegos y mimos. Si esto no funciona y el bebé sigue llorando, sácalo. Y no te apures por no haberle bañado a conciencia, ¡seguro que está muy limpio!

… y curarle el cordón, tampoco

El cordón umbilical cae habitualmente una semana después del parto, aunque en algún caso puede tardar hasta 15 ó 20 días. Su cuidado puede parecerte un poco aparatoso, pero al cabo de un par de días lo tendrás dominado. Se trata tan solo de limpiar la herida suavemente con una gasa con agua unas tres veces al día. Después, solo tápala con una gasa finita, para que se seque mejor, vigila que el pañal no la roce y ten clara una cosa: al bebé no le duele lo más mínimo.

¿Me equivoco al vestirle?

Hazlo con prendas fáciles de poner y quitar (tendrás que cambiar el pañal a menudo, así que es mejor ser práctica) y de tejidos naturales para evitar alergias. Uno de los mayores errores que cometemos al vestir al bebé es abrigarle demasiado; algo contraproducente, porque acaba sudando y eso puede resfriarle. Debes saber que muchas veces los bebés tienen los pies y las manos fríos; eso no significa que ellos lo estén. Toca su barriga: si está caliente, todo va bien. Eso sí, cuando salgas, evita corrientes de aire.

¡Creo que se ha resfriado!

«Es normal que durante los primeros días de vida tu pequeño tosa o estornude un poco», explica la comadrona. Pero no significa que esté resfriado, lo hace para despejar las vías respiratorias y acabar de expulsar el poco líquido amniótico que quizá le haya quedado dentro tras el parto. Hay bebés que incluso vomitarán un poco de moco o leche con moco. Entra dentro de la normalidad.

Me parece que no digiere bien

Hay ciertos comportamientos del bebé que pueden llevarte a pensarlo. Por ejemplo, algunas veces regurgita (expulsa un poco de leche) después de la toma. Es algo relativamente común: unas veces está provocado por la inmadurez de su aparato digestivo, otras porque le ha entrado aire (quizá porque ha llorado mucho antes de la toma). Otro ejemplo es el hipo (causado porque su diafragma aún está un poco inmaduro) o las típicas arcadas que los bebés sufren al mamar. Otra vez, nada preocupante. El motivo suele ser que sale mucha leche de golpe y al niño le llega a la campanilla, provocando la arcada. Así que, a menos que algo de lo descrito anteriormente se agudice, no tienes por qué agobiarte.

Sufre cólicos, ¿es culpa mía?

No, por supuesto que no. Los temidos cólicos son una de las dolencias más frecuentes de esta etapa. Aparecen a partir de la tercera semana debidos a la inmadurez del sistema digestivo del bebé. Si ves que de repente tu bebé arranca a llorar de forma aguda e inconsolable con los puños cerrados y el abdomen duro, y que esto empieza a ser habitual, probablemente los sufra, así que consulta con el pediatra.

Los cólicos son un trastorno benigno y desaparecen por sí solos al tercer o cuarto mes de vida. Lo malo es que, aunque existen algunos remedios paliativos, como darle masajes o revisar tu dieta (en ocasiones eliminar la lactosa mejora la dolencia), en realidad poco podrás hacer para evitarlos. «Hay que esperar a que pase el tiempo necesario para que el sistema digestivo del niño madure. Aunque esperar es desesperar, claro», dice la matrona.

Creo que se siente incómodo

Quizá tu pequeño adopte posturas o haga movimientos que te parezcan extraños. Durante los primeros días los bebés suelen seguir en posición fetal, con los puños apretados y los brazos y piernas encogidos. Como si aún estuviera en tu barriga, ¿verdad? No te preocupes porque no significa que esté incómodo, simplemente es eso, aún tiene que dejar ciertas «costumbres» y poses que tenía durante la gestación.

Algo que sí debes hacer es cambiarle de posición de vez en cuando, porque él todavía no puede hacerlo y así evitas que se le enrojezca esa zona. Otra advertencia es que los bebés se sobresaltan fácilmente. Esto es porque aún se sienten un tanto inseguros en el «exterior». Pronto pasará.

Di adiós a la inseguridad

Seguramente ésta sea la etapa de tu vida en la que recibas más consejos. Todo el mundo opina y eso puede hacer que te sientas confusa. La solución: escúchate a ti y a tu hijo y no dudes de tus capacidades. La comadrona lo explica así: «Si a una madre le das confianza, no se equivoca; siempre hace lo que su bebé necesita».

Gemma Cardona


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