Escuela de Padres

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Preparado o no, ya llega el primer día de clases. Planifícate con tiempo y prepara todo para que no entres en pánico y puedas relajarte, una noche antes del primer día de clases, y salgas por esa puerta a tiempo la mañana siguiente.

Pasos

1.- Escoge tu ropa la noche anterior o incluso antes. No lo hagas apresuradamente la misma mañana. Pídele ayuda a algún familiar si necesitas la aprobación o consejo sobre moda o para asegurarte de que tu ropa combina.

2.- Aunque uses uniforme, puedes imponer tu estilo usando un reloj bonito, unos pendientes lindos o un collar atractivo.

3.- Prepara tu mochila o cualquier otro elemento que tengas que llevar y déjalos en la puerta, de modo que puedas encontrarlos y agarrarlos rápidamente por la mañana.

4.- Come bien, pero no exageres. No bebas refrescos con cafeína, de lo contrario no podrás dormir.

5.- Haz un poco de ejercicios el día anterior, pero no demasiado tarde por la noche. Así aliviarás un poco el estrés y podrás dormir mejor.

6.- Decide qué desayuno tomarás la mañana siguiente y prepárate algo saludable que te deje satisfecho. Recuerda darte un tiempo en la mañana para desayunar. Tomar desayuno con calma también ayuda a ordenar tus pensamientos y a llegar a la escuela tranquilo y listo.

7.- Prepara tu almuerzo la noche anterior o deja todo listo para que los puedas meter rápidamente a tu lonchera.

8.- Llama a algún amigo con el que te encontrarás en la mañana y fija la hora y el lugar en donde se van a encontrar. Se pueden ver en la escuela o pueden caminar juntos hacia la escuela, si viven cerca.

9.- Asegúrate de dejar tu pasta dental, zapatos y todo en un lugar en donde puedas ubicarlos fácilmente. Ahórrate tú mismo el tener que correr a último minuto.

10.- Completa cualquier documento con anticipación, en caso de que tengas que dejarlo el primer día de clases.

11.- Pon tu despertador antes de ir a la cama. Tal vez tengas que colocar varias alarmas, en caso de que no te despiertes con la primera. Tal vez aún sigas acostumbrado al horario de verano en el que te levantabas tarde. Debes evitar quedarte dormido el primer día de clases, ya que podrías perderte horas de presentaciones importantes.

12.- Haz todas las preguntas que quieras antes de irte a dormir. Podrías preguntarle a tus padres, tutor o hermanos mayores que hayan asistido al grado que vas a empezar.

13.- Explora la escuela con anticipación. Si eres nuevo en la escuela, visítala antes de que comiencen las clases y fíjate en dónde están las cosas y qué tan lejos están. Si no tienes tiempo para hacerlo, no te preocupes; todos los demás también serán nuevos, así es que no habrá problema si haces preguntas, si te equivocas de aula, etc. en especial durante los primeros días.

14.- Descansa bien la noche anterior. Si lo necesitas, toma una infusión para dormir, ya que no querrás quedarte despierta pensando en todo lo que pasará.

15.- Escribe en tu diario si quieres para olvidar lo que va a pasar la mañana siguiente o si estás pensando en algo.

Consejos

• No te acuestes demasiado tarde, pero tampoco demasiado temprano como para quedarte acostado y preocupado por todo.

• No esperes hasta el último minuto, ya que lo lamentarás.

• Haz tu propia lista. Si hay cosas que sabes que quieres hacer, prepara una lista y marca cada cosa a medida que las vayas haciendo. Saber que tienes todo listo podría ayudarte a dormir.

• En caso de que no despiertes con el reloj despertador o si no tienes uno, asegúrate de que un familiar te despierte.

• Ten confianza.

• Empieza a levantarte de la cama un poco más temprano cada día una o dos semanas antes de que empiecen las clases. Será más fácil si no ves tu primer amanecer el primer día de clases, después de haberte despertado todo el verano a las 10:00 a.m.

• Trata de lucir lo mejor posible, así ganarás confianza.

Advertencias

• Haz lo que sea necesario para dormir bien en la noche. Marcará la diferencia en tu forma de enfrentar la mañana siguiente.

• No pongas tu despertador cerca de tu cama, sino lo bastante lejos como para que tengas que ponerte de pie y no llegues tarde.

Las vacaciones son un tiempo de “excepciones”, de relajación de las costumbres y de mayor libertad y asueto. Las comidas fuera de casa, el placer de caminar por la playa, el gusto de pasar más tiempo con papá y mamá… Es comprensible que a muchos niños, la idea de acabar con esos días “mágicos” les produzca malestar.

El cambio, poco a poco

Está comprobado que volver a la rutina de golpe puede ocasionar dolores de cabeza, irritabilidad y agotamiento. Para evitar estos síntomas hay que pasar por un breve periodo de adaptación, en el que se irán adoptando de nuevo los hábitos de la vida “normal”. Este periodo de aclimatación ayudará a tu hijo a entender que todo tiene un principio y un final y le facilitará la transición a lo cotidiano. Así, una semana antes de que finalicen las vacaciones estivales…

  • Ve adelantando el momento de acostarle 10 minutos cada día, hasta alcanzar su hora rutinaria.
  • No le dejes dormir hasta muy tarde por la mañana.
  • Dale de comer a la hora a la que lo hará cuando tenga colegio.

Recuperar la ilusión

A tu pequeño también le ayudará mucho que le recuerdes los aspectos más positivos de su regreso a la normalidad, como que volverá a ver a sus amigos, que aprenderá cosas “de mayores”, que podrá pintar en la pizarra grande y hacer esas fichas que tanto le entretienen… Otras ideas estimulantes para él serán ir juntos a comprar una cartera y un estuche nuevos y animarle a hacer un dibujo para su profesora como regalo de bienvenida. Por último, explícale que hasta dentro de un tiempo no volverá a haber vacaciones, pero sí muchos fines de semana para disfrutar juntos. Y hazle caer en el detalle de que igual que él vuelve al colegio, su padre y tú os incorporáis al trabajo. Esto hará que se sienta más integrado en el grupo familiar y que acepte con orgullo su parte de responsabilidad.

El día del debut, no prolongues la despedida

A los niños no les gustan nada los cambios, por eso el primer día de colegio suele ser uno de los más complicados de todo el curso. Para que a tu hijo se le haga menos cuesta arriba enfrentarse a él, no prolongues la despedida cuando le dejes allí. Dale un beso y dile adiós muy sonriente, para que la última imagen que tenga de ti le transmita serenidad. Aun así, si la primera semana se muestra cansado e irritable, escucha lo que te dice y no le regañes por nada de lo que te cuente (“no quiero comer allí”, “no me gusta ver cuentos”…). Lo normal es que en un par de semanas vaya feliz al colegio. Sólo deberás hablar con su profesora si tarda más en adaptarse.

¡Qué interesante!

Sería bueno que al menos en los primeros días de curso fueras tú a llevarle y a recogerle del cole, en vez de la niñera. Así la vuelta a la rutina no implicará perder de golpe el privilegio de estar mucho tiempo contigo. Además, a la salida te contará más cosas que si te reúnes con él tras unas horas. Y si antes de iros a casa hacéis algo interesante juntos, la vuelta a la normalidad se le hará más llevadera.

Isabel Álvarez, psicóloga

Esta época del año puede hacer que los niños con problemas de atención se desconcierten.

Los niños con TDAH no controlan bien el tiempo, es un concepto abstracto para ellos. La época en la que todos estamos pendientes de Navidad, Año Nuevo y ahora Reyes, puede desconcertarles. Peor aún, incluso después de que toda esta locura de fiestas y celebraciones  haya terminado, les resulta muy difícil volver a concentrarse en la escuela, los deberes, y las tareas domésticas.

En lugar de producir ansiedad e hiperactividad en el niño, aquí hay algunos pasos que se pueden seguir para lograr que esté listo para volver a sus clases:

1. Haz un calendario de “cuenta atrás para el cole”. Al acercarse el momento de volver a la escuela después de las vacaciones, escribe sus metas en el calendario, como por ejemplo tener la mochila preparada antes, tener los libros juntos el día anterior, planear el día anterior qué llevará para comer, etc.  Sólo el hecho de tener que prestar atención a una rutina  tiende a reducir la ansiedad y la hiperactividad. Esto funciona muy bien al final de las vacaciones de verano también.

2. Establece una rutina familiar sólo para la vuelta al cole. Ya que es probable que se haya agitado y alterado al estar en casa estos días y fuera de su rutina más o menos habitual, tómate tiempo para planear juegos en familia para la noche, cine, lectura, etc.  Este tipo de actividades le ayudará a reestablecer la estructura y ayuda a reducir su ansiedad.

3. Por último, intenta que juegue fuera, que realice actividades al aire libre. Los estudios han demostrado que los juegos al aire libre y el ejercicio pueden ayudar a reducir los síntomas del TDAH. También les ayuda a liberar  el exceso de energía y puede aumentar su capacidad de concentración.

Muchos niños acusan la vuelta al cole tras un simple fin de semana. También les suele ocurrir tras haber pasado unos días enfermos (con el incremento de mimitos que suele conllevar el estar malo). Y, por supuesto, cuando más lo notan es después de las vacaciones, es algo normal a estas edades.

¿Cómo ayudarles a volver al cole tras las vacaciones?

  • Si dos o tres días antes de volver a clase hemos ido recuperando la rutina diaria (los horarios de sueño y comidas, etc.), el cambio no será tan brusco y el periodo de adaptación se le hará más llevadero.
  • Los primeros días de colegio, no pasa nada si el niño lleva nuevamente a clase su objeto de consuelo (su mantita, su osito…). Le dará seguridad y le consolará si se siente tristón.
  • No debemos preocuparnos si, además de los lloros, regresa algún trastorno ya superado: dificultad para conciliar el sueño, menos apetito, más irritabilidad… Es algo pasajero.
  • Al dejarle en el aula, la despedida debe ser corta y sin ningún tipo de engaño ni mentira piadosa: «no llores, cariño, que voy a comprar el pan y vuelvo en cinco segundos».
  • Hay que despedirse siempre y con tranquilidad (no salir corriendo al verle distraído) y transmitirle la sensación de que no pasa nada.
  • Cuando el niño vuelve a casa, sobre todo los primeros días, conviene que le demos una ración extra de atenciones y juegos. Así se dará cuenta de que perder, no ha perdido nada y, sin embargo, ha ganado todo lo que de divertido tiene la escuela.
  • Es normal que al niño le cueste un poco volver a la rutina escolar, pero si tarda mucho en adaptarse o su actitud empeora hay que hablar con su educador para analizar qué está pasando y buscar soluciones.

Alicia Herranz, pedagoga

Lo ideal es comenzar poco a poco, e ir incorporando actividades cotidianas a la vida familiar. Retomar horarios de sueño y de alimentación, en lo posible, varios días antes de regresar a las actividades diarias.

Estamos habituados a lo que hacemos frecuentemente y tenemos variados estímulos por repetición que se extienden en el tiempo, por eso el problema está en que cuando salimos a vacaciones, cambiamos esas rutinas y nos deshabituamos a eso que hacemos, por lo que retomar cuesta y puede llevar a las personas a no responder adecuadamente.

Los expertos sostienen que el cansancio y el agotamiento se reflejan en la parte de los hombros, en la expresión facial y en el sistema muscular, por lo que es recomendable hacer ejercicios de relajación, o anexar una actividad lúdica o deportiva, que puede no ser solo en época de vacaciones, sino para todo el año.

Es bueno también que antes de ingresar se organice una agenda de tareas y se prioricen no sólo las relacionadas con el trabajo sino las de familia, para empezar resolviendo asuntos y abriendo campo para nuevos desafíos.

Ayuda el identificar, al menos, una meta precisa a mediano o largo plazo; reanudar relaciones de amistad con personas del entorno; definir actividades agradables dentro del ambiente laboral y, al mismo tiempo, hablar de aquello que no nos gusta, y separar los tiempos de trabajo de los espacios personales. 

Regresar a las labores, cotidianas, el colegio trastorna a la familia. Pautas claras y empeño son la clave.

Para muchos retomar la rutina y las actividades cotidianas tras las vacaciones suele no ser algo fácil, pues es una época en la que cambia mucho de lo que se hace día a día. Se dejan de lado una serie de obligaciones, e incluso los horarios y quehaceres se modifican, dando un vuelto en el estado de ánimo y en el ritmo biológico.

En algunas personas, todo esto puede causar una mayor dificultad para volver a adaptarse a su rutina diaria, denominándolo síndrome postvacacional y, para otros, estrés postvacacional.

Según Javier Tomás Morales, psicólogo mexicano, terapeuta y docente del área cognitiva conducta, en la Universas Manuela Beltrán, lo primero que hay que definir es: ¿qué es un síndrome? «Es un conjunto de síntomas y signos. Por ejemplo, si a alguien le duele la cabeza es un síntoma, que no se puede ver ni medir, pero si a esa persona está pálida o sudorosa, esos son signos de que hay malestar», y esto sí es verificable. «Entonces, tras un período de vacaciones y regreso al trabajo, cuidar de los hijos, estudiar, y tal vez hacer alguna actividad regular, con todo lo que implica, es posible que algunos experimenten un fuero interno, y lo expresen en sus cuerpos con aletargamiento, cansancio, dolor muscular, falta o exceso de apetito, signos de un síndrome».

Aleida Fajardo, psicóloga en salud mental, pública y social, de la Clínica Uniminuto, prefere hablar de «un incremento en los niveles de estrés al volver a laborar o estudiar, como consecuencia de un proceso de readaptación, al ambiente cotidiano, pero que no constituye ningún tipo de patología. Son más características de un estrés postvacacional que puede expresarse en mayores niveles de activación general, y en algunos, presentar malestar físico y psicológico, y dificulta para volver a la cotidianidad».

¿Por qué sucede?

Carlota Lucena, psicóloga y terapeuta de familia comenta que, al parecer, por las múltiples tareas que desarrollan las mujeres, son ellas las que pueden caer más fácilmente en un estrés postvacacional, pues son profesionales, atienden a los hijos, el hogar, y es posible que cumplan otras labores.

En su concepto, el psicológo Morales dice qu ellas situaciones a las que la sociedad de hoy se expone son muy exigentes, más en entornos tan agitados como los de las ciudades, por ello, «para encarar el día a día necesitamos un nivel de activación, representado en un cúmulo de cargas emocionales: coger el bus, conducir, ir en moto, soportar al jefe, atender público, todo lo que pasa a diario».

El doctor explica que el pensamiento influye en el comportamiento, ya que este se conecta a una emoción, y esta lleva a una respuesta fisiológica y a una conducta. «Por ejemplo, cuando pienso en el problema que tuve con mi jefe, o en casa con la esposa, no lo puedo hacer sin generar algún tipo de emoción: rabia, tristeza, impotencia, miedo… De esas emociones dependerá la reacción que activará al organismo, manifestándose con tensión muscular o frecuencia cardiaca elevada».

Fajardo dice que en las vacaciones se realizan actividades agradables y motivante. También se percibe una mayor libertad en el manejo del tiempo, proporcionando bienestar en relación con los ritmos de trabajo y estudio habituales, una condición propia del período vacacional, que no debe afectar en definitiva el regreso a la cotidianidad.

Astrid López Arias

Los deberes sirven para no olvidar el programa del curso escolar. ¿Pero es realmente buena idea meter en la maleta de los niños un cuaderno de vacaciones para que rapasen durante las vacaciones?

Muchos padren rechazan los deberes durante las vacaciones, e incluso algunos consideran que la cantidad de tareas diarias que realizan durante el curso es excesiva, sobre todo en los primeros años de colegio.

La eficacia de los cuadernos de verano

Los cuadernos de vacaciones llevan muchísimos años acudiendo puntuales a su cita en vacaciones. Y parece que han sobrevivido con éxito: son ultrasintéticos, reúnen todo el programa del curso en un formato lúdico, ligero y práctico para llevarse de vacaciones.

Pero ¿cuál es la eficacia real del cuaderno de vacaciones? Un estudio realizado por el Instituto de Investigación sobre Economía de la Educación de Francia en 2001 demostró que esos deberes de vacaciones solo son eficaces cuando el niño realiza todos los ejercicios del cuaderno, de principio a fin.

Pero, según constataron los investigadores responsables de dicha encuesta, el 80% de los niños no lo termina… No hay que hacerse demasiadas ilusiones, no es muy probable que el cuaderno de vacaciones permita que el niño retenga todo lo aprendido el curso anterior ni que haga progresos durante el verano.

Es mejor que aplacemos nuestras buenas intenciones y no olvidemos que, al fin y al cabo, las vacaciones están hechas para descansar. De todos modos, cuando el niño vuelva al colegio, durante los primeros días de clase, el profesor repasará las nociones y conocimientos del año anterior para refrescar las memorias un poco nubladas por la relajación del verano.

Laure Dumont

Durante las vacaciones, no a toda la familia le apetece lo mismo. Los adolescentes, que son más autónomos, gozan de una cierta libertad, pero los niños de entre 6 y 10 años a veces se aburren en compañía de sus padres.

Las vacaciones son un momento propicio para los encuentros y los descubrimientos, para animar a nuestros hijos a abrirse al mundo. Aquí tenéis unas cuantas ideas para aprovechar mejor esos momentos de descanso y aceptar, de vez en cuando, no hacer nada.

Cómo ayudar a los niños a no aburrirse en vacaciones

Algunos niños, más solitarios, saben distraerse. Mejor para los padres, pero, para los niños, también es bueno ir hacia los demás. Lo ideal es ayudarlos a encontrar por sí mismos los recursos para pasar un buen rato.

Tenemos que crear un contexto favorable: les podemos inscribir en un club de playa, invitar a otros niños, conocer a sus padres… así ayudamos a crear vínculos.

También podemos acompañarlos “a distancia”: por ejemplo, llevándonos de vacaciones a su mejor amigo. Juntos, es difícil que se aburran. Dejémosles que se diviertan solos y, de vez en cuando, podemos proponerles una salida.

Proponer a los adolescentes visitas a los museos o a pueblos pintorescos es complicado. Con los niños de 7 a 10 años, todavía es posible, siempre y cuando demos con lo que le interesa: museos con un recorrido para niños, poblaciones donde hay espectáculos históricos…

Hoy en día, en muchos museos y emplazamientos históricos se hacen esfuerzos para acoger a los niños. Escoged pueblos sin coches para que puedan correr a su antojo, sin peligro.

Otra buena opción son las estancias cortas en clubs o campamentos urbanos que ofrecen actividades de media jornada. Así cada cual tiene su propia ocupación durante el día y luego todo el mundo se reúne de buen humor.

Sophie Coucharrière

¿Cómo lograr que los niños vuelvan a centrarse tras el “parón” navideño?

Las vacaciones de Navidad suelen significar un “parón” importante para los niños: no son como las vacaciones de verano, que se dan tras haber terminado el curso y con él el programa de un año escolar completo, ni como las de Semana Santa, más cortas.

Recuperar la rutina de los niños después de la Navidad

Las vacaciones de Navidad, pese a que se dan tras un trimestre completo, suelen significar una ruptura más notable, pues duran varias semanas y en ellas se producen acontecimientos muy especiales, lo cual hace que los pequeños desconecten mucho más de sus actividades lectivas, aunque se programen deberes para esos días, pues son momentos de reuniones familiares y fiestas; fechas señaladas en las que, incluso los adultos, interrumpen sus rutinas más cotidianas.

¿Cómo lograr pues, que los niños vuelvan a centrarse y recuperen en ritmo rápidamente?

Para empezar, tranquilidad: ya desde la programación curricular escolar, todo esto está programado. Ya antes de las Fiestas se integran en ella actividades que, estando relacionadas con la Navidad, persiguen los objetivos académicos que los pequeños tienen marcados en su programación.

Tras éstas, los profesores suelen preveer una jornada de menor “presión” para permitir que los pequeños se centren: se cuenten las vacaciones, qué regalos han recibido, etc. Pero no más: tras este día, en el que sería inútil tratar de forzar a los pequeños a centrarse por completo, vuelve la actividad con total normalidad.

Serán los mismos profesores los que hagan ver a los alumnos que el periodo vacacional y todas sus emociones ya han pasado y que se deben ir dejando atrás para centrarse en los objetivos del nuevo trimestre.

¿Y en casa?

En casa, los padres deben secundar el esfuerzo de los maestros, propiciando que los horarios y rutinas infantiles vuelvan cuanto antes a la normalidad, y se comprenda que los días libres para jugar y disfrutar de los regalos tienen un momento y razón de ser, y que ésta ya ha pasado.

Será conveniente volver a sentarse con los niños a hacer tareas, para ayudarles a centrarse, o bien revisarlas tras el periodo diario de estudio. Si realizan una actividad extraescolar, la reanudación del calendario de éstas puede ser una gran ayuda pero, si no, con el trabajo en casa también bastará.

Retomar cuanto antes los horarios de comidas, periodos de estudio y juego que se ha llevado durante el curso también será esencial para que los niños vuelvan a centrarse, aunque al principio cueste convencerles de que no van a poder dedicar a ese regalo que tanto les ha gustado todo el tiempo que querrían.

Son demasiado jóvenes para quedarse solos en casa o viajar por su cuenta, por lo que no tienen otra alternativa que acompañar a sus padres. Para que esta situación no se convierta en un problema, sigue estos consejos.

Hazle comprender que el tiempo que pase con vosotros es tan sólo una parte de sus largas vacaciones. No pasa nada por dedicarle unos días a la familia.

Ten en cuenta su opinión y sus gustos a la hora de organizar las vacaciones. Si se siente parte implicada, hay más posibilidades de que sean un éxito. Procura que, entre las actividades que tienes previsto realizar, hayan unas cuantas especialmente pensadas para que pueda pasárselo bien.

Una buena idea es invitar a algún amigo a pasar unos días con vosotros para que se sienta más acompañado. Otra posibilidad es organizar las vacaciones junto a familias que tengan hijos de su misma edad.


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