Escuela de Padres

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Los deberes, los estudios… A veces nos traen a mal traer. ¿Cuál es la actitud adecuada?

Carlos Pajuelo Morán, psicólogo, Orientador en el Equipo Psicopedagógico de Atención Temprana de Extremadura y padre de dos hijos Nos plantea esta interesante reflexión en el blog hoy.es:

[…] Es curioso ver como en estos últimos años entre los temas de conversación que tene- mos entre los padres abundan los contenidos curriculares, los estudios de nuestros hijos. Así se puede escuchar a algunos disertando sobre las diferencias entre páramos, vegas y campiñas, esos padres son los que tienen a los hijos en 5º de Primaria.

Y si la conversación versa sobre la amplitud del ángulo resultante de dividir la circunferencia en 360 partes iguales, podrás escuchar a una madre, ufana, apostillar, “tú a lo que te refieres es a los grados sexagesimales”, esa es madre de una de 2º de la ESO, y si los ves muy ansiosos y hablando de Pericles, Sofistas y Platón, sin duda esos son padres de los de 2º Bachillerato.

Está demostrado que la implicación, el interés y la actitud de los padres ante los estudios de sus hijos influyen positivamente en la conducta de los hijos frente a los estudios.

Pero implicación y actitud no deben de confundirse con padres haciendo de profesores particulares de sus hijos.

El dilema que se nos presenta a los padres es el siguiente: ¿Estudiar con los hijos o ayudar a que los hijos estudien?

El tema de los estudios es una de las mayores preocupaciones que muchos padres tienen en estas edades, quizás porque el éxito académico de los hijos es un buen antídoto para cal- mar los temores por el futuro, y por otra parte porque también creemos, erróneamente, que las notas van asociadas a la idea, al sentimiento, de ser buenos padres.

Es como si las notas trimestrales realmente no evaluaran el trabajo realizado por nuestros hijos, sino nuestra pericia como educadores. Sea por lo que fuere el caso es que en muchas de nuestras casas se preparan “tardes toledanas” a costa de los páramos, los grados sexagesimales y Pericles, los Sofistas y Platón.

Estudiar es un hábito, como lavarse los dientes después de comer o hacer la cama antes de irse al colegio. Un hábito no se adquiere de la noche a la mañana, requiere práctica y más práctica. Además, los hábitos están influidos por las características peculiares de la persona que lo realiza.

Empieza el curso y tenemos que retomar las rutinas diarias. Es buen momento para pegarlas un repaso y ver cómo lo estamos haciendo y si podemos mejorar. ¡Todo sea por su bien!

El papel de los padres es el de inculcar ese hábito:

  • el de señalar que es el momento de realizar ese hábito
  • el de facilitar que se pueda realizar
  • y el de reforzar su ejecución.
  • Y dejar claras también cuales son las consecuencias que tienen para nuestros hijos la práctica, o no, de dichos hábitos. Consecuencias que necesariamente tienen que ser de aquí y ahora y no esas vaguedades del futuro: “vas a ser un desgraciado”, “un fracasado”, un “don nadie” que, por lo general, asustan más a quién lo dice que al que lo escucha.

    ¿Cuál es nuestro objetivo como padres?, ¿que nuestros hijos sean au- tónomos en el estudio o que aprueben el próximo examen?

Si queremos que sean autónomos tendremos que dar los pasos para que nuestros hijos se responsabilicen de que estudiar es una tarea que les compete, fundamentalmente, a ellos.

Si por el contrario lo que queremos es que aprueben el examen cercano, pues entonces tendremos que ponernos a estudiar con ellos.

Hay muchos padres que han acostumbrado a sus hijos a que estudien en su compañía, de tal manera que son los hijos los que dicen eso de “mamá, venga a estudiar”, y los padres nos quedamos con unas ganas de decirles eso de “que me dejes”. Pero allí estamos, sentaditos a su lado, leyen- do la lección, explicándola, desmenuzándola, y de esta manera puede que nuestros hijos aprueben, o no, pero no aprenden a estudiar. Aprenden a que les resumamos las ideas más importantes, aprenden a que les busquemos la información relevante, aprenden a aprobar, pero también les enseñamos que ellos solos no pueden, les enseñamos a ser dependientes, a sentirse un tanto incapaces.

Estudiar con los hijos también genera en numerosas ocasiones un montón de conflictos, “atiende”, “no te enteras”, “así no”, y la oportunidad de pasar unas tardes “de los nervios” inolvidables.

Y muy relacionado con los estudios están las notas, al final siempre vendrán las notas, y a veces nuestros hijos, que son mucho más que las notas que obtienen, y que se han esforzado o no, y que han estudiado o no, nos enseñan sus notas. Sus notas aprobadas, o notableadas y nosotros vamos y les soltamos eso de “está bien, PERO TU ERES DE SOBRESALIENTE”. ¡¡¡Toma ya!!!. Y no- sotros como padres ¿somos de sobresaliente?

  1. Que duerman lo suficiente.
  2. Que vayan al colegio desayunados.
  3. Que los estudios sean un tema de conversación más.
  4. A la hora de ayudar al niño, la pareja debe es- tar implicada.
  5. Valorar los estudios.
  6. Transmitir siempre la idea de que los estudios son su responsabilidad, no nuestra.
  7. Elaborar con ellos un horario de estudio en casa.
  8. Garantizar condiciones ambientales idóneas.
  1. Supervisar y elogiar.
  2. Adoptar medidas si no estudia.
  3. Mantener contacto y colaboración con el colegio.
  4. Ofrecer ayuda directa en determinadas circunstancias.
  5. Enseñar algunas técnicas de estudio.
  6. Potenciar otros aspectos.
  7. Procurar su bienestar psicológico.
  8. En el caso de que presente dificultades de aprendizaje, tratarlas previamente.

(ver más en su web http://familiaycole.com/)

Por su parte, Jesús Jarque García, pedagogo y orientador, nos propone estas sugerencias para ayudar a nuestros hijos e hijas a «triunfar» en el cole en la medida de lo posible. Veamos:

PARA PENSAR

Algunas ideas para seguir reflexionando:

• Fijémonos en la imagen que encabeza el artículo: qué impresión nos da, ¿quién está trabajando? ¿en qué situación esta imagen puede ser adecuada?¿en cuál no?…

 Pensamos en «nuestro caso»: En general tendemos a

 ¿Ayudar a que estudien?  ¿Estudiar con ellos/as?

 ¿Estudiar o hacer los deberes con ellos/as?

• Si es uno de los dos últimos casos, conviene que revisemos el porqué: pueden ser nuestra preocupaciones, las costumbres que hemos adquirido… y pensar formas de reconducir la situación.

• Como padres-madres: ¿Qué es lo que NO debemos hacer?

• ¿En qué caso se puede ayudar a estudiar o hacer una tarea? Quizá en algunos si conviene… ¿en cuáles?

• Carlos Pajuelo nos propone cuatro líneas de acción para favorecer que se cree el hábito de estudiar. Podemos pensar formas concretas de hacerlo nosotros en nuestra casa.

• Podemos ponernos «nota» en cada una de las sugerencias de Jesús Jarque y elegir de entre aquellas que tenemos más bajas algunas para mejorar, pensando cosas concretas que podemos hacer.

Sobre la tarea de lectura

  • Pídale a su hijo o hija que le lea en voz alta cada noche.
  • Elija un lugar tranquilo, sin distracciones, en donde su hijo puede hacer su tarea de lectura cada noche.
  • A medida que va leyendo su hijo o hija, señale los patrones de ortografía y de pronunciación como por ejemplo casa, masa, taza.
  • Cuando su hijo le lea en voz alta y cometa un error, indíquele las palabras en que se equivocó y ayúdele a leer la palabra correctamente.
  • Después de parar a su hijo para corregir una palabra que leyó mal, pídale que lea la frase entera de nuevo desde el principio para cerciorarse de que él entiende lo que dice la oración.
  • Pídale a su hijo que le cuente en sus propias palabras lo que sucedió en una historia.
  • Para verificar que su hijo comprendió lo que está leyendo, de vez en cuando, interrúmpalo y hágale preguntas sobre los personajes y los hechos acontecidos en la historia.
  • Pregunte a su hijo o hija por qué cree que un determinado personaje se portó de cierta manera y pídale que justifique o apoye su respuesta con información recibida de la historia.
  • Antes de llegar al final de una historia, pregunte a su hijo o hija lo que él o ella cree que va a suceder después y por qué.

 

Sobre la tarea de matemáticas

  • Aliente a su hijo o hija a usar el mismo cuaderno todos los días para las tareas de matemáticas.
  • Consulte con su hijo cada día sobre su tarea.
  • Si su hijo está teniendo dificultades en las matemáticas, póngase en contacto con el maestro.
  • Anime al director de escuela a utilizar los programas de tutoría de matemáticas basados en la investigación.
  • Trate de enterarse de cómo se le están enseñando las matemáticas a su hijo o hija, y no enseñe estrategias, trucos o atajos que contradigan el método que está empleando el maestro.
  • Trate de comunicarse frecuentemente con el maestro de su hijo o hija.
  • Si su hijo requiere ayuda adicional, solicite que el maestro de su hijo programe sesiones de tutoría de matemáticas después de las horas de clase.
  • Consulte con el maestro y pregunte por lo que usted puede hacer para ayudar.
  • Pregunte al maestro por recursos electrónicos que usted pueda utilizar con su hijo o hija en casa.
  • Use el quehacer doméstico como oportunidad de reforzar las matemáticas como por ejemplo la cocina y las actividades de reparación.
  • Proporcione a su hijo o hija un lugar tranquilo y bien iluminado para hacer la tarea escolar.

Evite que su hijo se vea obligado a hacer la tarea con la televisión prendida o en lugares con otras distracciones, tales como los trajines de la gente.

  • Ponga a disposición de su hijo o hija los materiales necesarios—tales como el papel, los lápices y un diccionario.

Pregunte a su hijo si va a necesitar materiales especiales para un proyecto y proporcióneselos por adelantado.

  • Ayude a su hijo o hija a manejar el tiempo.

Establezca un tiempo fijo de cada día para hacer la tarea escolar. No permita que su hijo deje la tarea hasta justo antes de la hora de acostarse. Considere la posibilidad de usar una mañana o una tarde del fin de semana para trabajar en los proyectos grandes, sobre todo si el proyecto implica la colaboración con compañeros de clase.

  • Sea positivo respecto a la tarea escolar.

Dígale a su hijo o hija cuán importante es la tarea escolar para el rendimiento académico. La actitud que usted expresa sobre la tarea será la misma actitud que adquirirá su hijo o hija.

  • Cuando su hijo o hija haga la tarea, usted también haga “su propia tarea”, como cuadrar la chequera.

Muestre a su hijo que las aptitudes que está aprendiendo en la escuela tienen relación con lo que usted hace como adulto. Si su hijo está leyendo, lea usted también. Si su hijo está haciendo matemáticas, cuadre su chequera.

  • Cuando su hijo o hija le pida ayuda, no le de la respuesta sino orientación.

Si usted le da la respuesta, su hijo no se aprenderá el material. Demasiada ayuda le enseña a su hijo que cuando las cosas se ponen difíciles, alguien hará el trabajo por él.

  • Cuando el maestro pide que usted tenga un papel en la tarea, cumpla con él.

Coopere con el maestro. Esto demuestra a su hijo o hija que la escuela y la casa forman un equipo. Siga las instrucciones que el maestro le da.

  • Si el propósito de la tarea es que su hijo o hija la haga solo o sola, no se meta.

Demasiada participación de los padres puede impedir que la tarea surta un efecto positivo. La tarea es una maravillosa manera de inculcar en los niños y los jóvenes la capacidad del aprendizaje independiente para el resto de su vida.

  • Manténgase informado sobre las tareas escolares de su hijo o hija.

Hable con el maestro de su hijo. Infórmese del propósito de la tarea y de las reglas de la clase de su hijo

  • Ayude a su hijo a determinar cuáles tareas son difíciles y fáciles.

Pídale a su hijo que primero haga la tarea difícil. Esto le ayudará a estar más alerta al enfrentar el desafío mayor. El material fácil le parecerá rápida cuando la fatiga comience a afectarle.

  • Observe a su hijo o hija para detectar señales de reprobación de materias y frustración.

Permita que su hijo se tome un descanso breve si está teniendo dificultades para concentrarse en la tarea.

  • Recompense el progreso hecho por su hijo o hija en la tarea.

Si su hijo o hija ha obtenido buenos resultados en la tarea, pudiendo terminarla a tiempo y empeñándose mucho, celebre ese éxito con un evento especial (por ejemplo, una pizza, un paseo, una excursión al parque) para reforzar sus esfuerzos positivos.

1. La tarea escolar sólo debe asignarse a los estudiantes del cuarto grado para arriba.
Falso. La tarea escolar puede tener muchos beneficios para los alumnos de los grados primarios. Puede mejorar la capacidad del alumno para recordar y entender el trabajo académico en la clase. La tarea escolar puede ayudar a los alumnos a cultivar las aptitudes de estudio que les serán de valor incluso después de terminar sus estudios académicos. Puede enseñarles que el aprendizaje no sólo ocurre en el aula sino en cualquier parte. La tarea escolar también puede beneficiar a los niños de manera más general. Puede inculcar en ellos rasgos de carácter más positivos tales como la independencia y la responsabilidad. La tarea escolar puede enseñar a los niños y los jóvenes cómo manejar el tiempo. Los expertos concuerdan en que la cantidad de tarea escolar debe depender de la edad y la capacidad de cada estudiante.

Muchos grupos nacionales de maestros y padres, incluyendo la Asociación Nacional de Padres y Maestros (National Parent Teacher Association o PTA), sugieren que la tarea para los niños en el jardín infantil al segundo grado es más eficaz cuando no excede de 10 a 20 minutos cada día. Entre el tercero y el sexto grado, los alumnos pueden beneficiarse de 30 a 60 minutos de tarea por día. Los estudiantes de la escuela secundaria media y superior, es decir, junior high school o high school, pueden beneficiarse de mayor tiempo de tarea, y la cantidad puede variar de una noche a otra. La lectura en casa es particularmente importante para los niños pequeños. La tarea de lectura puede hacer que el tiempo total dedicado a la tarea sobrepase por un poco los tiempos sugeridos anteriormente.

2. La tarea asignada debe centrarse sólo en un aspecto del aprendizaje.
Falso. La tarea suele tener uno o más propósitos. El propósito más común es poner los estudiantes a practicar el material ya presentado en la clase. La tarea de práctica tiene como finalidad reforzar el aprendizaje y ayudar al estudiante a dominar aptitudes específicas. La tarea de preparación es para dar una introducción del material que se presentará en futuras lecciones.

Estas tareas tienen por objetivo ayudar a los estudiantes a aprender mejor el nuevo material cuando éste se trate en la clase. La tarea de extensión requiere a los estudiantes aplicar a nuevas situaciones las aptitudes que ya poseen. La tarea de integración requiere que el estudiante aplique diversas aptitudes en un solo trabajo, como por ejemplo las reseñas de libro, los proyectos de ciencia o la creación literaria.

3. Si un alumno tiene dificultades con su tarea, los padres deben pedir ayuda al maestro o a la escuela.
Verdad. Estar informados sobre las tareas escolares puede ayudar a los padres a participar en el proceso de enseñanza de manera positiva y acelerar el aprendizaje de su hijo o hija. Puede dar a los padres información de primera mano sobre lo que los estudiantes están aprendiendo y cómo le está yendo a su hijo o hija en la escuela. También puede darles una oportunidad de expresar actitudes en favor de la importancia de la tarea para el éxito en la escuela. Conversar con los maestros sobre la tarea puede ayudar a los padres a comprender lo que se espera de los estudiantes y, por lo general, mejorar la comunicación entre la familia y la escuela. Según indican las investigaciones, la participación de los padres puede tener un impacto positivo o negativo en el valor de la tarea escolar. Aunque los padres deben tratar de no entrometerse en el cumplimiento independiente de la tarea de sus hijos, si un alumno está teniendo dificultades con la tarea, los padres deben intervenir planteando el problema con el maestro y preguntando cómo pueden ayudar a remediar la situación

4. Toda la tarea escolar tendrá un impacto positivo en los estudiantes a largo plazo.
Falso. Cuando la tarea escolar no se asigna ni se supervisa de manera apropiada, ella también puede tener un efecto negativo en los alumnos. Los educadores y los padres se preocupan por que los estudiantes lleguen a aburrirse si se les exige dedicar demasiado tiempo a la tarea escolar. La tarea escolar puede impedir que los jóvenes y los niños participen en actividades recreativas y de la comunidad, las cuales también pueden enseñarles aptitudes importantes para la vida. La tarea escolar puede resultar en rasgos de carácter indeseables si induce a las trampas y la deshonestidad, ya sea copiándole la tarea a otro estudiante o recibiendo ayuda hasta tal grado que sobrepase el nivel apropiado de atención particular, es decir, la tutoría normal. Para los educadores y los padres, no se trata de cuál de las listas de efectos, la de los positivos o los negativos, sea la correcta. Hasta cierto punto, ambas son correctas. Pero, a los padres y los educadores les corresponde aprovechar al máximo los beneficios de la tarea escolar y reducir al mínimo los costos. Las reglas y las prácticas de tarea escolar deben darles a los maestros y los padres suficiente flexibilidad para tomar en cuenta las necesidades y circunstancias particulares de los estudiantes.

De esa manera, pueden maximizar los efectos positivos de la tarea escolar y minimizar los negativos.

1.- Confirmen el diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad por medio de profesionales especialmente capacitados.

2.- Obtengan una devolución diagnóstica específica: por ejemplo, “su hijo tiene problemas emocionales” no es un diagnóstico aunque podría ser la puntada inicial de una descripción. De ser necesario, solicite al profesional que efectúe el diagnóstico por escrito.

3.- Inicien el tratamiento solamente con profesionales que tengan adecuada formación en el tratamiento del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad.

4.- Busquen información sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad prestando más atención a quienes tienen un sólido respaldo científico. En el campo del TDAH, como en cualquier otro aspecto de la vida, podrán encontrar opiniones diferentes, pero sepan diferenciar entre discusiones científicas y aquellas que son solamente pseudo científicas.

5.- No se conformen con un listado de problemas o síntomas: “lados débiles”, procuren desarrollar una perspectiva integral de su hijo, para lo cual tengan bien presentes tanto ustedes como los profesionales sus virtudes: “lados fuertes”. No irán lejos en el tratamiento de si no revalorizan a su hijo ante ustedes mismos.

6.- Obtengan un Tratamiento Multimodal. Los fármacos a veces son imprescindibles, pero no menos necesario es aprender formas nuevas para educar al niño y que éste, desarrolle estrategias tanto para afrontar las dificultades del TDAH como para potenciar sus aspectos positivos.

7.- Una parte esencial del Tratamiento Multimodal es el Entrenamiento de Habilidades Parentales. No se conformen con consejos del tipo: “póngale límites”, “pase más tiempo con su hijo”. Demande que el profesional le transmita una metodología para cambiar la relación con su hijo en una dirección positiva, lo oriente y supervise en esos esfuerzos.

8.- Organicen actividades en las que ustedes tengan una involucración positiva con su hijo, en el entrenamiento parental se les enseñará “el tiempo especial de juego”, pero además seleccionen actividades artísticas, recreativas, deportivas, de hobby, etcétera que favorezcan una conexión positiva.

9.- Pidan información concreta sobre qué es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad de manera tal que ustedes piensen y sientan que ahora “entienden” por qué su hijo se comporta como se comporta.

10.- Busquen una escuela con autoridades y docentes que conozcan el trastorno, lo comprendan, sepan cómo remediarlo, al menos parcialmente, mediante adecuadas intervenciones en el aula y/o modificaciones en la instrucción o el currículo (o se hallen dispuestas a aprender).

11.- Busquen una escuela que disfrute de la interacción con profesionales externos y esté dispuesta a dialogar con ellos sobre los cambios que la escuela puede favorecer tanto desde la óptica educacional como psicológica y social.

12.- Comprometa al profesional que atiende a su hijo a que brinde asesoramiento a la escuela si ésta no dispone de los conocimientos o profesionales de las ciencias de la educación entrenados y si ésta sí dispone de ellos, que esté abierto al diálogo con el fin de elaborar consensos.

13.- Colabore intensamente con la escuela de sus hijos, aprendan a desarrollar programas de intervención en forma conjunta.

14.- El 50% de los niños con TDAH padecen otro trastorno en comorbilidad (es decir, que tienen más de una dificultad trastorno), por ende asegúrese de que se han diagnosticado correctamente todos los aspectos del problema. Muchas veces el diagnóstico debe ser Multidisciplinario.

15.- Busque el tratamiento apropiado y más eficaz para cada uno de los trastornos acompañantes. Si hay trastornos de aprendizaje deberá realizar un tratamiento psicopedagógico, etcétera. En estos casos, es muy importante que un profesional tome la responsabilidad de “administrar” el caso, de forma tal que los profesionales involucrados acuerden con ustedes un plan de trabajo.

16.- La educación de un niño con TDAH puede ser una tarea difícil aunque excitante. Los padres deben prestarse apoyo recíprocamente, ser equilibrados, justos y ejecutivos en la resolución de problemas.

17.- Manténganse calmos: ustedes no pueden darse el lujo de perder la calma con la misma facilidad que su hijo cambia de canal el televisor. Conozca cuáles son las situaciones que lo perturban más y desarrolle estrategias para afrontarlas. La ira de los padres en vez de disuadir ciertos comportamientos tiende a potenciarlos.

18.- Parte de la Ayuda que deben prestarse es tener claro cuándo deben actuar juntos y cuándo turnarse de forma tal de evitar la sobre exposición.

19.- Muchos padres tienden a aislarse social y familiarmente como consecuencia de las disconductas del niño. Esto se debe evitar, por ejemplo, poniendo en práctica estrategias que faciliten al niño el desarrollo de sus habilidades sociales. Existen programas de entrenamientos de habilidades sociales y técnicas de modificación comportamental para conseguir que su hijo se comporte más apropiadamente fuera del hogar.

20.- Los padres deben proveer a su hijo de un ambiente estructurado con moderación pero sin rigideces innecesarias: horarios de comida, sueño, estudio y esparcimiento deben estar ordenados razonablemente.

21.- Si el entrenamiento parental no ha logrado que los padres puedan trabajar de manera conjunta y apropiada, se debe considerar la Terapia Familiar. Recomendamos los abordajes sistémicos. No vacilen en pedir ayuda para ustedes mismos.

22.- Los niños con TDAH pueden beneficiarse en extremo de la realización de actividades físicas, éstas no lo curan, pero siempre es preferible que haya participado de actividades deportivas, especialmente grupales, a que haya pasado la tarde mirando televisión. Esto en función del común déficit social que presentan muchos niños con TDAH.

23.- Alienten también las actividades creativas, ligadas a todas las formas artísticas: pintura, dibujo, música, etcétera; pero en contextos estructurados.

24.- Los movimientos ociosos de su hijo que no perturben o sean peligrosos no deben ser bloqueados. A la larga el niño fallará en conseguir lo que usted quiere y simplemente habrá aumentado su nivel de stress. Concéntrese en restringir sólo lo que es necesario.

25.- Ayude a su hijo a manejar la tendencia que tiene de querer tocarlo todo, por ejemplo, proporciónele un objeto o juguete para manipular en las situaciones que debe permanecer mucho tiempo sentado (en un viaje, por ejemplo), favorezca la presencia entre sus juguetes de equipos que el permitan manipulaciones y armados de estructuras tridimensionales, y si su hijo, mientras presta atención necesita manipular un objeto permítalo siempre y cuando “realmente” preste atención.

26.- Establezcan límites claramente delimitados: por ejemplo, si está tratando que el niño aprenda respetar una regla específica coloque carteles recordatorios, explíquele cuál es el comportamiento correcto, ejecútelo usted mismo como demostración y haga que lo reproduzca: insista hasta haber moldeado correctamente la respuesta.

27.- Realicen una especificación precisa y concreta de qué comportamientos consideran aceptables y cuáles no. Confirmen que el niño conoce el desempeño que se le solicita (por ejemplo, por el procedimiento recién descrito).

28.- Establezcan consecuencias positivas o negativas claramente. El niño debe saber con exactitud cuáles serán las consecuencias de sus conductas.

29.- Provea control, dirección y supervisión estrecha. La mayoría de los niños con TDAH responden “casi” normalmente en situaciones de uno a uno, especialmente si se refuerza en forma positiva su comportamiento.

30.- Organice y supervise su agenda: un momento y un lugar para cada cuestión. No vacile en que esa agenda sea un inmenso letrero en la habitación del niño. Supervise y aliente su uso.

31.- Ayuden a su niño a organizarse, dividiendo las tareas en partes que él pueda manejar: por ejemplo, si un niño de 7 años debe hacer una tarea tediosa que lleva 30 minutos para ser ejecutada, puede ser apropiado dividirla en tres partes con pequeños y breves descansos. Supervise estrechamente.

32.- Tome conciencia de las capacidades reales de su hijo en cada momento y no lo empuje más allá: suba la escalara un peldaño por vez.

33.- Asegúrele un lugar tranquilo despejado de distractores para trabajar en el hogar: nada de televisión o música cantada; el escritorio preferentemente contra una pared sin demasiadas cosas atractivas, aunque allí bien puede estar su horario escolar, su agenda y recordatorios escolares.

34.- Regule la cantidad de tiempo en que tiene acceso a la televisión o vídeo games. No es necesario prohibirlos ni apropiado, pero establecer un límite horario es prudente. Las capacidades atencionales de un niño no mejoran cuando mira televisión, aunque sí “deje de molestar”.

35.- Ayuden a que establezcan prioridades sobre criterios eficaces. Los niños con TDAH cuando tienen más de 3 o 4 tareas a ser ejecutadas pueden presentar problemas en hacer un plan y ejecutarlo ordenadamente.

36.- Recompense a su hijo frecuentemente y en especial, de forma cercana al momento en que ha exhibido un buen comportamiento. Prefiera las recompensas (¡Qué bien que has hecho esto!) a los castigos (¡Nunca vas a cambiar!). Premie, aliente, apruebe y asista, más que corregir y castigar.

37.- Si tiene que reprobar una conducta, ponga en práctica formatos positivos. Por ejemplo, en vez de decir: “No me grites” o “Hables en ese tono” usted podría decirle: “Desearía seguir conversando contigo de esto cuando me hables respetuosamente”. Una vez que el niño exhibe el comportamiento correcto, no vacile en reconocerlo.

38.- Si el niño tiende a ser oposicionista y argumenta en exceso en vez de seguir instrucciones, no aliente este comportamiento permitiendo esos largos comentarios y tome distancia. Espero otro momento para continuar el diálogo pero no negocie.

39.- No permita que las dificultades hagan que la mayoría de las interacciones con su hijo sean negativas; signadas por castigos, comentarios adversos, críticas, etcétera. Por ejemplo, manténganse atentos a los aspectos positivos de conducta y háganselo saber. Muchos padres necesitan ayuda para abordar esta tarea, los años los han enfocado excesivamente en lo disfuncional.

40.- No abandonen el tratamiento, el TDAH es “crónico”, en especial, los síntomas de inatención e impulsividad tienden a continuar durante la adolescencia y en la vida adulta, aunque sí se modera la hiperactividad.

El abordaje farmacológico es efectivo para tratar a más del 70% de los pacientes, aunque no para el 100% de los problemas. La investigación más extensa realizada hasta la fecha5 es un estudio oficial del National Health Institute permite afirmar que el uso de una droga conocida como Metilfenidato constituye el tratamiento unitario más exitoso en forma unitaria. El mismo estudio también determinó, en especial en los cuadros Comórbidos, que la conjunción del tratamiento farmacológico con la terapia cognitivo conductual permite obtener mejores logros a menores dosis. Aún así, el rol del profesional es asesorar de acuerdo al estado actual de la ciencia y el de los padres tomar la decisión final, a la que el profesional deberá atenerse.

Es necesario destacar que, contra la difundida opinión mediática, las drogas utilizadas en estos niños son completamente seguras, no producen adicción ni acostumbramiento y sus efectos colaterales son completamente manejables en la mayor parte de los casos. Por otra parte, cuando esto no sucede, simplemente se suspende el medicamento y se intenta con algún otro.

Se lo trata mediante la integración de abordajes médicos, psicológicos y educativos: Tratamiento Multimodal. Si el tratamiento es parcial, los resultados serán parciales. La psicoterapia de primera elección es el entrenamiento cognitivo comportamental de los padres y modificaciones del ambiente escolar.

También existen abordajes de naturaleza cognitiva comportamental que permiten trabajar con el niño tanto en ambientes individuales como grupales y siempre que el TDAH curse en comorbilidad con trastornos específicos de aprendizaje requerirá asistencia psicopedagógica.

¿Es necesario medicarlos?

El abordaje farmacológico es efectivo para tratar a más del 70% de los pacientes, aunque no para el 100% de los problemas. La investigación más extensa realizada hasta la fecha es un estudio oficial del National Health Institute permite afirmar que el uso de una droga conocida como Metilfenidato constituye el tratamiento unitario más exitoso en forma unitaria. El mismo estudio también determinó, en especial en los cuadros Comórbidos, que la conjunción del tratamiento farmacológico con la terapia cognitivo conductual permite obtener mejores logros a menores dosis. Aún así, el rol del profesional es asesorar de acuerdo al estado actual de la ciencia y el de los padres tomar la decisión final, a la que el profesional deberá atenerse.

Es necesario destacar que, contra la difundida opinión mediática, las drogas utilizadas en estos niños son completamente seguras, no producen adicción ni acostumbramiento y sus efectos colaterales son completamente manejables en la mayor parte de los casos. Por otra parte, cuando esto no sucede, simplemente se suspende el medicamento y se intenta con algún otro.

Disponemos de varias formas de abordar o manejar el TDAH muy exitosas aunque no existe forma de modificar definitivamente las diferencias neurobiológicas que causan el trastorno. En este sentido, es apropiado tener una perspectiva más amplia sobre el TDAH, hacerse a la idea de que se trata de una de las tantas variedad de presentación del ser humano, cuyas características en determinados contextos sociales y culturales pueden ser problemáticas. Por ejemplo, ser moreno no es una desventaja hasta que tratas de esconderte en medio de la nieve, como ser un inquieto explorador no lo es hasta que te incluyen en un sistema social y educacional con regularidades sedentarias y que exigen mucha atención pasiva.

Igualmente, los síntomas de cada factor tienden a evolucionar de manera diferente independientemente de la intervención terapéutica. Los síntomas del factor hiperactividad-impulsividad disminuyen con el paso de los años aunque no desaparecen del todo ni siempre, esto se debe a factores propios del desarrollo tanto en un plano bioquímico como psicosocial. Los síntomas del factor inatención son más persistentes y estables a lo largo de la vida.

Si efectivamente un niño tiene TDAH y se realizan desde los primeros años los tratamientos indicados, la mayoría de las veces los padres verán a sus hijos tener rendimientos similares a los demás en el estudio, el trabajo, la vida familiar y social. El diagnóstico y el tratamiento precoz del TDAH debe evitar que los síntomas provoquen los círculos viciosos que siguen al fracaso escolar y al rechazo social que provoca la persistente dificultad de respetar las normas. El momento de detección más oportuno es entre los 5 y 6 años, cuando aún ninguno de los síntomas puede haber producido un desajuste severo. La edad habitual de consulta ronda en EEUU los 7/9 años aunque con el conocimiento creciente sobre este viejo trastorno cada vez hace descender, saludablemente, la edad en que se realiza el primer diagnóstico.

El comportamiento de todas las personas siempre es el resultado de una interacción con el contexto. En el caso de los niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad no hay motivo para que los hechos sean diferentes.

Por ejemplo, pueden no presentar comportamientos muy diferentes de otros niños en situaciones que no exigen un esfuerzo mental sostenido y/o en las que no es necesario seguir procedimientos o instrucciones. Dos señalamientos para clarificar:

Para evaluar la inatención del niño no lo observamos cuando mira televisión sino cuando debe realizar sus tareas escolares, atender a explicaciones, etcétera.

Cuando el niño tiene “a la mano” un adecuado refuerzo mejora su performance atencional, es decir, que cuando está muy motivado, mejora su performance. El lector debe comprender que parte de los circuitos cerebrales responsables de los procesos atencionales también cumplen un rol importante en la motivación. Los neurotransmisores implicados, es decir, los agentes químicos que actúan en el intercambio de información entre las neuronas también son los mismos, por ende, atención y motivación nunca pueden disociarse.

Hay algunas pautas que hallamos en muchos niños hiperactivos desde el nacimiento: actividad elevada, grado de alerta, dificultad para adaptarse a los cambios, reacciones de desagrado frente a extraños, dificultades para establecer horarios regulares de sueño y alimentación, etcétera pero ninguna de ellas tiene valor predictivo y/o diagnóstico, de hecho, un buen porcentaje de los niños posteriormente diagnosticados fueron niños tranquilos hasta el inicio de la locomoción.

Por otra parte, casi todos niños de dos años (“los terribles dos años”) presentan movimiento elevado, dificultad para respetar normas, van de una cosa a otro como ruiseñores que saltan de flor en flor, se frustran y hacen berrinches: sin embargo, a medida que va pasando el tiempo, se encausan, se ordenan y pueden establecer una relación con las reglas y los ritmos que les impone el medio. Esto no ocurre exactamente así con los niños que presentan TDAH (salvo en los predominantemente inatentos que son unos “soñadores”) y de hecho, podemos verlos llegar a los 5 años convertidos en verdaderos “terremotos”. Así es que allí tienen la respuesta: no hagan el diagnóstico antes de los 4 años, duden pero no mucho después de los 4 y avancen a paso firme entre los 5 y 6 años, obviamente, siempre de manos de un profesional competente: no vacile en exigir que el psicólogo o médico que lo atienda se encuentre especialmente calificado para asistir a su hijo. Al fin de cuentas, haciendo un paralelo algo forzado, no se espera que un excelente cirujano cardiovascular puede realizar con bien una complicada intervención gastroenterológica.


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