Escuela de Padres

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Hay que prestar mucha atención a este detalle porque tiene connotación sexual y puede generar CONFUSIÓN durante el proceso de crecimiento de los niños.

Aunque son chiquitos, hermosos, cuchis y los amamos, según la apreciación de expertos en psicología, besar en la boca a nuestros hijos es una mala costumbre. 

Nataly Vivanco, psicóloga  dijo: “son los papás los que comienzan con este hábito, no es una necesidad del niño”, y destacó que son muchos los núcleos familiares en los que se hace una costumbre natural y sana darle un beso en la boca a los niños. Hay que prestar mucha atención a este detalle porque tiene connotación sexual y puede generar confusión durante el proceso de crecimiento de los niños:

Connotación sexual

Los besos despiertan en el niño estímulos en zonas sensibles, cuando los pequeños están en la etapa oral tienen sus sentidos concentrados en la boca, es lo que hace que quieran que los beses. 

Los padres se besan en la boca. Es importante marcar límites para dejar claro que los besos en la boca, socialmente, están reservados para el vínculo de la pareja, sólo mamá y papá pueden demostrar su cariño de esa manera. No debes besarlos ni de bebes. No es correcto besar en los labios de un bebé… MAS CLARO, IMPOSIBLE!!!!!…

Por otro lado podemos mencionar porque los profesionales de la salud recomiendan no besar a los hijos, porque es antihigiénico, con las gotas de saliva, se pueden transmitir muchas infecciones, desde la gripe a la mononucleosis. Sin lugar a dudas también la boca es una de las partes del cuerpo mas sucias, si lo besas muy seguido puedes causarle enfermedades en las encías, por otro lado puede darse que cuando crezca intentaría imitarlo con otras personas que no debería, como ejemplo con sus amigos de la escuela

Es muy común en la actualidad ver este tipo de acciones, por el bien de los bebes es mejor no hacerlo.

Ya ha sido abordada la importancia que tiene la afectividad y la sexualidad en el desarrollo evolutivo y psicológico del ser humano y el papel fundamental que presenta la familia para conseguir estos objetivos tanto en la infancia como en la juventud.

Conceptos como la amistad, las relaciones interpersonales, la solidaridad, la comprensión, el cariño, la complicidad en grupo, etc., son valores que debemos potenciar en los jóvenes, básicamente desde el ámbito familiar, pues la sexualidad incluye una base de sentimientos y afectos para que se pueda disfrutar en conjunto de una vida personal y social plena.

La comunicación basada en el dialogo y la sinceridad, favorece la información sobre las relaciones afectivas y sobre la sexualidad desde la familia, el centro educativo, las instituciones encargadas de este cometido y en definitiva desde toda la sociedad.

Además desde los Centros de Salud, centros de Planificación Familiar, Centros de información Juvenil, Teléfonos de información gratuita, etc., se puede acceder a toda la información y a los medios necesarios para desarrollar una adecuada vida sexual. Se debe informar sobre los siguientes temas:

➼ Funcionamiento corporal.
➼ Métodos anticonceptivos.
➼ Embarazo.
➼ Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS): Candidiasis, Tricomoniasis, Sífilis, Gonococia, Virus del Papiloma Humano, Virus de la Hepatitis B, Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

Objetivo:

  • Ofrecer elementos para que los padres de familia asuman la responsabilidad de dar una adecuada orientación sexual a los hijos.

Tiempo:

            60 minutos

Material:

  • Tarjetas “mensajes”
  • Lápiz

Ambientación:

– Se invitan tres o cuatro parejas voluntarias que deseen participar en el ejercicio. El resto del grupo serán espectadores.

– Cada pareja se toma de las manos frente a frente, con los pies juntos, buscando el punto de equilibrio, haciendo fuerza hacia atrás, primero uno, luego el otro y finalmente los dos.

– El público trata de orientarlos para desarrollar el ejercicio.

Terminada la dinámica se compara con la vida de pareja:

  • o ¿Cómo se sintieron?
  • o ¿Qué tiene que ver el público con la influencia que ejerce el otro en la pareja?
  • o ¿Se encontró el equilibrio?
  • o ¿Se sintieron seguros, inseguros, apoyados, complementados, no se entendieron, se dejaron influenciar por lo que decía el público, tomaron su propia decisión de acuerdo con lo que sintieron en ese momento?

 

Dinámica del tema:

  1. Se explica el objetivo de la actividad y la manera de trabajarla.
  2. Formar grupos de 5 ó 6 personas.
  3. Se entrega a cada grupo una tarjeta «Mensaje» de acuerdo con el orden numérico, hasta entregar nueve, para que respondan las preguntas que aparecen allí, recordando y compartiendo los mensajes verbales y no verbales recibidos acerca de la sexualidad en diferentes edades.
  1. Compartir lo que sintieron y aprendieron teniendo en cuenta:

– Diferencias individuales entre mujeres y hombres

– Diferentes ambientes familiares de los participantes.

Se concluye reflexionando cómo la educación recibida en el pasado influye hoy en la educación que transmitimos a los hijos. Es importante recordar y apreciar las diferencias en el contexto histórico, cultural y los valores en que se formaron nuestros padres, aquel ambiente en el que crecimos y en el que crecen nuestros hijos hoy.

 

Se entrega a cada participante un papel con la siguiente pregunta:

¿Qué puedo hacer para dar una educación sexual adecuada a mis hijos?

Escribir la respuesta y asumirla como compromiso.

 

Cada participante evaluará cuánto aprendió.

Para esto el orientador entrega un trozo de papel con el fin de asignar una calificación:

– El N° 2: no aprendió.

– El N° 6: aprendió poco.

– El N° 10: aprendió mucho.

TARJETAS “MENSAJES”

1.- ¿Qué me contaron mis padres con relación a mi nacimiento o el de mis hermanos? 2.- ¿Cuándo me enteré que mi cuerpo era distinto al del otro? 3.- ¿Cuándo sentí vergüenza de mi cuerpo y qué lo provocó?
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

4.- ¿Cómo me enteré de la menstruación en la mujer? 5.- ¿Cómo me enteré de la eyaculación en el hombre? 6.- ¿Cuándo fui consciente por primera vez de la sexualidad de mis padres?
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

7.- ¿Qué recuerdos tengo de haber participado en juegos sexuales antes de entrar al colegio? 8.- ¿Qué decían en mi familia y en mi colegio con relación a la masturbación? 9.- ¿Qué me comunicaron en mi adolescencia acerca de las relaciones sexuales?
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Ideas para complementar el tema:

La educación sexual consiste principalmente en orientar y ayudar a comprender la manera de vivir y expresar el amor a través del sexo, con la aceptación de ser hombre o mujer logrando la plena identidad sexual.

Cada orientación sexual debe llegar a su tiempo, ni muy pronto por precipitación, ni muy tarde, por descuido.

Se debe responder al niño con naturalidad, sin falsas vergüenzas y sin respuestas evasivas.

No se debe esperar a la pubertad o al despertar sexual del joven para explicar todo lo referente a la genitalidad. Es sincera.

Preparar un ambiente que propicie la espontaneidad del niño y del adolescente, expresando los órganos sexuales por su nombre. Fundamental que toda pregunta reciba una respuesta

Cuando la sexualidad se interpreta como genitalidad, la educación en este aspecto se reduce a información, instrucción sobre anatomía, fisiología, reproducción, técnicas de apareamiento, anticoncepción etc. Por el contrario, cuando la educación sexual, se entiende en un sentido integral, se constituye en orientación y formación para la vida del individuo.

Incluye, obviamente, el aspecto biológico del ser sexual, pero enfatiza también en los demás:

Alcanzar una identidad sexual en el individuo.

Adecuado manejo de la afectividad que permite un verdadero sentido relacional «sujeto/sujeto», con los otros y con el otro.

Discernimiento para encontrar y comprometerse con los valores adecuados que permitan la realización personal; y el desarrollo social.

Descubrir como afrontar el primer amor de nuestros hijos es uno de los pasos más desafiantes que todos tenemos que vivir como padres, nuestro propósito en esta ocasión es explicarte un poco como se siente tu hijo y como puedes a vivir adecuadamente la experiencia de su primer amor.

Afrontar el primer amor de nuestros hijos pequeños.

Los niños pequeños también se enamoran, de hecho lo hacen de diferentes maneras, se enamoran de sus padres (complejo de Edipo y Electra), enamoramiento que les da madurez mental y luego se enamoran de otros niños, enamoramiento que sucede rápidamente pero que requiere respeto.

Cuando amplían los círculos sociales es natural que nuestros hijos se sientan atraídos por algún compañero o amigo de clase, estas relaciones merecen respeto y no deben ser reprimidas, escuchar los sentimientos de nuestros hijos es fundamental para un correcto desarrollo de su personalidad.

Los niños, si bien olvidarán su amor, jamás olvidarán la burla o el castigo que recibieron por confesar lo que sentían, debemos comprender que aunque nos parezcan muy pequeños, la infancia es una edad ideal para afrontar el primer amor de nuestros hijos, hablándoles de valores como el respeto, la confianza, al amistad, la solidaridad y la honestidad, pues será a través de estas relaciones que los niños aprenderán a comportarse con los demás.

El enamoramiento hacia la maestra.

Los niños tienden a enamorarse en las edades de transformación, si un niño se fija en un adulto es porque quiere sentirse mayor, haciéndose habitual que se enamoren de sus profesores, de quienes reciben un trato especial, especialmente durante los primeros años de escuela; para los niños los maestros lo saben todo y se constituye en el primer modelo a seguir por fuera del hogar.

Es fundamental en esta etapa de la vida, explicar a los niños la diferencia entre la admiración, la simpatía y el amor, ya que los niños suelen confundir estos sentimientos y creen amar a quienes los hacen sentir especiales.

El desarrollado sentimiento del ridículo.

Los preadolescentes suelen negar sentirse atraídos por una chica determinada, ocultando su sentimiento para evitar el ridículo, el rechazo o la burla, las niñas por el contrario expresan abiertamente sus sentimientos confiando a los demás su atracción, pero ven a los niños de su edad como inmaduros, razón por la cual se fijan en jóvenes mayores.

Ante estas circunstancias siempre debemos ser tolerantes, estos enamoramientos no sólo son normales sino también momentáneos, el desarrollado sentimiento del ridículo que tienen nuestros hijos a esta edad hace que cualquier burla se magnifique y busquen refugio en otras personas.

Afrontar el primer amor de nuestros hijos: consejos para padres.

No espíes a tus hijos: no juegues con la situación ni la dramatices, los amores adolescentes suelen ser más inocentes de lo que pensamos y en todo caso tu hijo merece respeto.

No te rías: la reírse de sus hijos, los padres harán que estos no cuenten nada más sobre su vida afectiva ni solicite ayuda cuando así lo requiera.

Cuenta tus propias experiencias: hablar con naturalidad sobre tus romances juveniles hará que tus hijos se sientan más confiados; no tomes las penas de amor de tu hijo a la ligera pero tampoco le ayudes a verlo como el fin del mundo.

Como reza el refranero popular: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, así son los padres que todavía evitan hablar de sexo con sus hijos. Como padres debemos ser realistas y saber que lo que no hablemos con nuestros hijos, ellos lo hablarán con sus amigos que están tan llenos de curiosidad y tan desinformados como nuestros hijos adolescentes.

Para hablar de sexo con un hijo adolescente lo ideal es construir con el tiempo un ambiente de confianza y sinceridad entre los dos. No es natural que un padre ausente y distante de un día para otro se interese en hablar con su hijo de un tema tan personal e íntimo como lo es su sexualidad.

Sin embargo, si ese es tu caso y has decidido hacerle frente a la situación a pesar de tener una relación distante con tu hijo, no te desanimes y ten en cuenta las recomendaciones que compartiremos a continuación.

Cómo hablar de sexo con mi hijo adolescente

Lo primero es comprender que quien está buscando el momento de diálogo eres tú como padre. Eso te hace consciente que estás atravesando la gran barrera que es la vida privada de tu hijo. Por lo tanto, debes estar preparado para hablar en su lenguaje sin perder credibilidad ni autoridad, pero buscando que los obstáculos generacionales iniciales, sean superados. Hablar su lenguaje es intentar ponerte en sus zapatos para ver más allá de tus propios miedos, temores o frustraciones.

Este diálogo debe hacerse de forma espontánea y en los momentos que se presten para hacerlo. Es mejor tener pequeñas conversaciones que surjan con naturalidad y frescura, que una charla rígida que se asemeja más a un sermón que a una conversación entre padre e hijo.

Qué me impide hablar de sexo con mi hijo adolescente

Como si fuéramos niños, los padres encontramos pretextos para evadir el tema y la responsabilidad de asumir la educación sexual de nuestros hijos. “Para qué hablar de sexo con mi hijo adolescente, con tanta información en internet él/ella lo sabe todo”, “mejor que él/ella me enseñe”, “va a sentir que me quiero meter en su vida privada”, “eso es responsabilidad de la escuela”.

Estas son algunas de las excusas que inventamos los padres y que en muchas ocasiones están fundamentadas en los propios miedos. Uno de los más constantes es creer que al hablar de sexo con nuestros hijos los estamos motivando a iniciar su vida sexual, idea totalmente errada. Por el contrario, el conocimiento y la educación sexual responsable contribuyen a que nuestros hijos tomen decisiones acertadas, fundamentadas en un conocimiento previo de los panoramas posibles que se pueden presentar al tomar una u otra opción con respecto a su vida sexual.

Puede ser que al hablar de sexo con mi hijo adolescente no evite que inicie su vida sexual más temprano de lo que yo desearía, pero con seguridad tendrá las herramientas y el conocimiento necesario para evitar un embarazo no deseado, una enfermedad de transmisión sexual o un inadecuado despertar a su sexualidad.

Lo que podría limitarse a un proceso físico y normal en la vida de una mujer, se convierte en la oportunidad ideal para hablar con nuestras hijas sobre todo lo que significa ser mujer, tener nuestra primera menstruación y la responsabilidad que se debe asumir al despertar a la vida sexual.

La primera menstruación es la evidencia física de que nuestro cuerpo está cambiando, pero en algunas ocasiones ese cambio físico no va al ritmo de nuestro crecimiento mental, eso significa que de la noche a la mañana la niña de convierte “en mujer”, pero en el interior sigue manteniendo la inocencia que caracteriza a la infancia.

Por esta razón, la llegada de la primera menstruación es un tema vergonzoso y atemorizante para muchas jóvenes. Es allí cuando la madre con su experiencia, madurez y, en especial con su incondicional amor y dulzura, debe dar el primer paso para propiciar el diálogo con su hija.

Si una madre no aprovecha esta circunstancia para hacerlo, dejará pasar una oportunidad maravillosa para afianzar los lazos y para dialogar, más adelante, de temas tan delicados como lo es el despertar a la vida sexual.

¿La primera menstruación: fin de la niñez?

Por lo general, la primera menstruación se presenta entre los once y trece años. Es ideal que una madre no espere hasta ese momento para hablar del tema con su hija. Lo mejor es que desde antes, las dos conversen como mujeres y amigas de los cambios que están por llegar a su vida.

Preparar a tu hija sobre cómo se va a transformar su cuerpo ayudará, no sólo a tener una mejor actitud frente a la primera menstruación, sino que abrirá una puerta de confianza y conocimiento que tanto tú como ella agradecerán durante toda la vida.

Lo primero es que tu hija comprenda que el ciclo menstrual es tan sólo el inicio de una serie de cambios que su cuerpo y su mente empezarán a experimentar como consecuencia de las hormonas que mes a mes van a preparar su útero para el embarazo.

Es fundamental quitarle al periodo menstrual ese velo de sufrimiento y dolor que opaca un proceso natural que, aunque puede ser incómodo, no significa que se trate de una tragedia, algo vergonzoso o, como muchos creen, una enfermedad.

Además de la hemorragia, se hace presente el dolor que se traduce en modificaciones en su rutina diaria: la niña acostumbrada a correr libremente y pasar las tardes jugando y haciendo deporte, se verá obligada a quedarse en casa mientras el dolor, y las demás manifestaciones que acompañan este proceso, pasan.

Acabar los mitos con la  primera menstruación

Antes de hablar con tu hija es importante que tú misma estés preparada para hacerlo. Durante años se han alimentado mitos alrededor del ciclo menstrual que todavía hoy están arraigados en algunas familias. Por eso, si tú le das validez a estas supersticiones, es necesario que despejes todas tus dudas y seas consciente de que estos mitos no tienen sustento médico ni científico.

Es misión tuya derribar estas falsas creencias y ayudar a que tu hija asuma con responsabilidad, madurez y tranquilidad la llegada de una nueva etapa cargada de cambios y emociones desconocidas.

Durante la adolescencia los amigos se vuelven más importantes que la propia familia. Se convierten en la primera fuente de felicidad, interés e intercambio de sentimientos y conocimientos. En general, se convierten en la principal compañía y entretenimiento. La relevancia que adquiere la amistad puede deberse a varios factores:

  • Buscar la relación y la aceptación de personas fuera de la familia, refuerza la exploración segura de nuevos ambientes sociales, especialmente en el inicio de relaciones de pareja y la construcción de nuevos vínculos afectivos.
  • A su vez, distanciarse de los padres provoca tristeza, miedo, inseguridad, que es aliviado con el establecimiento de nuevos afectos.
  • La adaptación a los cambios se facilita cuando se cuenta con la empatía de otros iguales que están en las mismas circunstancias.
  • La intimidad y afectividad con personas fuera de la familia permite contactar con modelos de conducta alternativos y valorarse desde otra perspectiva diferente a la de la familia. Esta posibilidad favorece el desarrollo de la identidad.

Una de las características de la amistad adolescente respecto a la amistad infantil es la intimidad, es decir, la comunicación de experiencias personales que nos hacen sentir vulnerables ante el juicio de otras personas, lo que conlleva el intercambio de sentimientos antes inconfesables, ideas sobre otra gente y el mundo, y planes futuros.

La intimidad, el intercambio de sentimientos profundos sin la presión de sentirse juzgados proporciona una gran seguridad, alivio y confianza, y será uno de los aspectos que más influirán en su autoestima.

La mayor amenaza en la adolescencia es sentir rechazo por las amistades o el grupo, constituyendo una de las bases de muchos trastornos psicológicos en la juventud y la vida adulta.

La independencia de nuestro hijo ante influencias negativas depende del refuerzo y aceptación que haya obtenido de nosotros, los padres. Si hemos sido autoritarios dominantes o excesivamente protectores, impidiendo que exponga sus puntos de vista o tome decisiones, será más dependiente de otras personas. Por otro lado, cuanto mayor es la distancia afectiva con la familia, mayor es la necesidad de amistades y su influencia.

Hoy sabemos, como confirman las investigaciones al respecto, que tanto las conductas antisociales como las de consumo de alcohol han estado moldeadas de algún modo en el hogar en la mayoría de los casos estudiados. Algunos estudios señalan el comportamiento de padres y madres como el factor más importante para inducir a la juventud a experiencias alcohólicas precoces. Asimismo, el comportamiento antisocial viene a coincidir tanto con el rechazo y alineación de la familia, como con la influencia del grupo de amigos.

Cuanto más seguro ha sido el apego afectivo que le hemos dado durante la infancia, más afecto y confianza es capaz de desarrollar en sus relaciones sociales. La amistad es una relación de amor, un vínculo alternativo a la familia, que como todo vínculo afectivo permite sentirse seguro para vivir. La amistad es un puente entre la niñez y la adultez.

Pero en paralelo con las relaciones de amistad, se producirá en la adolescencia otro tipo de vinculación: las relaciones sexuales y de pareja. Enamorarse conlleva aprendizajes de fuerte trascendencia a nivel psicológico:

  • Experimentar la intimidad y por tanto, intercambiar la expresión de experiencias, opiniones y sentimientos profundos. Esto, a su vez, posibilita el desarrollo de competencias básicas a nivel afectivo: la expresión de sentimientos y la empatía.
  • Establecer nuevos vínculos afectivos, no familiares, lo que posibilita a su vez la posibilidad de reforzar la confianza en otras personas, al exponerse tanto al juicio como a un posible abandono o rechazo.
  • Experimentar la sexualidad ajustándose a los deseos y conducta de otra persona. Esto conlleva el desarrollo de competencia sexual y del autocontrol del impulso sexual.
  • Exponerse a emociones intensas positivas y negativas, tolerarlas y manejarlas.
  • Aprender a resolver problemas interpersonales, experimentando posibles conflictos y actuando para solucionarlos.

Ser amado o deseado por, o correspondido en los sentimientos, aporta felicidad, pero sobre todo, seguridad en uno mismo o una misma. Se trata de una de las experiencias con más trascendencia en la construcción de la identidad y la autoestima, ya que conlleva la valoración y la estima por lo que se es, no por lo que se puede llegar a ser.

Debido a la importancia de la experiencia amorosa, las consecuencias de sentir rechazo o traición son muy determinantes y condiciona tanto las relaciones futuras como la autoestima.

Hacia los 11 años son primero las niñas las que comienzan la pubertad y es importante que estén informadas de los cambios que van a ocurrir, fomentando su valoración positiva, con ilusión. En general, chicos y chicas adquieren en esa edad más autonomía y mayor necesidad de estar con sus iguales, así como con personas del otro sexo, frente a la hasta ahora predominante relación con los de su mismo género.

Su incipiente autonomía debe acompañarse del sentimiento de saberse aceptados sin reserva, para salir al mundo apoyados en esa base. Con una familia que les ama y se respeta, los niños y niñas miran al futuro, a la adolescencia, con confianza.

Supone un fracaso, la ruptura de una ilusión, el quebranto de un ideal. El adolescente sufre con intensidad, reelabora su posicionamiento, que bien puede salir reforzado y madurado, o por el contrario se instala en la duda, en la fragilidad, se repliega en sí mismo y dificulta los compromisos futuros.

Debe captar que los padres y los hermanos son sensibles, que se posicionan a la expectativa para servir de «colchón afectivo», que son receptores del dolor. Se colaborará para que no se instale la desesperanza, para que no se limite el amplio horizonte del mañana y para evitar posicionamientos de futura dureza emocional, egoísta y pertrechada.

Tener muchos novios/as a la vez o de forma continuada nos presenta a un hijo tal vez con incapacidad para amar, o tal vez subyace en él un trastorno psicoafectivo.

No es lo mismo ir cambiando de novias/os que compartirlas/os. Una cosa es ser un caradura, un egoísta, un irrespetuoso, y otra un inconstante, un «picaflor». En todo caso, ser un donjuán (o su paralelo femenino) nos muestra una marcada inmadurez.

Hay que transmitir que el amor es fundamental, que conlleva no sólo pasión, sino tiempo, futuro, respeto, intercambio afectivo y compromiso.

Cambiar de novio/a puede significar una forma de que el adolescente se sienta como una persona con deseos y aspiraciones a una relación más satisfactoria y positivo para conocerse y descubrir a los demás. También implica saber soportar las separaciones.

Ulteriormente demostrarán su salud mental vinculándose afectivamente de forma continuada; de no ser así, habrá de abordarse, hablar de forma abierta, realizando cuestionamientos (que no interrogatorios).

Cuando se tienen relaciones sexuales múltiples y de compañeros, se ve alterado el comportamiento amoroso, se puede acabar reduciendo las relaciones al simple coito, pasar a una dimensión utilitaria del otro a veces como consecuencia de depresión, decepciones o incluso malos tratos infantiles.

Hay que evitar el «picoteo relacional», en ocasiones muy utilitarista, que es dañino para quien se «queda enganchado» afectivamente y para quien muestra una incapacidad de implicación afectiva.


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